Xichú: ¿operan para el PAN presuntos delincuentes?
El 24 de agosto de 2022, la celebración al adulto mayor, en la cabecera de Xichú, fue interrumpida por el sonido de un helicóptero que sobrevoló el poblado a baja altura; y, por el inusual tránsito de vehículos de la Guardia Nacional, y otras corporaciones, que recorrían las calles. Luego se sabría, extraoficialmente, que se intervino un domicilio por presunto narcomenudeo y hubo una detención. Mientras eso sucedía, elementos del Grupo Táctico de las FSPE inmovilizaron, en la comandancia, a los policías que laboran en el municipio: les revisaron celulares y los mantuvieron en el interior durante horas.
El operativo incluía otros objetivos. Vehículos con elementos de fuerzas federales y estatales se dirigieron a la comunidad de Huamuchil. Al llegar a ese sitio enclavado entre cerros áridos, donde recién ha comenzado a funcionar un Banco de Bienestar, se introdujeron a viviendas, según trascendió, relacionadas con familiares de un hombre que de tiempo atrás ha pretendido imponer su voluntad en la zona de forma violenta, y cuya casa principal, recién construida en una ladera, luce portón café y paredes de block, sin enjarrar. Comenzando ese año, circuló una fotografía donde él aparece sentado en el escritorio del alcalde Francisco Orozco Martínez (en la imagen éste se observa de espalda como si hubiera cedido el lugar al visitante).
Según diversas fuentes, no hubo detenidos, pero en los cateos se habrían encontrado armas y una cantidad considerable de dinero.
Un extraño invitado a cónclave panista
Eduardo López Mares, dirigente estatal, presidió el pasado 20 junio una reunión en las oficinas del Comité Municipal del PAN. Evidencias fotográficas muestran que a escasos metros de donde hablaba, ataviado con una gorra, se encontraba el hombre cuyas viviendas fueron objeto del despliegue policiaco hacía diez meses.
La presencia en el evento de esa persona buscada por las autoridades, confirmó las versiones de su ruptura con el alcalde emanado del PRD Orozco Martínez, a quien brindó apoyo para su campaña -esfuerzo recompensado al inicio del trienio siendo designado delegado auxiliar-. El cambio de bando político viró hacia el ex alcalde y contratista Perfecto González Carbajal, con quien se le vio muy cercano en esa ocasión.
Como dato extra se sabe que González Carbajal y el actual mandatario xichulense, solo se confrontan localmente, porque los dos tienen alineadas sus redes en torno a la precandidata a la gubernatura, Libia García Muñoz Ledo.
Esa tarde, luego de los discursos, se degustaron tostadas y agua de sabor.
Eduardo Méndez se candidatea en casa de presunto fugitivo…
El pasado 17 de agosto -dos meses después de que el dirigente estatal estuvo en Xichú- bajo el intenso calor del Huamúchil, llegaron hombres y mujeres de la zona a la vivienda de portón café, propiedad del hombre buscado por fuerzas federales y estatales. Se trataba de militantes y simpatizantes del PAN. Los convocaron a un convivio, aunque desconocían el motivo. Se instalaron en las sillas dispuestas para la reunión. Entre los asistentes destacaba el dueño del inmueble, que otra vez exhibía en público su nueva alianza con el político Perfecto González Carbajal, también ya presente en ese sitio.
De pronto, entró hasta el interior un automóvil blanco, modelo reciente, marca MG, placas GHC-460-F, recién asignado al Comité Municipal blanquiazul. Del flamante vehículo institucional descendió un hombre ataviado con guayabera blanca, originario de la cabecera, conocido como “El negro”, aunque su nombre es Eduardo Méndez Ramírez. Esta persona ostentó múltiples cargos durante los quince años consecutivos que gobernó el PAN, luego de la última elección, fue rescatado por la Secretaría de Desarrollo Social y Humano donde, desde octubre de 2022, se desempeña como “técnico biométrico de módulo” un eufemismo de operador electoral. Cuenta con un largo historial haciendo política de alcantarilla para el exalcalde González Carbajal, igual que para diputados del distrito, como Armando Rangel Hernández. En esta etapa, lo protege y apadrina su jefe regional de SEDESHU, Roberto Carlos Terán.
Muy pronto se conocería el motivo de la convocatoria. Al tomar la palabra, sin más preámbulo, Méndez Ramírez se declaró aspirante a la alcaldía. Hubo quien mostró desconcierto, pero algunos incondicionales lo secundaron, incluso con expresiones de misoginia respecto a alguna posible candidata mujer. Esto, a pesar de la presencia de una excandidata y otras militantes panistas.
De pronto, se escuchó el clamor de varios asistentes pidiendo que hablara el anfitrión. Aceptó dar un mensaje y, en lo que pareció un espaldarazo a esa candidatura, aquel hombre presumiblemente dueño de las armas y del dinero que meses atrás fueron decomisados en sus inmuebles, le expresó su apoyo -aunque no con las palabras más decentes-.
Para entonces el ambiente ya estaba animado por el consumo de cervezas y pronto comenzaron a circular los platos con carnitas.
Al mes… la policía vuelve a esa casa
Solo transcurrieron cuatro semanas cuando la madrugada del 21 de septiembre, al tiempo que el ejército instalaba un retén en la cabecera xichulense, una decena de vehículos con elementos de diversas corporaciones fuertemente armados, una vez más irrumpía en la comunidad de Huamúchil.
Aún estaba oscuro, el silencio envolvía esa localidad donde se venera a la virgen de Guadalupe. Se dirigieron a la casa de portón café y paredes de block sin enjarrar. Entre atisbos de amanecer, rodearon el inmueble. Nuevamente buscaban a la misma persona anfitriona de aquel convivio partidista, solo que esta vez tampoco lo encontraron.
Ya había amanecido cuando los uniformados se retiraron de esa casa donde Eduardo Méndez Ramírez, empleado de SEDESHU, apenas un mes atrás hizo públicas sus aspiraciones políticas y recibió el visto bueno del hombre a quien esa madrugada requerían las fuerzas públicas.
La abanderada panista Libia García, este martes tiene programado un evento precisamente en la comunidad de Huamuchil. Se lo organizan, y la arropan, estos mismos operadores del blanquiazul, que parecen desconocer los límites entre política y delincuencia.