En Guanajuato se reduce acceso a una dieta saludable; comen solo ‘chatarra’
Óscar Jiménez
León.- “No es que no queramos comer bien, es lo que se puede”, lo replica Carmen N. de manera tajante. Es madre de familia y, aunque se considera de clase media, sabe que al menos por ahora, una nutrición balanceada representa un lujo.
En el mejor de los casos en los que se presenta la problemática nutricional, pasa eso: se recurre a repetir alimentos, a comer no lo más nutritivo sino lo que complete para los miembros de la familia, y lo que dejen los tiempos y las labores del día a día.
En el peor de los casos se cae en la malnutrición, e inclusive, en la no ingesta de comida por un periodo largo.
Recientemente, la Medición de Pobreza 2020 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) evidenció el incremento en la carencia por acceso a una alimentación nutritiva y de calidad.
Este fue el segundo factor que más se agravó en este último informe, después de la carencia por acceso a los servicios de salud en Guanajuato que fue el que más se elevó.
En el caso del aspecto nutricional, el estado pasó del 22.1 al 24.6 por ciento de 2018 a 2020, de personas que carecen de acceso a una alimentación de calidad, lo que significa el involucramiento de ya no 1 millón 340 mil habitantes, sino de 1 millón 500 mil.
Factores de peso: exceso de grasas y azúcares
El término de ‘inseguridad alimentaria’ es el que les preocupa a los especialistas como la profesora Mónica Minutti Sánchez, coordinadora de la licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos de la Universidad Iberoamericana de León y vicepresidenta de la Asociación Mexicana de Miembros de Facultades y Escuelas de Nutrición A.C.
Explicó que la inseguridad alimentaria puede tener diferentes niveles, ya sea leve, moderada o severa.
Se considera que es leve cuando una persona no tiene la capacidad para acceder a alimentos suficientes e inocuos y ya se encuentra en una situación de la familia o el entorno con miedo de no poder alimentarse.
“La moderada ya afecta este riesgo de tener una calidad y cantidad suficiente de alimentos. Es decir, se repite un mismo alimento y no hay variedad (…) La severa es pasar un día sin comer, y eso es muy grave”, advirtió la especialista.
A nivel nacional, este indicador de la carencia por acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, para el 2020 pasó al 22.5 por ciento de la población, lo que equivale a 28.6 millones de mexicanos, cuando antes, en 2018, el porcentaje se mantenía en el 22.2 por ciento, es decir, 27.5 millones.
Comer bien es más costoso
“Una persona que quiere satisfacer su hambre y tiene una demanda de energía, si no tiene el recurso suficiente es mucho más económico que lo haga con bebidas azucaradas o botanas, altas en energía que momentáneamente le van a satisfacer esa hambre y la necesidad fisiológica, pero que no resuelve el problema de la nutrición. Ese concepto se ha denominado como hambre oculta”, explicó Mónica Minutti.
La especialista hizo hincapié en los factores de sobrepeso y obesidad en el 70 por ciento de la población adulta en el país, y en el 30 por ciento del sector infantil.
“El problema de la obesidad está ligado al amplio consumo de productos industrializados, con alta cantidad de grasas saturadas, de azúcares, de sodio. Desgraciadamente es más barato y hay alta disponibilidad porque se consume en lugares cercanos; muchas veces no hay el kilo de fruta o de verdura frescas y la diferencia en los costos es muy marcada”
“Me parece que falta por hacer con las tiendas de conveniencia que no sea el encontrar el alimento industrializado de primera mano, sino que se dé un espacio más grande a los alimentos frescos. Éstos están ocultos y en muy poca cantidad; no hay buena posibilidad para la compra y mucho menos, a un precio accesible”, finalizó.
Estas mediciones de pobreza que realiza el CONEVAL desde la primera en 2008, se sostienen en los Lineamientos y criterios generales para la definición, identificación y medición de la pobreza, que fueron publicados, en el Diario Oficial de la Federación el 16 de junio de 2010.
Prohibieron saleros hace 2 años, pero siguen en todos los restaurantes
Antes del mediodía, el congregado de compañeros de trabajo se ha reunido en la fonda del mercado para hacer algo así como un ‘desayuno-comida’. Han ocupado la barra y algunas mesas de fondo, y en ellas, hay dos cosas que se presentan en todos los lugares de comida de la zona: un servilletero y un salero.
Para uno de los hombres, ataviado en una playera gris y con una gorra volteada, la sal es fundamental; en pocos minutos, ya ha ‘espolvoreado’ el pequeño frasco en, al menos, tres ocasiones. Aún, cuando desde hace dos años, no debería existir la sal, como opción inmediata, para los comensales.
Como letra muerta…
Fue a mediados de noviembre de 2019, cuando el Congreso del Estado aprobó una reforma a la Ley de Salud con la finalidad de retirar los saleros de los restaurantes, además, de ofrecer un vaso de agua natural gratuito para los visitantes desde su llegada a los establecimientos.
La nueva normativa, sin embargo, a más de 20 meses de distancia no ha cobrado efecto, y así como en las fondas del mercado, como en las taquerías de las afueras, los puestos de mariscos y los pequeños locales, los saleros están al centro de la mesa.
“Se da más en los taquitos y en las gorditas y nadie los voltea a ver porque son puestos ambulantes que ni siquiera pagan impuestos, y es donde se debe revisar más la regulación sanitaria”, reconoció el diputado Jaime Hernández Centeno, quien fue el impulsor de la reforma en la ley.
En ese momento, el secretario de Salud estatal, Daniel Díaz Martínez adelantó que se notificaría a los negocios de comida para que se cumpliera con la nueva reglamentación, y en caso de no ser así, serían sancionados hasta con una suspensión.
“Falta difusión por parte de la autoridad de salud del estado. Hace falta promocionar más las leyes, como en cada una de las dependencias, pero, además, se debe ser más enérgico en la aplicación de la ley, no sólo en ésta mía, sino en las reformas, exhortos y demás que les hemos hecho a los Ayuntamientos y no hacen caso, se lo pasan por el arco del triunfo”, criticó Hernández Centeno.
“Han hecho caso omiso, y no solo es por la pandemia. Eso no tiene nada que ver”, reiteró.
Cabe señalar que esta iniciativa se plasmó con la idea de disminuir el alto consumo de sodio, dado que se calculaba -según la Organización Mundial de la Salud- que, en México, se consumen hasta 11 gramos de sal al día por cada comensal, esto aunado a que la costumbre de agregar sal a las comidas es una práctica culinaria que data desde hace siglos.
Ante esta situación, el diputado Jaime Hernández, enfatizó en que recientemente en la Junta de Gobierno se habló sobre la necesidad de obligar a los Ayuntamientos a cumplir las leyes, dado que no es el único punto que no se ha considerado en los municipios.
¡Cuide su salud!
Una cantidad excesiva de sal en la dieta causa aproximadamente el 10% de las enfermedades cardiovasculares y se le ha vinculado con el cáncer de estómago, empeoramiento de asma, osteoporosis (huesos debilitados), cálculos renales y obesidad, ya que los alimentos salados causan sed, la que se quita consumiendo bebidas con un alto contenido de azúcar.
Si usted reduce su consumo de sal a menos de 5 gramos al día, puede evitar que su presión arterial aumente y esto puede ayudarle a evitar la hipertensión a medida que envejece. Una dieta bajo en sal evitaría hasta uno de cada cuatro ataques al corazón o accidentes cerebrovasculares.