Despiden a Martín, líder motociclista asesinado en ataque a taller de SFR
Ana Lilia Ojeda
San Francisco del Rincón.- El líder motociclista que fue asesinado tras un ataque en un taller de motos de San Francisco del Rincón el pasado jueves, Martín Flores Bravo, fue despedido este sábado con el rugir de los motores que fueron su pasión por sus amigos del grupo Moto Club Alfa 200.
Durante más de 23 años Martín estuvo en cada rodada, tal como con el Club Alfa 200, que por 15 años organizó y estuvo al frente, y con quienes visitó diferentes ciudades como: Ojo Zarco, Arandas y Puerto Vallarta, entre otras. De entre sus amigos más cercanos figura el cura Gonzalo, quien además de encabezar la rodada, ofició la misa de cuerpo presente.
Martín falleció como víctima colateral de la delincuencia el pasado jueves a los 48 años de edad, cumplidos el pasado mes de febrero. Él sólo arreglaba la moto de un cliente, cuando llegaron dos personas y dispararon contra ellos en la calle Matamoros en San Francisco del Rincón, dejando así en la orfandad a sus tres hijos menores de edad.
Más detalles: Atacan taller de motos en San Francisco del Rincón; hay un muerto y un herido
Su viuda, Marisela, es fuerte. Recibió cada condolencia, lloró su partida, pero dojo mantener la fe. Ella recordó cómo conoció a Martín en el mundo de las motos hace 23 años y así la conquistó. Ahora, llevando todo su equipo, lo dejará ir, “pero su legado se queda”.
Martín organizó durante 6 años consecutivos la rodada y caravana en honor a la Virgen de Guadalupe, al lado de todos sus amigos. En la primera, acudieron 80 motociclistas y llegaron a los 670 en los últimos años.
No había actividad que no pasara por la coordinación y manos de Martín en el mundo de las motos: organizó en 2013 la Motofiesta Internacional en la Feria de San Francisco del Rincón y en algunas ocasiones llegó a organizar recorridos hacia Purísima del Rincón para complacer al cura Gonzalo y “comer una paleta en el jardín de la ciudad”.
“Era de los que siempre llamaban a relajarse, sonreír, destacaba no sólo por su moto amarilla, sino por su forma de ser. Hay quienes lo saludaron horas antes de morir, un día antes. Siempre decía: ‘échenle ganas amigos, no somos nada…’”, relató Gonzalo, pero hoy —siendo amigo y compañero—, más de 200 motociclistas le siguieron para dejarlo descansar en su última morada.
ac
