Alas rotas
El anuncio de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) de que degradó la calificación del nivel de seguridad aérea de México tuvo un impacto de efecto dominó, se llevó en el chorro de caída a Volaris y a los grupos aeroportuarios más importantes del país: Asur y Gap. Pagan justos por pecadores. México no cumple con los requisitos necesarios para supervisar a las compañías aéreas de acuerdo con las normas internacionales mínimas de seguridad. Andamos con las alas rotas desde que Andrés Manuel López Obrador siendo presidente electo anunció que el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se cancelaba y le daría su bendición al proyecto de Santa Lucía y seguimos en picada.
La degradación impacta ya que no se podrán vender boletos de avión en código compartido con aerolíneas mexicanas lo cual pega directamente al turismo que es una de las industrias en las que más se confía para echar a andar la rueda económica de México. Esta degradación hace evidente que según la FAA la autoridad de aviación civil no tiene la experiencia técnica ni el personal capacitado ni el mantenimiento ni procedimientos de inspección o resolución de problemas de seguridad. El golpe llega en un momento en el que el presidente anda cosechando malas noticias y se le ve sumamente afectado. La 4T trae hoyos por todos lados, rechinidos y desajustes por doquier.
Me pregunto si el presidente López Obrador pudiera echar las manecillas del reloj para atrás, si hubiera tenido un poco de visión de largo plazo, si hubiera escuchado las voces de quienes le advertían que era mala idea cancelar un proyecto tan necesario y que iba tan adelantado, si hubiera podido ver el futuro y darse cuenta del desastre que su decisión significaría, me pregunto si cambiaría de opinión. Él dice que es de ideas firmes y le gusta perseverar en lo dicho, así que quién sabe. Por lo pronto, bajo el Programa de Evaluación de Seguridad de Aviación Internacional, no hay estándares mínimos que garanticen la seguridad aérea en el espacio nacional. Ya nos quedamos a la altura de países como Venezuela, Curazao, Ghana o Malasia. Pero el señor presidente opina que México no tiene pendientes. Parece que la FAA tiene otros datos.
Recuerdo que en los tiempos del presidente Peña Nieto, cuando López Obrador persistía en su campaña eterna y lo criticaba por la forma que tenía de gobernar, el último presidente priista dijo algo así como que él no se levantaba por las mañanas pensando cómo perjudicar al país. Dados los resultados, uno podría dudar de esas palabras. Pero, dando el beneficio de la duda, no me cabe en la cabeza pensar que Peña o López se frotaran las manos mientras se devanaban los sesos pergeñando planes malvados. Lo que sí es cierto es que lo que se ve no se juzga: hay daños. Muchos sectores del país se están desmoronando.
Ahora, López Obrador no podrá culpar a sus antecesores de este rompedero de alas que traemos en el país. La administración pasada dejó un proyecto premiado a nivel internacional, de un aeropuerto para la capital del país, de calidad mundial que el propio AMLO antes de sentarse en la silla presidencial ya había decapitado, rompiendo en mil pedazos la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros, tirando a la basura el dinero de los contribuyentes en indemnizaciones, hundiendo en el lodo una infraestructura que pudo aprovecharse y que era muy necesaria. Pasamos de tener un modelo admirado por el mundo a una degradación en la categoría de espacio aéreo. Pasamos de tener una categoría uno a ser descendidos. Hechos, no opiniones.
Y, como si fuera una metáfora que le quisiera hacer ver a los mexicanos qué está sucediendo con la 4T, se nos rompieron las alas. Más allá de todo, habrá afectaciones en las rutas aéreas que se operan en el país hoy en día, cambios de itinerarios de viaje a los pasajeros, molestias, cancelaciones: pérdidas. Está prohibida la autorización de nuevas rutas y servicios a Estados Unidos. Ni hablar, hay que estar atento. Esto es un frenazo al turismo internacional que tanto necesitamos en el país. Duele que nos rompan las alas.