Viernes, 17 Enero, 2025

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Los invitados de Donald Trump

Opinión

Cecilia Durán Mena

Donald Trump volverá a ser presidente de los Estados Unidos el próximo lunes. Hay quienes ven un panorama ruinoso y otros no tan catastrófico. Opiniones aparte, hay que aprender a leer los mensajes que nos llegan entre líneas. Cada que una persona asume la investidura presidencial, hay una ceremonia protocolaria que da inicio al periodo de mandato según lo que ordenaron las urnas. Es un día de festejo en el que el anfitrión es el que asume la magistratura y quien se hace acompañar de sus invitados. Es albedrío del presidente elegir a sus convidados y más allá de protocolos diplomáticos hay mensajes que hablan a gritos.

                El presidente Donald Trump no invitó a Claudia Sheinbaum. Invitó varios primeros mandatarios a su ceremonia inaugural, a la presidenta de México no le llegó la invitación. Así son los hechos. Es cierto que ella no tiene la exclusividad y que, en el pasado, a otros presidentes tampoco les corrieron esa atención. Claro que llama la atención y se ha armado toda una polémica en torno a si la iban a invitar o no. No. No la invitaron. Es cierto que tradicionalmente, los presidentes no son requeridos a las investiduras en Estados Unidos. Pero, ya sabemos que con Donald Trump todo ha cambiado.

                Trump sí invitó a Daniel Novoa, presidente de Ecuador. Javier Milei de Argentina también fue invitado.  La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y el presidente de El Salvador, Nayib Bukele también les llegó la invitación. Acá, en Palacio Nacional, no se recibió esa atención. Atención, por cierto, que sí recibió el Ing. Carlos Slim Helú y Francisco Cervantes. Y no se crea que el detalle tiene que ver con filiaciones ideológicas, porque Xi también forma parte del grupo de convidados, aunque él ya se disculpó y en su lugar enviará una delegación que lo represente.

                Esteban Moctezuma, en su calidad de embajador de México en Washington, D.C. sí está invitado por ser parte del cuerpo diplomático basado en los Estados Unidos y todos los embajadores recibieron esa cortesía. Es decir, hay quienes opinan con razón que no se trata de un desprecio que Trump le haga a Sheinbaum, no obstante, el hecho de no estar considerada es un mensaje que hay que atender.

                Es claro que Donald Trump eligió acompañarse de personas que comulgan con su línea de pensamiento o que le resultan convenientes. En ese grupo no está Claudia. Puede ser que quienes opinan que no se trata de algo personal tengan mucha razón. Sí. Seguro la tienen. Pero quienes ven en ello una señal que debe ser atendida, tienen razón. El hecho de que la presidenta declare que “no pasa nada” por no haber estado en la lista, indica que ya pasó. Si comentó que a las tomas de protesta de mandatarios estadounidenses “no siempre invitan a jefes de Estado” es que ya se enteró que hubo latinoamericanos invitados y que a ella no la incluyeron.

                En esta condición, da la impresión de que Trump abre un canal de comunicación con el empresariado y los considera como mejores interlocutores. Por su parte, la gente del gobierno mexicano tiene la consigna de seguir con su actitud de normalidad y con el discurso de que vamos a colaborar y a tener una buena relación con el próximo presidente de Estados Unidos. Se entiende. No se quiere dar la impresión de la incertidumbre que realmente existe.

Pero, lo que no queremos es que nos tomen por sorpresa los acontecimientos. Mientras la costumbre en Palacio Nacional es ver todo bien y de buenas, los mexicanos necesitamos asumir que estamos en una circunstancia inédita de incertidumbre. La presidenta y su movimiento han tomado una actitud autoritaria en la que no oyen, van derecho y no se quitan. Trump es muy similar y puede ser más fuerte.

Se requiere, más que fuerza, astucia. Hay que prepararse para lo que está por venir. Es preciso poner atención. Dicen que el diablo se esconde en los detalles. Hay quienes ven un panorama ruinoso y otros no tan catastrófico. Opiniones aparte, hay que aprender a leer los mensajes que nos llegan entre líneas. Podríamos empezar por analizar quiénes son los invitados de Trump y quiénes no.

 

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