Los verdaderos problemas
Una técnica de negociación muy eficaz para distraer la atención y aventajar en la consecución de objetivos, es hacer enojar a la contraparte con algo nimio e irrelevante. Esta técnica se usa cuando se necesita ganar tiempo o para tapar un problema más grande que se quiere minimizar. Un negociador experimentado no se deja distraer y se centra en lo relevante y deja pasar esas provocaciones. Es un procedimiento cínico que corre el riesgo de poner en evidencia a quien lo usa y depende mucho de la sagacidad de las partes. Es muy triste ver el desparpajo con el que se usa este método y peor es darse cuenta de las consecuencias terribles que tiene en gente que se traga el anzuelo y se desgarra el interior sin saberlo.
Pienso en la terrible situación que están viviendo los habitantes del estado de California. La destrucción terrible que están sufriendo por un fuego que no se controla. Las imágenes que nos llegan desde varios condados de Los Ángeles parecen irreales. Las llamas ya han arrasado casi ciento cincuenta kilómetros cuadrados, es decir, una extensión que se equipara con la de la isla de Manhattan. Las llamas que arden desde el martes en Los Ángeles y sus alrededores, no hay equipo de bomberos que sea suficiente. Y, mientras esta tragedia tiene lugar, a Donald Trump se le ocurre que hay que cambiarle el nombre al Golfo de México en vez de mandarle condolencias a las víctimas del fuego y mostrar interés en solucionar semejante problema.
Llama la atención que la presidenta de México prefiera responder a las bravatas de Donald Trump y referirse a algo tan irrelevante como si se cambiará o no el nombre al golfo, que pronunciarse ante la situación en Venezuela. Es tristísimo que Claudia Sheinbaum se ampare con la autodeterminación de los pueblos y haya mandado al embajador de México en Venezuela a la toma de posesión de Nicolás Maduro cuando casi todos los países del mundo saben que no se pudo frenar al autodenominado líder socialista que se sienta en la silla presidencial sin haber podido demostrar que se ganó ese puesto. ¿Se Está avalando a un dictador y por eso se prefiere enganchar con el futuro presidente de los Estados Unidos en un dime y te diré?
Y es que, cobijados con la defensa de la autonomía y el nacionalismo, la gente se deja ir a la voz de ¡qué barbaridad!, convertimos a Donald Trump en el rey de los nombres para dejar de ver que Mexicana, la línea aérea que opera el gobierno está muriendo a pocos meses de haber iniciado operaciones, que la operación de los militares no garantizó pasajeros ni para el proyecto de recuperar otra compañía de vuelos ni para un aeropuerto que simplemente no despega vuelos.
Eso sí, por todos lados podemos ver carteles y volantes que invitan a festejar los primeros cien días de gobierno de la presidenta. Así que, en lugar de hablar del crimen rampante, de los asesinatos, de las mujeres desaparecidas, de la devaluación del súper peso, mejor usamos la técnica de la distracción y en vez de dar explicaciones, Claudia Sheinbaum se da un baño de pueblo. ¿Qué hay en estos primeros 100 días? No hay mucho que presumir en temas de salud, economía, educación y seguridad. Tal vez, insistan en que todo va de maravilla, pero en la realidad, hay otros datos.
Los verdaderos problemas en México son reales, fuertes y merecen solución. A la presidenta le está tocando nadar en aguas turbulentas que están llenas de tiburones con dientes filosos. No se trata de valorar logros por las tragedias que no han ocurrido. Lo malo es que tampoco pueden soslayarse. Es verdad que Trump ha conseguido asustar a gran parte del mundo. No sería justo endilgarle estos reveses a Claudia Sheinbaum, aunque sí el hecho de que nos esté queriendo distraer de lo verdaderamente importante.
Los verdaderos problemas van más allá de la incertidumbre que dejan amenazas, de los escenarios que ensombrecen perspectivas, de las voces alarmistas. Es muy triste ver el desparpajo con el que se usa este método de negociación que nos distrae de lo relevante. Y peor es darse cuenta de las consecuencias terribles que tiene en gente que se traga el anzuelo y se desgarra el interior sin saberlo.
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