Ómicron
Estamos hartos de vivir con un trapo en la boca, de salir a la calle con tantas precauciones que parecemos astronautas, de estar amenazados por virus que se nombran a partir de las letras del alfabeto griego que ya sentimos que no nos van a alcanzar de tantas variantes que hay. Y, cuando sentimos que todo está a punto de volver a la normalidad, nos brota una nueva cepa y pone al mundo de cabeza.
Ómicron es una variante del Covid-19 que se detectó en Sudáfrica. Parece un pastiche, los expertos la describen como la mezcla Frankenstein que se compone de múltiples de mutaciones. Ómicron suscita preocupación, pero, no alarma. Parece que esta variante puede seguir siendo vulnerable a las vacunas actuales. Es decir, no debemos dejar que el pánico cunda, hasta el momento parece que las inmunizaciones siguen siendo efectivas.
No obstante, no podemos echar las campanas al vuelo. Los científicos han observado que la variante puede ser más contagiosa que las versiones anteriores del virus y que puede resultar más capaz de evadir las defensas del organismo, tanto las adquiridas a través de la vacunación como por infección natural. Por lo pronto, parece que las vacunas siguen protegiendo. Es decir, siguen evitando una enfermedad grave que lleve a la muerte, pero no garantiza inmunidad. Esas son las buenas noticias, no obstante, hay datos que me hacen sospechar.
Aunque los laboratorios farmacéuticos afirman que las vacunas son efectivas, también declaran que pueden ser necesarias dosis de refuerzo para proteger a la mayoría de la población y no únicamente al segmento de alto riesgo. O sea, todos nos tendríamos que aplicar un refuerzo. Con una tercera aplicación, se amplia el espectro protector. Pero, —y aquí es donde nacen las sospechas— los fabricantes de las dos vacunas más eficaces: PfizerBioNTech y Moderna, se están preparando para reformular sus vacunas si es necesario.
El tema de la vacunación preocupa y la mortificación se agrava en países en los que los programas de inmunización avanzan lentos. En los Estados Unidos, la gente que quiera ya puede ir a aplicarse el refuerzo. Lo malo es que allá la gente no se quiere vacunar. Eso hace que el grado de vulnerabilidad sea más amplio. A pesar de ello, Biden declara que hay que tener cuidado con Omicron y que los efectos de esta nueva cepa causan preocupación, pero aún no se encienden los focos de alarma. No me explico la actitud de la gente antivacunas.
Dentro de todo, hay buenas noticias. No estamos en la misma situación en la que nos encontrábamos hace dos años. Ha habido avances. Los científicos han reaccionado más rápidamente a Ómicron que a cualquier otra variante. Para muestra, está el botón sudafricano. La velocidad de respuesta asombra, en sólo treinta y seis horas —desde que se detectaron los primeros signos de problemas en Sudáfrica— los investigadores analizaron muestras de alrededor de cien pacientes infectados. Se movieron muy rápido, cotejaron los datos y lanzaron una alerta al mundo.
Según los médicos sudafricanos, Ómicron presenta algo así como cincuenta mutaciones. Por eso la denominan Frankenstein, porque parece un monstruo gótico. Reconocen que algunas de las cepas son en la morfología conocida como la espiga, una proteína vírica en su superficie que el organismo vacunado está entrenado para reconocer y atacar. Otras de estas mutaciones ya se habían visto antes. Se cree que algunas de ellas han potenciado la capacidad de la variante beta para eludir las vacunas, mientras que otras probablemente han potenciado la extrema contagiosidad de delta.
Es muy pronto para llegar a conclusiones. Los científicos han tenido muy poco tiempo para observar y para confirmar sus hipótesis, les ha tocado trabajar rápidamente y en muchos casos, han recurrido a simulaciones por computadora. Por fortuna, hay muchos equipos trabajando y ocupándose de encontrar soluciones a este problema que parece interminable.
Estamos hartos de vivir con un trapo en la boca y de salir a la calle como si fuéramos astronautas. Pero, hace un año estábamos en una situación de confinamiento. Ahora gozamos de una mejor condición y ya sabemos qué debemos hacer para cuidarnos. Joe Biden tiene razón, Ómicron es motivo de precaución, no de alarma. Al menos, no todavía. Hay que estar al pendiente.