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Obedientes

Opinión

Editor Web

Dentro de los integrantes del gabinete del presidente López Obrador hay una cualidad que los unifica: todos son obedientes. Ese es su principal atributo, aunque no dudo que también sean inteligentes y que sepan de la materia que les fue encomendada. No obstante, cualquier competencia que los acredite para estar en el puesto que les fue asignado se subordina a la obediencia.

No se trata de cualquier tipo de obediencia, es una sujeción absoluta a su jefe. Lo es a tal grado, que no les importa pasar sofocones, tragos gordos y las vergüenzas de quedar en entredicho. Ni modo que, a estas alturas, vayamos a dudar que Tatiana Clouthier no siente feo que sus contrapartes estadounidenses se le desesperen y duden de su seriedad; ni modo que el secretario de Hacienda no sienta feo de que le echen para atrás decisiones que buscan acaban con subsidios que dañan las finanzas públicas o que el secretario de Gobernación le guste hacerse el loco cuando ya lo agarraron con los dedos en la puerta por andarle haciendo mandados a su patrón.

¡Ay, qué dolor, qué dolor, qué pena!, dirán por lo bajo. Andar pasando estas vergüenzas en nombre del prócer de la 4T. Y, encima, si alguien le da un vistazo a la Guía Ética de la Transformación de México, caer en la cuenta de que tanta obediencia los lleva a traicionar los propios valores que dicen abrazar. El comportamiento apegado a normas éticas es indispensable para vivir en armonía con nuestra conciencia y para el bienestar y buen funcionamiento del Estado, queda reducido a cenizas frente al acatamiento a la voluntad presidencial.

En su guía sostienen que: “el abandono de tales normas conduce más temprano que tarde a las conductas antisociales y al desprecio a la ley” (p. 3) Efectivamente, los funcionarios de la 4T son capaces de abandonar sus normas y por eso andan en el desprecio flagrante de la ley. Basta ver al secretario de Gobernación, dando respuestas evasivas, tratando de taparle el ojo al macho, haciéndose el olvidadizo y dejando ver que la Virgen le habla, cuando bien que sabe que lo agarraron con las manos en la masa.

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Son lo que dicen atacar, se convirtieron en lo que prometieron erradicar, imitan lo que con tanto desprecio repudiaron. Al revés de lo que plantea su guía ética, no están reforzando los valores éticos, ni están buscando superar rupturas o fracturas sino todo lo contrario. Debe ser muy triste para las personas que se encuentran en el círculo cercano del presidente estarse traicionando a sí mismos y a los altos valores que se comprometieron a defender.

“Mientras más se extienda en la sociedad el sentido ético, mayores serán el bienestar y la armonía social, habrá una mejor convivencia y será menor la necesidad de perseguir delitos” (p.4). Ya se ve que ese sentido ético se subordina al prerrequisito de la obediencia. Ellos mismos, cuando se sintieron en una posición de desventaja, promovieron la ley que ahora mismo están violando en forma tan descarada. Claro, el privilegio los hace abrazar valores idénticos a los de aquellos a quienes ellos denominan oligarcas de la década de los ochenta del siglo XX.

Esa contaminación de pragmatismo extremo que tanto criticaron, ahora la adoptan con una alegría tan cínica que uno no deja de admirarse. Al son maquiavélico de “el fin justifica los medios” vemos a funcionarios de la 4T ridiculizando el poder político, económico y comportándose como gente que no tiene capacidad de reflexión y autocrítica. Aunque, ni modo que gente tan capaz como la que lleva las riendas de este país crean que nadie se da cuenta de que están mintiendo.

Abraham Lincoln, en su discurso de Gettysburg dijo con toda razón que es imposible engañar a todos al mismo tiempo. En la 4T lo saben y se conforman con engañar a los que se dejen. Aunque, en el fondo, debe de quedarles algo de comezón y les debe de dar algo de pena, porque la Historia los va a juzgar. Porque, cuando las futuras generaciones vean las declaraciones de estos funcionarios, tratando de dorarle la píldora al pueblo, dirán que es una pena que, aspirando a tanto, hayan dado tan poco.

Pero, hay valores que no están escritos en ninguna guía. La obediencia es el requisito, lo demás es puritita politiquería. Aunque, no dudo que también sean inteligentes.

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