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QUÉ HACER PARA REMEDIAR EL SURIMIENTO

Opinión

Tomás Bustos - Reflexión ciudadana

El sufrimiento es un hecho, consecuencia de un dolor físico o moral. Hemos de convenir que el sufrimiento cuando invade a porciones considerables de la población, ya no es asunto individual encontrar y darle solución; sino asunto de la sociedad toda, puesto que el sufrimiento no termina en el dolor físico o moral, pues abarca áreas de la conducta, que abaten el comportamiento racional de las personas.

No en todas las sociedades opulentas se da la vida consciente en niveles de privilegio; pues las hay que pierden la cordura y, en especial, el cuidado y protección de su racionalidad.

Empero, las sociedades pobres, padecen otros factores que los derivan a un ejercicio deficiente de su racionalidad; por eso es necesaria una pedagogía, que encause las potencialidades de la racionalidad y pueda conducir la conducta social hacia los valores, lo que facilitará su acceso a la cordura y por tanto, a  la convivencia armónica, que es el mayor bien al que puede aspirar una sociedad.

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La convivencia social sana, es ajena al comportamiento irracional, que debe tener como antecedente el pensamiento lógico, para que la conducta esté acorde con la esencia de la realidad, pues cuando se distorsiona la realidad, ante sí mismo, se inicia el avance hacia la pérdida de la cordura y las consecuencias son la propensión a pensamientos y conductas destructivas, que lastiman seriamente a la sociedad.

Una mentalidad racional reacciona de manera distinta ante el sufrimiento que una mentalidad regida por el egoísmo o la soberbia, que son conductas y actitudes ajenas al pensamiento lógico, pues nos derivarán necesariamente a la exclusión, al abandono o a la confrontación.

La predilección por la paz, lo mismo en la familia, que en las relaciones sociales o económicas, nos llevan a la justicia y ella, una vez adoptada, facilita el acceso  al comportamiento amable, que propicia las relaciones amistosas y, al que tenemos cerca, digno de lo mismo, a lo que yo aspiro.

La mente ordenada, no desea el sufrimiento para sí; ni para quien le rodea; puesto que es más fácil vivir placenteramente con personas cuerdas, que en  compañía o vecindario proclive a la diatriba y por ende, a la confrontación.

Sentir piedad por el sufrimiento ajeno y remediarlo en la medida de nuestras posibilidades, contribuye a forjar un mundo mejor.

Si deseamos vivir en paz y disfrutar al máximo posible la existencia, debemos combatir el sufrimiento ajeno. Todos podemos hacer algo, especialmente por los más vulnerables, los infantes y los seres abandonados; para crear una sociedad tal que, un día, no tengamos la desgracia de vivir el infortunio, ante la indiferencia de quienes nos rodeen.

¿Somos capaces de preocuparnos por saber si nos causa placer el sufrimiento ajeno? En la respuesta está el grado de nuestra cordura.

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