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Reuniones bilaterales

Opinión

Editor Web

De todas las reuniones bilaterales entre mandatarios, una de las más extrañas es la que se dio entre los presidentes Biden y López Obrador. La distancia que ha habido entre los mandatarios estadounidenses y mexicanos nunca había sido tan patente como la que se celebró este lunes. A distancia, atrapados entre los confines de una cámara y cada uno mostrándose al otro desde sus trincheras.

De acuerdo con La Casa Blanca, el presidente Biden le dijo a López Obradora que “Es genial estar con usted, Señor Presidente.  Mi segunda llamada a un líder extranjero en mi tercer día como Presidente fue usted.  Y ahora eres mi segunda reunión virtual con un líder extranjero, y eso no es por accidente”.  Por supuesto que no lo es, tampoco es una deferencia, la reunión se da sobre las bases de la importancia de la relación bilateral entre naciones que son vecinas y socias.

Tal como lo expresa Biden, la importancia de la relación con México es vital para una asociación norteamericana que tenemos y primordial para todos los elementos de las prioridades de su administración.  Así debiera serlo para ambos lados. “No hard feelings”, sin resentimientos y poniéndose manos a la obra, se trata de trabajar en lo que los ocupa y mirar al frente. Habrá que aprovechar que se expresa la intención de trabajar como pares y no en situaciones de desventaja. Veremos.

Es cierto, las palabras de Biden tienen mucha verdad. A los Estados Unidos y a México les va mejor cuando están unidos no cuando se enfrentan. Entiendo que es difícil hacerse cargo de las palabras de un político y que Joe Biden lo es y que muchas veces nos han vendido espejitos expresando que ahora sí nos verán como lo que somos: sus socios. Pero, el presidente estadounidense tiene razón. A ambos países nos conviene estar en cordialidad y armonía.

Las diferencias de estilos se notaron de inmediato, mientras Biden hablaba de trabajo, López Obrador habló de la devoción que el presidente de los Estados Unidos tiene por la Virgen de Guadalupe, luego la equiparó con Juárez. Luego verdades de preogrullo sobre los kilómetros que nos unen —¿imaginaría que su homólogo necesitaba enterarse de ese dato— para seguir con una clase de historia de México.

Hasta ahí lo que reporta el sitio oficial de la Casa Blanca sobre el encuentro virtual entre los mandatarios. Sin duda estas reuniones son complejas. El lenguaje que se utiliza es diplomático, hay muchas sonrisas, se busca ser cordial frente a la prensa. Ya en corto, se habrán puesto los puntos sobre las ies y nos enteraremos cuáles fueron los resultados. Nos enteraremos por las consecuencias, no por lo que se diga directamente. Habrá un listado de buenas intenciones y sabremos cuáles de ellas se lograrán y cuáles quedarán como promesas. Vamos, nada nuevo bajo el sol.

Nos enteraremos de los logros reales. Por lo pronto, el comunicado difundido al terminar la reunión resultó contrario respecto a las expectativas que había generado. Se esperaba que se dieran cifras para el apoyo a Centroamérica que es un tema en el que ambos mandatarios convergen y no hubo tal. Tampoco se dijo nada de la medalla que López Obrador estaba buscando colgarse: una multitudinaria donación o venta de vacunas. De eso, no hay nada dicho, por lo tanto, ya nos podemos imaginar las respuestas que se dieron. Ni hablar, el que poco pide, poco merece. Eso dice el dicho popular.

En fin, se dio la reunión guardando sana distancia. Y, así tan lejanos como se veían, así se reunieron ambos mandatarios. Espero que más que lecciones de geografía y de historia, haya trabajo y resultados concretos de esta reunión. Tal como lo dijo el presidente de los Estados Unidos, nos conviene estar en cordialidad y armonía.

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