Sábado, 11 Enero, 2025

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Pérdida de poder

El poder es un concepto extraño y, sin lugar a dudas es un elemento que debe manejarse con sumo cuidado. Hay que ejercerlo con equilibrio y mesura precisa...
Opinión

Cecilia Durán Mena

Pérdida de poder

El poder es un concepto extraño y, sin lugar a dudas es un elemento que debe manejarse con sumo cuidado. Hay que ejercerlo con equilibrio y mesura precisa: si se excede, da como resultado una tiranía; si falta, se pierde estabilidad. En los últimos tiempos y en los días por venir, hemos visto y veremos como el ejercicio del poder se dificulta. No es lo mismo llegar a inaugurar un periodo presidencial que estar en el ocaso. Es un tema que ha de abordarse con cautela. México es un país que ha tenido sus coqueteos con el caudillismo, se ha dejado seducir por líderes que prometen ser la llave de todas las soluciones a los padecimientos que nos aquejan y hemos padecido las desilusiones de nuestra ingenuidad. No hay nada nuevo bajo el sol.

A querer o no, el presidente López Obrador irá perdiendo poder. Parece evidente, pero México se enfrentará a un ocaso extraño. Hemos estado familiarizados con la presencia de AMLO por tantas décadas, hemos abordado como su poder irá menguando sí o sí, siempre prematuramente. No obstante, como dice el dicho popular, “a toda capillita le llega su fiestecita”. El tiempo es inexorable, no falla y no cesa. Avanza y por más que queramos jalar la manecilla del segundero para evitar que avance, su camino feroz sigue adelante.

Tal como sucede con muchos poderosos, hay una tendencia que insiste en que el presidente López Obrador esta enfermo y cansado. Hay personas a las que les gusta publicar fotos de él sentado en reuniones, agarrando su escritorio como si estuviera a punto de caerse. Yo no quería ser así. Al Jefe del Ejecutivo siempre, siempre hay que desearle éxito y que le vaya bien. Y, no es que López Obrador sea especial o que haya sido el único en enfrentar este tipo de tendencias: Vladimir Putin lo ha padecido y Donald Trump también.

Más allá de personas y personajes está la variable de tiempo. Este periodo presidencial está menguando. Aunque, parece que su presencia y su figura siguen siendo indispensables. Al recorrer los caminos del país, uno se enfrenta con espectaculares en los que se ve a las corcholatas acompañadas por AMLO. Parece que necesitan de su estampa para conectar con la gente. Es como si requirieran de su persona para ganar validación, para ser reconocidos. Muchos se preguntarán al ver esos anuncios: ¿Quién está con el presidente?

El presidente va de salida y, sin embargo, desde que comenzó su administración, muchos expertos catastrofistas habían estado pensando en formas en que el régimen de la 4T podría colapsar. No ha sucedido. Aún en la etapa menguante, López Obrador sigue fuerte. Observandolo,  lo que AMLO esta haciendo es protegerse. La estrategia que le ha funcionado es la intimidación. Va amedrentando desde el púlpito mañanero, pone en línea a los altos funcionarios de la administración y mueve a sus corcholatas a su antojo. Todos son cómplices y operadores de ese plan. No es como si uno de ellos pudiera decir: “No estoy de acuerdo o creí que esa era una idea estúpida”. No, ¡qué bah! Todos se alinearon.

Fue obediencia en su forma más pura. Podemos intuir que comenzó ejecutando un proyecto sucesorio a través del cual diseñó encuestas para averiguar la base del apoyo público y lo que podría hacer que se contrajera. Había visto señales, principalmente en las regiones del país en las que la inseguridad comenzó a afectar verdaderamente la vida de las personas. En las que las promesas de una vida mejor, de un cambio para bien no se dieron. En donde las fallas del sistema de salud cobraron vidas, en las que sus decisiones trastocaron sus esperanzas y en donde sus opiniones comenzaron a cambiar. Es lógico. Si la gente tiene que vivr constantemente con miedo y las mujeres dan a luz sin medicamentos entonces el fin del regimen se convertirá en su deseo más apasionado. La mejor forma de mantener el control es vociferar y asustar con el petate del muerto.

Por ahí es por donde la oposición puede avanzar. Por ahí es por donde sus correligionarios podrán desprenderse del padrinazgo. No obstante, si las corcholatas deciden deshacerse de la figura presidencial, corren un riesgo grande: perder brillo. El otro peligro es que, si se quedan, ellos se achiquen, conforme el periodo presidencial se acabe y el poder de López Obrador se debilite.

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