¿La época más feliz? Pirotecnia afectan la salud de un niño con autismo en Celaya
Raúl Rodríguez enfrenta dificultades con su hijo autista durante la temporada decembrina. Foto: Especial
Celaya, Guanajuato.- La llegada de la temporada decembrina para la gran mayoría de las personas significa felicidad, alegría, regalos y emociones; para la familia del señor Raúl Rodríguez Velázquez, significa también sufrimiento y miedo.
Raúl Rodríguez tiene un hijo con autismo, lo que genera desesperación, dolor y miedo cada vez que llega la temporada de diciembre o el llamado periodo Guadalupe-Reyes, debido a la pirotecnia, la música a todo volumen y los ruidos altos que hacen sufrir a su hijo. Desde su hogar, no hay mucho que se pueda hacer. Este padre de familia contó que su hijo fue diagnosticado con autismo desde muy pequeño.
Lo detectaron porque, antes de preescolar, ya entendía operaciones matemáticas, datos básicos sobre los planetas y el universo, y podía resolver problemas que a veces ni los adultos lograban. También era más aislado en las fiestas; no convivía con los niños y prefería quedarse sentado. Poco a poco, su esposa y él, con la ayuda de maestros y médicos, descubrieron que su pequeño tenía autismo.
Raúl Rodríguez explicó que existen tres niveles de autismo. Su hijo tiene el nivel uno, el menos grave, lo que le permite ser más sociable. Sin embargo, el autismo, incluso en el mismo nivel, provoca diferentes actitudes y reacciones en cada persona. Aquellos con nivel 2 o 3 son más aislados y tienen reacciones más intensas. Lo que todos coinciden es que las personas con autismo tienen una sensibilidad especial en sus sentidos, como la vista, por lo que las luces o cosas brillantes lastiman más a sus ojos, y la audición. Al llegar la temporada de diciembre, Raúl debe cuidar a su hijo en todo momento, pues basta una motocicleta ruidosa, un coche con música a todo volumen o, sobre todo, la pirotecnia, para provocar en su hijo una crisis que genera ansiedad, dolor y desesperación. La única opción es llevarlo a su habitación, el lugar más aislado de la casa.
Raúl explicó que el agudo oído de su hijo le permite escuchar los ruidos hasta cinco veces más fuertes que cualquier otra persona.
“En una crisis, él se encierra en su cuarto, muchas veces llora, otras veces se queda callado o se tapa con su cobija, y dejamos que pase”, relató.
Él y su esposa saben que no hay manera de prepararse; no existe medicamento para controlarlo, simplemente deben aguantar. Aunque su hijo, conforme crece, se vuelve más consciente y, a veces, les dice lo que puede tolerar.
Raúl señaló que han hablado con los vecinos para pedirles que no quemen pirotecnia, que bajen el volumen de la música y que eviten hacer ruidos, pero a nadie parece importarle. Según Raúl, lo más triste es que a la gente le falta empatía. En varias ocasiones, también han experimentado discriminación y rechazo. Les ha tocado en lugares donde otros padres alejan a sus hijos del suyo, como si fuera una enfermedad contagiosa. Por ello, pidió a la población ser más empática y conocer a las personas con autismo.
Raúl Rodríguez también es rescatista de animales y, en tiempos de diciembre, cuando se celebran fiestas patronales o días festivos con pirotecnia, además de cuidar a su hijo, también debe proteger a los perros y gatos resguardados, que sufren de igual manera.
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