“Si me enfermo, pues ya me tocaba”; pepenan ante crisis por pandemia
Luz Zárate
Celaya.- Martín tiene 70 años y diariamente camina por varias calles de la ciudad en busca de comida y algún otro material que pueda pepenar y así obtener algo de dinero, cuenta que el lugar que nunca le falla y donde siempre encuentra algo para comer es el Mercado de Abastos.
Así como Martín y su esposa, son muchas las personas –sobre todo de la tercera edad- que buscan entre los botes de basura del Mercado de Abastos algo que les sirva para comer. Ahí encuentran verduras y frutas frescas en buenas condiciones, muchas veces “con mejor vista” que las que venden en los mercados o incluso en los centros comerciales.
“Aquí nunca falla”
Desde siempre ha existido la pepena de alimentos en las inmediaciones del Mercado de Abastos, pero a raíz de que inició la pandemia por el coronavirus Covid-19, aumentó el número de personas que buscan entre la basura algo qué comer, pues siempre hay desechos de los comerciantes.
“Estamos buscando comida. Ahorita ya no hay mucho porque ya es tarde y ya se llevaron lo mejor. Sólo encontramos unas papayas, pero ahorita vamos a otros pasillos a ver qué hallamos. De comida aquí nunca falla, siempre hay algo qué comer. También buscamos cartón o pet para ir a vender”, contó Martín.
Los cargadores y vendedores cuentan que en el Mercado de Abastos no falta el comerciante que tire las frutas o las verduras, pues aunque están en buenas condiciones, hay mercancía que tiene algún golpe o mancha y así los clientes ya no la compran.
“Hay algunos que tiran las papayas porque traen un golpe. Se ven bien y están en buenas condiciones, sólo que ya no se venden porque la gente es muy exigente y no quiere pagarlas, entonces muchos lo que hacen es que mejor las tiran y no falta quién pase y las recoja. Yo personalmente prefiero tirarlas y que se las lleve alguien que sí necesite la comida, me da más coraje con la gente que está regateando y no quiere pagar el precio. En ese caso, mejor que se la lleven quienes necesitan comida y están más fregados que uno”, platicó José Sánchez.
Correo hizo un recorrido en las dos secciones del Mercado de Abastos de Celaya, en ambas y durante todo el día se apreció a personas que seleccionaban los residuosen los botes y en los contenedores de basura. La mayoría sin cubrebocas y mucho menos se aplicaban gel o se lavaban las manos, pues consideran que es el riesgo que corren al reciclar.
Rezagos de la pandemia
Aunque muchos no eran pepenadores hasta antes de la pandemia, su situación económica y la falta de empleo los orilló a encontrar en la basura una manera de subsistir en esta contingencia sanitaria.
Hay a quienes no les preocupa el coronavirus Covid-19 y seleccionan la basura sin usar guantes, cubrebocas y lentes de seguridad; otros, aseguran que ahí no hay residuos hospitalarios o de enfermos que tengan el virus; y otros que sí temen al SARS-CoV-2 y que saben que puede estar entre los restos de comida, plástico, ropa, cartón y objetos que reciclan, pero –afirman- “no les queda de otra”.
“No hay trabajo ahorita y menos para uno que ya está grande. Dicen que el Covid puede estar donde sea, pero hay quienes no tenemos de otra. Uno tiene que buscar cómo sobrevivir y aquí (en el mercado) siempre encontramos algo para comer y no falta quien nos de cartón o plástico, de ahí sacamos para ir a vender a la recicladora y sacamos para un taco en el día”, contó la señora Margarita.
La señora Ángela Monroy tiene 79 años y es otra de las personas que sobreviven gracias a la pepena. En su itinerario diario siempre contempla el Mercado de Abastos, pues ahí ya la conocen y hay comerciantes que le regalan cartón y siempre encuentra algún alimento.
Ángela dijo que sí le gustaría quedarse en su casa para no contagiarse del coronavirus, pero vive sola y tiene que salir a recolectar cartón, pet o alimentos, pues si no sale a trabajar, no come. Cuando le va bien, encuentra comida y material que puede vender y obtener 100 o 120 pesos, pero hay días que sólo ha logrado 20 pesos.
“Aunque esté el Covid, yo no me puedo quedar en casa. Rento un cuarto en la Monte Blanco y pago 600 pesos al mes. Tengo que comer y pagar mis gastos, no hay quién me dé para mis gastos pues estoy sola, pero bendito Dios sí sale lo del día. Si me enfermo, pues ya me tocaba”, platicó mientras hurgaba en un bote de basura.
ndr