La tragedia de la Covid: Doña Eugenia perdió a un hijo y otro lucha por su vida


María Espino
Guanajuato.- Han pasado cinco semanas desde que Eugenia Macías, capitalina de 78 años de edad, recibió la noticia de que uno de sus hijos falleció tras haberse contagiado de covid-19. Desde hace un mes, otro de sus hijos está hospitalizado por la misma enfermedad; sin que pueda verlo ni hablarle, y a solas en casa, sin poder salir, aguarda el momento de verlo volver.
La vida le cambió de la noche a la mañana con una situación que describe como “increíble de creer” por lo rápido y letal del virus que le ha sacudido la vida.
Doña Eugenia, que cada día recibe una llamada del hospital en el que está internado su hijo, se aferra a la oración pidiendo que pronto salga del hospital. Ella, con tristeza, reconoce que no la tiene fácil ya que él es diabético y eso lo mantiene con un alto riesgo de que se complique su estado de salud.
Sola se hecha ánimos, se fortalece y le consuela saber que cada día, los médicos le llaman por teléfono y, aunque desde hace un mes que su hijo depende de un tanque de oxígeno para que pueda respirar y de “un montón de medicina” cara, que no les ha sido fácil conseguir, los galenos le aseguran que sigue estable y eso le ilumina el día por un momento.
“A ratos me alegro, me visitan y me siento un poco bien: como que se me olvida por un momento, pero no tardo y vuelvo a preocuparme, no poder dormir, luego duermo poco, pero a los minutos despierto y me vienen los recuerdos y así la paso en mi sofá”, describe.
La señora Macías comenta que lo que ha vivido en un mes ha sido un verdadero calvario, la muerte de un hijo del que no se pudo despedir, al que vio salir y el que le dijo que sólo iba al hospital ya que tenía un resfriado pero le prometió regresaría; unas horas más tarde le avisaron que había sido internado, luego tras unos tres días de haber sido hospitalizado les informaron que había fallecido de un paro-respiratorio y fue tan rápido que no lo podía creer.
Su hijo le prometió volver, “pero no así” en cenizas vertidas en una urna. El viacrucis no terminó allí. También se contagiaron su nuera y sus cuatro nietos, éstos últimos asintomáticos, pero su la mujer estuvo muy grave, requirió oxígeno y no había ni tanques ni el producto, además tenía que buscar quien le hiciera el favor de llevárselo.
Mientras narra lo sucedido doña Eugenia hace una pausa, y viene a su mente el recuerdo del otro hijo, el que lucha por su vida. Reconoce que ahora lo que más desea en este mundo es verlo de nuevo.
Para ella no existe la idea de que muera a causa de Covid-19, se niega a creer que pueda llegar a suceder y que dos de sus tres hijos le sean arrebatados por el coronavirus, por ello cada día eleva una plegaria al cielo para que su hijo, el que diario le hace compañía, regrese pronto a casa
Doña Eugenia seca sus lágrimas, acomoda su reboso alrededor de su cuello. No quiere hablar más. El recuerdo de sus hijos cruza su mente: el que ya se fue y el que lucha por quedarse.