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Raíces en Duarte más allá de la frontera: ellos son los Luna, una familia migrante

Al menos 80 de sus integrantes son migrantes. Todos con raíces en Duarte, pero con un hogar fructífero al otro lado de la frontera...
León

Javier Bravo

Raíces en Duarte más allá de la frontera: ellos son los Luna, una familia migrante Raíces en Duarte más allá de la frontera: ellos son los Luna, una familia migrante

Scarleth Pérez 

León.- En la familia Luna, al menos 80 de sus integrantes son migrantes. Todos con raíces en Duarte, pero con un hogar fructífero al otro lado de la frontera. Todos tienen papeles, menos José. 

“Tenía mis papeles, pero me los quitaron por peleonero”, platicó a Correo. 

Los Luna que migraron, viven en California. Unos en Stockton, otros en Bakersfield y Los Ángeles. La mayoría regresó a su tierra para celebrar las fiestas de fin de año. En esta temporada, en Duarte, las camionetas que circulan son último modelo con placas americanas. En muchos de los hogares, los globos en la entrada invitan al bautizo, boda, primera común, quinceañeras y demás festejos que los migrantes aprovechan para celebrar en su visita a la localidad. Hasta tres o cuatro en un día dice José. 

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José Luna, tiene un año que volvió, la primera vez que dejó su hogar en busca del sueño americano, tenía 14 años. Desde entonces, va y viene a los Estados Unidos. Desde que le quitaron sus papeles, cruza por el cerro. 

“Yo me salí como a los 14 años, la primera vez. Mi papá me llevaba, después crecí y ya me voy y me vengo solo. Para entrar me voy por el cerro, algunas veces pago coyote, y otras me ha tocado suerte que paso solo”. 

Para una familia de cinco integrantes, es más barato viajar por tierra, que en avión, cuando se trata de una travesía legal. Aunque desde Stockton a Duarte, hay mil 961 millas de separación, que se traducen en 36 horas al volante.

Entre gasolina y peajes, la ida y vuelta sale en unos mil 500 dólares, “más barato que los tickets del avión, para mi, mi esposo y tres hijos, ahora los aviones te cobran por cada maleta extra y nosotros siempre traemos cosas para regalar”, dijo Maria Bustamante, migrante desde hace 20 años, cuñada de José.  

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Para la señora Bustamente, ver el trabajo que los hombres hacen allá es triste, “a veces el sol está muy fuerte y ellos tienen que andar todo el día”, aún así solo se trabajan jornadas de 8 horas las cuales son bien remuneradas. 

“Vale la pena, porque allá el trabajo está más bien pagado que aquí. Me voy en tiempos, hago dinero y me vengo. Y se me acaba aquí, por andar de borracho y ya me regreso otravez”, apuntó José. 

Cuando José está en California, lo que más extraña son las fiestas de su pueblo y a sus hijos, ellos nunca se han ido. María, coincide con José, ella también extraña las fiestas. Motivo por el que, en esta visita, levantaron la mano para recibir al Señor de la Misericordia, patrono de Duarte. Previo a su festejo, la imagen religiosa pasa 24 horas en diferentes hogares, pero el día que llegó a la casa de los Luna, lo recibieron con mariachi, tamales para todos y bebidas. Unos 30 mil pesos se destinaron al cobijo de la imagen de Jesús.  

“Un tío se mató en un accidente por andar echando carreras. Ahí murieron otras tres personas. Otro tío, también se mató en un accidente, yendo de los Los Ángeles para Stockton. Hemos tenido familiares que se han muerto allá. Es difícil traerlos de regreso por cuesta muchos dólares. Por lo mismo, unos se quedan allá, porque es más barato sepultarlos allá”, platicó José. 

Las fiestas y el calor de hogar no borran los malos momentos que vive la familia de un migrante cuando alguno fallece lejos de su tierra. 

Pero para un migrante indocumentado como José, cada que va a cruzar la frontera, los peligros y las dificultades aumentan paso a paso. El último y más popular delito del que son víctimas los soñadores son de extorsiones en la carretera, le siguen los secuestros exprés. 

“No todos pasan. Uno que otro se regresa porque tiene miedo de los secuestros, secuestros exprés que les llaman o los asaltan y se quedan sin dinero y se regresan, mejor. Cuando uno entra para caminar en el cerro, ya en la frontera con Estados Unidos, también hay personas que salen con pistola de calibre grueso y mejor uno se regresa, de miedo, nos dejan sin dinero”. 

A José lo ha capturado migración en varias ocasiones, en todas intentando cruzar la frontera. Aunque la amenaza es una larga temporada en una prisión americana, José lo

Hasta el 2019, se registraron 1 millón 26 mil 513 guanajuatenses viviendo en Estados Unidos. La mayoría vive en California, ahí son 346 mil 91, los paisanos registrados, según los Principales Indicadores de migración hacia Estados Unidos por Entidad del 2019, publicados por la Secretaría del Migrante y Enlace Internacional de Guanajuato.

intenta hasta lograrlo. No importa que, en esos intentos viva escenas de terror, como el día que se encontró con el cadáver de una mujer, a la que días antes aún vio con vida. 

“En el camino se han quedado señoras, los mentados coyotes no se esperan por una persona. Me ha tocado ver personas ya muertas cuando voy por el cerro, ya deshechos ya casi no huelen mal. En una ocasión, me tocó una señora gordita, y yo le iba echando la mano, pero yo ya iba cansado y ahí la abandonaron. Luego nos agarraron y cuando volvimos a pasar por el mismo lugar, ya estaba muerta”, recordó José con tristeza. 

José no dejará de irse a trabajar al otro lado. Allá con una semana de trabajo compra un vehículo, aunque no muy bueno, dice. 

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