Con ‘La Huerta’, escritor acambarense entra al Fondo de Letras Guanajuatenses
La novela “La Huerta” del escritor J. J. Mason ha sido seleccionada en quinta y séptima generación por El Fondo para Letras Guanajuatenses
Onofre Lujano
Acámbaro .- El escritor acambarense de género negro, novela policiaca y terror, Juan José Zavala Estrada, J. J. Mason, ha sido seleccionado para la quinta y séptima generación del Fondo para las letras Guanajuatenses. Varios de sus relatos se han adaptados en formato de audio.
Sus relatos ‘HALóCCU’, ‘La Huerta’, ‘Luces en el cielo’, ‘Las necesidades de la carne’ y ‘Entrañas de tierra’, se han dictaminado de manera positiva. También, se han editado por escritores como: Eduardo Antonio Parra, Geney Beltrán Félix, e Imanol Caneyada, ganador del primer concurso internacional de novela de terror Alas de cuervo 2022.
No te pierdas: Se incendian dos palmeras en canchas de Acámbaro
El inicio de ‘La Huerta’
El joven acambarense explica que inició con una gran inquietud hacia la novela, la literatura y escritura. Etapa que tiene bien focalizada durante el bachillerato.
“A partir de ahí empecé a escribir mis primeros bocetos, algunas frases… En base a la imagen que me empezó a rondar la cabeza, la de un ente recorriendo un pasillo rumbo a una habitación de niños, es que se me queda la semillita de esta historia. Desde el primer momento supe que la obra se iba llamar ‘La Huerta’ y no navegue con el título”.
J. J. Mason agrega que, a través de los años, nutriendo la literatura y escribiendo más, se dio esta obra, la cual es un hibrido de novela policiaca con novela de terror. En ella, nos cuenta la historia del Arquitecto Benavidez, un hombre exitoso que viene de la Ciudad de México. El protagonista, se cambia de residencia con su esposa y dos hijos por cuestiones de trabajo. Su casa tipo campestre, se ubica en la comunidad del Rodeo.
Más información: Tras perderse en Acámbaro, Salomón regresa con su familia en Michoacán
En un inicio todo está bien, la casa es de ensueño pues tiene un lago y una huerta. La gente es cálida y le queda perfecto para desplazarse a su trabajo. Todo esto, lejos del ajetreo de la ciudad, los primeros días en ese paraíso natural no podrían haber sido mejores. Esto cambia cuando alguien comienza a rondar su casa por las noches, a trepar por los techos y balcones. Conforme las semanas avanzan, comienza a descubrir las historias del lugar, los rumores de la zona, las desapariciones de los más de veinte niños. A partir de ahora, ya no podrá dormir tranquilo. Pronto, y de una forma atroz, descubrirá por lo que no debió mudarse a La Huerta.
MM
Te puede interesar: