De la deuda al éxito: Luis Valentín conquista el mundo del arte desde Apaseo el Grande con sus pinturas
Apaseo el Grande, Guanajuato.- Desde niño tenía gusto por el dibujo y la pintura. Un dibujo en su libro de texto lo inspiró y, de manera autodidacta, empezó a imitar los dibujos y perfeccionarlos. Ya cuando llegó a la mayoría de edad, tuvo la intención de obtener algún certificado que le permitiera avanzar en la vida como parte de su currículo académico. Bajo las órdenes del maestro Miguel Mendoza Galindo en la Casa de la Cultura de Celaya, aprendió un poco más.
Se trata de Luis Valentín, quien hoy es un reconocido pintor de Apaseo el Grande, cuyas obras han trascendido fronteras. Pero su historia no comenzó allí, pues se convirtió en pintor por una deuda que tenía.
Luis Valentín aseguró haber pintado alrededor de 10 mil cuadros en toda su vida. Su estilo refleja la mexicanidad; es decir, caminos empedrados, pueblos pintorescos, flores, riachuelos, gente en burro, comerciantes, su natal Apaseo el Grande y todo aquello que evoca el México antiguo.
Sus obras son fáciles de reconocer y han llegado a diferentes países. En el City Hall de Dallas se encuentra un mural que le encargaron para incluir a la comunidad hispana. El maestro señala que sus obras las han comprado políticos de todos los niveles y partidos, pero especialmente ha pintado para artistas como Alex Lora, la Chilindrina, Antonio Aguilar hijo, Paquita la del Barrio y, en especial, para Juan Gabriel, a quien acompañó para pintar en varias de las casas que tenía en Estados Unidos y México.
Sin embargo, su éxito fue un poco extraño. Luis Valentín recordó que cuando tenía alrededor de 22 años puso una tienda de abarrotes con un socio ya fallecido, Roberto Pérez. En aquellos tiempos se aventuraron a comprar harina Maseca que solo vendía el gobierno, con el fin de revenderla a tortilleros de Apaseo y comunidades vecinas. Sin embargo, en 1989 la Maseca se devaluó y no pudieron recuperar con la venta lo que habían pagado por el producto. Un día fueron advertidos de que serían embargados y temieron perder su mercancía, refrigeradores, mobiliario y, si era necesario, muebles de su casa, pues la deuda era muy grande.
Así llegó un día caluroso de 1989 en el que se presentaron abogados y policías para hacer el embargo. Luis Valentín afirmó que su socio, Roberto Pérez, le reclamaba mucho porque no le dedicaba todo el tiempo a la tienda y se ponía a pintar muchos cuadros sin ningún beneficio aparente. Cuando los embargadores se presentaron, Luis Valentín contó entre risas que le daba mucha vergüenza que los vecinos lo vieran, como si les estuviera robando y vinieran a reclamarle. Para evitar esa vergüenza, llevó al abogado y a los policías a una bodega donde tenía la mercancía de su tienda y también cuadros. Fue entonces cuando uno de los abogados le ofreció pagar su deuda con el arte que tenía.
"Tenía un cuarto detrás de la tienda todo patas para arriba y lleno de cuadros. Cuando entraron, el abogado no quería, le dije 'hágase para acá'. Los convencí porque hacía un calorón y se pasaron. Se quedaron viendo los cuadros los abogados, y me dijo '¿cuántos cuadros me das si te arreglo este problema?'. Yo le dije 'llévatelos todos'. Estaba bien espantado, pero me dijo 'no, mira, me voy a llevar doce'. Luego regresó a los pocos días, pero traía unas personas que eran sus familiares y ahora quería que le vendiera más cuadros, y así empecé".
Luis Valentín señaló que desde entonces entendió que su trabajo tenía valor. Su socio ahora le pedía que pintara más seguido para que les fuera mejor mientras uno pintaba, él otro se hacía cargo de la tienda. Así, aun siendo muy joven, llegó la oportunidad de perfeccionar su técnica y fue contratado por el pintor Jorge Curiel, originario de Morelia, quien después de algunas coincidencias lo invitó a unirse a su equipo entre los años 1992 y 1995, pero cuando dejó el trabajo con el maestro, comenzó a pintar solo.
Luis Valentín fue creciendo poco a poco y ganando reconocimiento. El propio Luis Valentín expresó que los dibujos más antiguos que tiene son de 1983, pero lamentablemente no consideró que tuvieran algún valor y muchos los tiró. El maestro aseguró que vivir de esto es difícil, pues para lograr su trabajo ahora tiene cinco empleados y es una preocupación tratar de tener el dinero suficiente para pagarles.
El pintor agregó que su trabajo le ha dejado muchas satisfacciones. Sin embargo, está terminando de cumplir una meta y sueño como artista que es restaurar, retocar y pintar toda una iglesia, gracias a la amistad que ha tenido con el “padre pistolas”, quien lo invitó a pintar el templo del cual está encargado. Aseguró que también es muy difícil poder darle valor a su obra, el valor artístico es difícil de calcular, pero afortunadamente sus obras siguen gustando.
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