Doña Cuquita, vocación de vida, da todo por cuidar de enfermos graves en Manuel Doblado
Manuel Doblado.- A las tres de la mañana inicia un día laboral para Doña Cuquita. Para ella, perder el tiempo significa poner en riesgo a las personas con enfermedades graves, en quienes se inspira para poner todo su empeño a diario.
Ma Refugio Valdivia López, mejor conocida como Doña Cuquita vive en una casa ubicada en la cabecera municipal de Manuel Doblado.
Doña Cuquita vende algunas ropas para apoyar
En su casa tiene un bazar, donde acumula ropa, zapatos, trastes, revistas, juguetes, botellas, cartón, y todo lo que sirva para ganar unos pesos, y juntar así cantidades que sirven para comprar medicinas, y toda clase de requerimiento, para hacer más feliz la vida de muchos enfermos.
Su objetivo lo tiene muy presente. A diario revisa un álbum de fotografías, donde aparecen los rostros de niños y adultos por quienes trabaja.
"Antes trabajaba, pero ahora me dedico a trabajar para ayudar a nuestros hermanos enfermos más necesitados", señala la mujer de 74 años.
Mujer imparable, Doña Cuca a las 8
Para ella todo es aprovechable, incluso la entrevista, donde deja de lado protagonismos, y solicita a las personas objetos que ya no utilicen para seguir apoyando.
"A este señor le ocurrió un accidente, y ya no puede hablar ni caminar. No se mueve. Ella tiene ocho años en cama, y se le apoya con material de curación, sondas para comer, para la orina", explica, mientras sostiene su álbum.
"Hay niños chiquitos. Este niño no habla, no oye, no mira y no camina. Se le apoya con material y pañales. Son varios niños. Este es un bebé, a quien operaron, lo dejaron mal, y ya va en la tercera operación, tan pequeñito", dijo.
Su edad no es impedimento para dejar de lado su compromiso. Es una fiel creyente de Dios, a quien le atribuye la energía que tiene: "Dios me la da".
A diario se pone una cangurera. Saca las cosas a la puerta de su casa, y se pone a vender. Remata las cosas para que se vendan rápido y el recurso llegue. Aunque también hay abusivos que le han robado.
La pared de su fachada está llena de clavos, que representan donde cuelga la ropa para ofrecer, durante años de trabajo.
Sin embargo, ella sabe que obtiene una ganancia por todo lo que hace.
"Me queda la satisfacción de quitarles un minuto de su dolor".