Tarimoro se ha convertido en ‘tierra de cacahuates’: cultivo ha sostenido a generaciones
Tarimoro, Guanajuato.- No se puede llegar a diciembre sin pensar en comer cacahuates. Son parte de las posadas, de los aguinaldos, pero no se debería comer cacahuates sin olvidar que casi todos los que se consumen en Guanajuato y estados vecinos son producidos en Tarimoro.
Según cifras del Gobierno de Guanajuato, aunque se trabajan muchas variedades, el criollo es el mejor adaptado a las tierras de Tarimoro, que lo mantuvieron como líder con 1,600 toneladas cosechadas durante el año pasado. Este año parece que fue mejor, gracias a las lluvias que se presentaron en 2024.
Un productor señaló que, a lo largo de todo el país, se trabajan diversas variedades con ciertas diferencias de tamaño, color, forma, pero también de sabor. Explicó que las tierras negras de Tarimoro hacen el cacahuate más sabroso, con un toque cremoso, posiblemente el mejor de todo el país.
Pero cultivar y cosechar cacahuate no es algo tan sencillo. Se debe trabajar la tierra desde febrero, escoger la mejor semilla, pelarla para sembrarla, estar pendiente de desquelitar, procurar darle al menos un riego y esperar la temporada de lluvias para mantener la humedad y lograr que crezca. A finales de octubre empiezan las primeras cosechas.
Desde ese momento, un ejército de hombres y mujeres, vecinos de Tarimoro, se acerca a las parcelas para pedir trabajo, armados con un costal o un bote de 20 litros, pero sobre todo con su lamocafre, un instrumento que es una especie de gancho que facilita escarbar y sacar la planta. Así van avanzando en cada surco, hincados, sentados, en cuclillas, agachados como pueden o como se acomodan. Tratan de arrebatarle a la tierra cada cacahuate que encuentran escondido en el suelo.
Empiezan desde las 7 de la mañana, o con los primeros rayos del sol, y terminan a las 12 del día o 1 de la tarde, una vez que salió la paga del día o que el cuerpo no puede más de cansancio.
Es el caso de don Rubén Jiménez Rangel, de 71 años de edad, quien señala que ha tenido varios trabajos, algunos más descansados, pero cosechar cacahuate es un oficio que le enseñaron desde niño y, mientras pueda, lo seguirá haciendo como un modo de vida.
“Anduve de velador y tuve otros jalecitos leves, pero aquí puede ir uno como quiera (a su ritmo), hay que tratar de hacerle la lucha”.
Don Rubén explicó que, en su experiencia, sabe que se trabaja duro: se debe aguantar el sol, el cansancio de la espalda, e incluso hay riesgo por algunos animales como alacranes, arañas y algunas víboras. Pero sabe que el cacahuate ha dado trabajo a muchas generaciones y ha sido el sustento de la gente de este municipio a lo largo de los años. Además, forma parte de su identidad.
La cosecha puede ser desde octubre hasta febrero, mientras el cacahuate esté bajo tierra. Se mantiene fresco, a menos que llegue una lluvia, que puede afectar o retrasar el trabajo. Sin embargo, un productor aseveró que, una vez lograda la cosecha, se vende en diferentes mercados cercanos. Algunas veces también se lleva a la industria, donde lo procesan.
Pero, siendo los pobladores de Tarimoro cacahuateros, han logrado también encontrar algunas fórmulas para darle más valor a este alimento. En algunas familias se producen licores, dulces, panes y otros productos que mejoran los ingresos.
Más noticias de Tarimoro
Tarimoro, un lugar ideal para visitar para las vacaciones si te gusta la naturaleza
Cascada de Pichardo en Tarimoro ‘vuelve a la vida’ gracias a las lluvias
Cacahuate y cultura: el legado gastronómico de Elia Ruth en Tarimoro, Guanajuato