Domingo, 26 Enero, 2025

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¿Con quién es avanzará la democracia?

Opinión

Tomás Bustos Muñoz

Si interrogamos a cualquier político regularmente aculturado, sobre el destino de la democracia, indiscutiblemente que nos dirá que en lo personal e inclusive, quienes integran su agrupación política, están convencidos que deberá avanzar. La democracia es un proceso que transcurre en la vida de la sociedad, sea que la haya adoptado como forma de vida o haciéndola consistir en un proceso electoral.

No obstante, cuando algún ciudadano accede a un cargo, piensa en lo breve de su mandato; en tanto, a quienes esperan turno, el tiempo les parece largo. Esa sensación debe advertirnos sobre el impulso a conservar el poder adquirido. Muchos políticos, buscan la permanencia en el poder, más allá del término de su mandato, en una nueva responsabilidad, buscando la oportunidad de permanecer en la esfera de los gobernantes, a menudo eludiendo la autocrítica.

Esa forma de actuar, entorpece los procesos democráticos, lo mismo que la propensión a favorecer a parientes, amigos, amantes potenciales o socios, que garanticen el manejo del cargo, como parte de una función empresarial.

Considerar los cargos públicos como patrimonio personal-al menos durante el mandato legal- vuelve tentación irrefrenable mantener el cargo que, advertida por los teóricos de la política, han ideado candados, para que, por lo menos, se atempere en la práctica esa conducta.

En la medida que las remuneraciones a los servicios de gobernantes, empleados y funcionarios, se vuelven más jugosas, se entorpece el proceso democrático, pues no se atiende a llevar a los cargos públicos a los más aptos y virtuosos, sino a quienes garanticen lealtad al “proyecto” del grupo políticamente dominante.

Con frecuencia se pierde el objetivo toral, manifestado en la toma de posesión del cargo, en el que se promete cumplir y hacer cumplir la ley y el espíritu que la animó, pero a menudo, surgen profesionales de la simulación, que encuentran recovecos para “explicar” la apariencia.

Empero, la realidad política que se vive; con una amplia gama de la población empobrecida, requiere para mantener la democracia apuntalada por la acción de los partidos políticos, una nueva conducta; apoyada en los principios, que  deben regir, la vida interna de los partidos; así como la relación con sus pares y con la sociedad.

 Tal como se presenta la inter relación entre partidos y gobernantes, es necesario que los ciudadanos tomemos conciencia de la necesidad de atender la educación, la salud y la economía, como áreas prioritarias, que no deben dejarse en manos de improvisados, ignorantes o personas con visión patrimonialista de los cargos públicos.

Los vicios que se han detectado en la conducta de algunos funcionarios y empleados públicos, son de tal magnitud, que requieren de la organización y concientización de la sociedad en su conjunto, para garantizar que, “entre todos”, cuidemos el proceso democrático; para que los partidos se fortalezcan y, en lugar de perder aceptación de la sociedad, sean capaces de organizarla, para hacer de nuestra democracia, una forma de vida, que tenga como propósito, el mejoramiento económico social y cultural de la población, para abatir desigualdades inaceptables.

Es incuestionable que la sociedad tiene elementos humanos capaces, para organizarse y alcanzar las metas que se propusieron los partidos en su fundación para que, entre todos,  se reforme la conducta política; para avanzar, sin discriminación, en el objetivo de una sociedad igualitaria, en la que se dé, a cada quien según su capacidad y cada cual según su necesidad.

Es necesario que la educación con perspectiva más amplia, se proponga concientizar a los ciudadanos en general, sobre la necesidad de premiar la honradez y la justicia en la vida cotidiana. El cargo público es una pesada carga y no un privilegio, cuando se ejerce con rectitud; lo mismo que el magisterio, la maternidad, la paternidad y la actividad empresarial.

Todos los ciudadanos podemos hacer mucho más, por aliviar la miseria, el sufrimiento y el abandono. Hacer de los liderazgos un medio para construir una sociedad más justa, es un reto alcanzable, si trabajamos intensamente por ello.

Temas

  • Reflexión ciudadana
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