Sábado, 11 Enero, 2025

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Cristina Pacheco y su mar de historias

Opinión

María Guadalupe Meza López

La guanajuatense Medalla “7 de Julio” fue recibida en 2016 por la periodista Cristina Pacheco (1941-

2023). Aquella noche del mes de julio, en San Miguel de Allende se escuchó su voz clara y firme decir: “Yo nací en San Felipe, y cuando mi padre decidió llevar a la familia a la ciudad de México tomó un puño de tierra que dijo llevaría para nunca olvidar su lugar de origen.”

 
 

Conmovida y emocionada Cristina Pacheco agradeció la Medalla “P7 de Julio”, merecida en virtud de su amplia trayectoria en diversos medios de comunicación impresa, televisiva y radial, donde proyectó un estilo propio, hiperrealista; alejado del estereotipo y mercadotecnia que suele atrapar a muchas escritoras cursis, tendenciosas y/o setimentaloides. La Pacheco se apegó a la crónica de lo cotidiano, sin remiendos de terciopelo rosa ni repugnantes fragancias baratas. Prueba de ello es el íntegro legado literario, cultural y periodístico que hoy nos deja para Hispanoamérica; una escuela que, como sucedió con su compañero de vida el célebre José Emilio Pacheco (1939-2014), se agiganta con su ausencia física de la cual nos queda huella de un camino construido con dolor, pero también con amor.

Aquél 7 de julio del 2016, su discurso fue respondido por el emérito arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, quien hizo gala de la máxima virtud que doña Cristina Pacheco prodigó en cada uno de sus espacios de expresión como mujer mexicana excepcional: dar palabra a los sin voz. Matos sentó en paralelo el aporte del filósofo nahuatlato Dr. Miguel León Portilla (1926-2019) con su obra “Visión de los vencidos” y el quehacer de la conductora de “Aquí nos tocó vivir”.

“Aquí nos tocó vivir”, emisión televisiva de canal ONCE-TV, que más que referir un determinismo de fatal existencial se ocupó, desde su primer episodio transmitido en mayo de 1978, de registrar a partir de entonces el primer plano protagónico de personajes de carne y hueso cuyos modestos oficios y limitaciones escolares ella supo mostrar con brillo y la correspondiente relevancia social y cultural dentro de una sociedad prismática, de contrastes y desequilibrios sociales. Como muestra de ésta visión profunda de su diálogo incesante, recordamos, entre mucho por nombrar, sus entrevistas con las mujeres costureras afectadas por el sismo de 1985 en la ciudad de México.

Otra posibilidad desarrollada de forma cautivante por la escritora Cristina Pacheco, lo constituye lo por ella recreado en “Mar de historias”, sección del periódico La Jornada, en la cual su mirada penetrante lograba llevarnos a escenas transcurridas en el transporte colectivo metropolitano, metro. O en una cafetería donde los fumadores se refugiaron ante la prohibición de fumar en lugares cerrados. O a las penurias de un matrimonio por lograr la compra de juguetes para llevar a sus hijos en “Día de reyes.”

 
 

Las tradiciones populares fue otro nicho de su apasionado desempeño en los medios de comunicación. La entrevista realizada a los Voladores de Papantla, al personal de limpia de ciudad de México o a los peregrinos guadalupanos y muchas más estampas de nuestra vida y esencia de ser mexicanos quedan para la posteridad en ese puño de tierra que su señor padre tomó de su lugar natal para nunca olvidar su origen; circunstancia que ella siempre tuvo presente.

Todos quienes nos beneficiamos de su talento, su elegante dicción y escudriñante mirada, siempre alerta a los detalles que le revelaran la trama de una historia, una realidad oculta a muchos y expuesta para su sensibilidad creativa, estamos eternamente agradecidos por su carácter propio de una mujer completa que supo encontrar su camino y su lugar entre los abrojos de los medios de comunicación.

¡Viva Cristina Pacheco!

Ayer y hoy, el mar de historias y legado de la guanajuatense Cristina Pacheco es un palimpsesto cotidiano.

¡Hasta el próximo palimpsesto!

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