Cuando uno va de visita, hay que comportarse
Las recomendaciones que hacen las mamás a los niños pequeños que van a ir de visita a casa de sus amiguitos son pertinentes también en las relaciones internacionales. Nos decían: pórtate bien, pide las cosas por favor, da las gracias, siéntate bien, no hables con la boca llena y si te comportas de volverán a invitar. Si no te portas como debe ser, te expones a que sea la última vez que te conviden. El presidente de México está de visita en los Estados Unidos y todos los mexicanos queremos que las cosas le salgan bien.
López Obrador trae muchos temas en el bolsillo que son de interés bilateral. Como buen político, AMLO es un hombre sagaz y astuto que entiende el momento que está viviendo y la oportunidad que se le abre al negociar con Biden en la Casa Blanca. Pero, también sabemos que al presidente le gusta jalarle los bigotes al tigre y que de repente sale con cada ocurrencia ininteligible que no le conviene ni a propios ni a extraños y es lo que en negociación se llama una estrategia perder/perder.
Durante la visita a Washington, se abre la posibilidad de aterrizar un acuerdo migratorio y urge dar pasos adelante. La urgencia no está únicamente del lado de la frontera del Bravo para abajo, a los estadounidenses también les interesa que las cosas se lleven a cabo en forma más ordenada ya que necesitan mano de obra y los migrantes están ávidos de ponerse a trabajar. Además, tanto a López Obrador como a Biden les es muy importante dar una respuesta eficiente al tema de la frontera, al control fronterizo ya que eso les dará puntos positivos a ambos mandatarios. Es una de estas gloriosas circunstancias en las que haciendo poco, todas las partes salen triunfadoras.
Si Biden y López Obrador logran un acuerdo migratorio, se llevarán los aplausos de la inmediatez y serán recordados en la Historia por haber resuelto un problema absurdo que lleva décadas sin encontrar solución. No importa si es un remedio o la gran medida tan esperada, un paso al frente —aunque sea pequeño— se llevará la ovación. En esta visita, se da la gran posibilidad de conseguir visas temporales de trabajo que posibiliten a los migrantes una entrada digna a su sueño americano.
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Incluso, si López Obrador maneja bien sus temas, hasta podrá solicitar inversiones para Centroamérica y eso lo ayudará a construir su tan acariciada imagen de prócer panamericano. Lo pondrá en el reflector de América Latina y sabemos que eso a nuestro presidente le fascina. Pero, si quiere lograr tan altos anhelos se tiene que comportar y refrenar esos feos impulsos de ser maleducado con su anfitrión. Un huésped no puede llegar insultando ni provocando ni haciendo sentir incómodo a quien te abre las puertas y te recibe.
Comportarse en estos momentos significa concentrarse en conseguir buenos resultados para México. Nada se gana con el tema de Julian Assange ni con el de Fidel Castro ni defendiendo a Maduro o a Ortega ni metiéndose con el de la Estatua de la Libertad ni todos esos dislates que sólo AMLO entiende para qué los saca a cuento. Si juega mal sus cartas, puede ser que Biden siga el consejo de Donald Trump —a quien López Obrador quiere y teme tanto— que aconseja que para negociar con el presidente mexicano hay que aplastarlo antes de que pueda abrir la boca.
Claro que a lo que va AMLO a Washington es a negociar y en una mesa de negociación para obtener hay que dar. Los estadounidenses son duros y el tabasqueño es resbaladizo. Si los presidentes de México y Estados Unidos en vez de comunicarse se ponen a ver como fastidian a su contraparte, la Historia perderá otra magnífica oportunidad de poner las cosas en su lugar y acabar con el caos migratorio que tanto daño y tanta tristeza ha traído a mucha gente.
Polarizar esta visita es perder una oportunidad de oro que ambas naciones necesitan aprovechar. Parece que el presidente Biden está de modo y quiere lograr acuerdos. No lo hace porque sea una hermanita de la caridad, necesita urgentemente tener un triunfo que lo fortalezca y eleve su popularidad. A López Obrador le conviene anotarse ese magnífico punto porque tampoco es que traiga muchos logros en su gestión.
Ojalá que el presidente López Obrador se comporte como un mandatario, que sea una buena visita porque todos los mexicanos esperamos que le vaya bien. Que sea él quien pase a la Historia y que su nombre se escriba con letras doradas y logra algo a favor de todos nuestros connacionales que migran buscando lo que en su tierra no lograron encontrar. Son muchos los que lo necesitan. Ojalá que se porte bien mientras está de visita.