Sábado, 25 Enero, 2025

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De lágrimas y risas presidenciales

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

El presidente López Obrador anda muy risueño. Mientras en la Ciudad de México el tren de la 4T se le está descarrilando, él como buen prestidigitador, provoca distracciones para que fijemos nuestra atención en otro lado: se burla de las opciones que tiene la oposición y en forma descarada destapa alternativas en terrenos propios y ajenos. El que dude de la astucia del mandatario anda papando moscas.

A pesar de tanta risa, me imagino que el presidente López Obrador anda preocupado. El accidentazo de la Línea Dorada del Metro de la Ciudad de México les salpica a sus delfines consentidos. No se ve como Claudia o Marcelo vayan a salir bien parados de semejante embrollo, si no es por la protección que se les vaya a otorgar desde el poder. Los votantes no somos tontos y hay mucha molestia por el manejo tan indolente que se le ha dado al tema. Por eso, en ese particular, las lágrimas del presidente no creo que se le hayan salido por la risa.

Tampoco creo que le haya dado mucha risa a Ricardo Monreal ver como López Obrador lo excluyó de la lista de sus posibles sucesores. Me imagino que el senador Monreal se habrá sentido muy lastimado al ver que, una vez más, no está en el radar del presidente. Ya se pelearon en otra ocasión por los mismos motivos cuando Claudia le ganó la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la CDMX y a él me lo mandaron al Senado como premio de consolación. Seguro que al zacatecano se le saltaron las lágrimas y no creo que sea porque anduviera muy contento. Ni modo.

Pero, ya sabemos como es Andrés Manuel, con ese tono socarrón y a media sonrisa se aventó a preguntar: “¿De dónde los van a sacar?, ¿quién, Claudio?, ¿la esposa de Felipe Calderón?, ¿Quadri? ¿Va a regresar Diego?, ¿Chong?, ¿quién?, ¿Loret de Mola?, porque puede ser. ¿Krauze o Aguilar?”. Y, por supuesto, ya me imagino que la ironía presidencial les ha de haber caído como piedra en el dedo chiquito del pie. La verdad es que ni son todos los que son y tampoco están todos los que quisieran estar. Pero la lista es curiosa.

Muchos se preguntarán por qué López Obrador no los incluyó. Alejandro Moreno y Ricardo Anaya se habrán sentido tan ofendidos como Ricardo Monreal. ¿Será que el presidente no les ve patas pa´ jinete? Lo cierto es que la táctica de Andrés Manuel tiene efectos: puede estar causado resentimientos y resquebrajamientos. Como el presidente no es una persona inocente, me temo que la táctica le funciona. Siempre le ha funcionado. Sigue fiel al lema “divide y vencerás”.

Porque hay algo que no le gusta al mandatario y es la alianza política que no le hizo tanto daño como creían, pero sí le asestó un golpe muy duro en un lugar muy amado. Entonces, como que le da dolor de estómago eso de ver que los líderes de los principales partidos de oposición anden de manita sudada. PRI, PAN Y PRD andan muy envalentonados y diciéndole a todos los que los quieren escuchar que serán un bloque que genere contrapesos. Se mantendrán unidos en contra de las ocurrencias presidenciales. Eso duele y ya no da tanta risa.

López Obrador sabe su oficio y conoce muy bien el terreno político. Entiende que esa alianza está edificada sobre terreno muy arenoso y por eso, se adelanta. Toma la iniciativa y les da un empujoncito para demostrar qué tan estable puede ser. De entrada, sabe que la postulación de futuras candidaturas va a ser algo complicado y que puede agrietarlos, por eso, no pierde el tiempo y aprieta los botones que pueden sacar chispas.

No obstante, la risa del presidente puede causar lágrimas tarde o temprano. Con sus delfines consentidos chamuscados, tampoco es que las tenga todas consigo. Morena tampoco es un bloque unido y al momento del dedazo, las fidelidades se pondrán a prueba. No creo que López Obrador tenga en mente señalar a Tatiana Cloutier o a Juan Ramón de la Fuente y si lo hiciera, sabe que tendría que pagar un boleto muy caro o que dejarían solo al elegido. Ya ha sucedido, pregúntenle a Josefina Vázquez Mota lo que se siente quedarse sin apoyos.

Entre las lágrimas y las risas presidenciales, los votantes tenemos que poner atención. A lo mejor nos están vendiendo espejitos. A lo mejor nos están distrayendo, dándonos algo de circo. El que dude de la astucia del presidente, anda papando moscas.

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