Martes, 14 Enero, 2025

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Dimorfo

Opinión

Jorge Luis Ramos Perez

Dimorfo

El tema parece sacado de una novela de ciencia ficción o parece que se trata de alguna película de Bruce Willis, pero una nave de la NASA se impactará contra el centro de Dimorfo, un asteroide de ciento sesenta metros de diámetro, para probar un sistema que evite un impacto de un objeto celestial que sea capaz de arrasar una ciudad entera.

Efectivamente, miramos al cielo y si somos afortunados, podremos ver las estrellas, un espacio azul sin imaginarnos que a once millones de kilómetros de nuestro planeta una sonda espacial con dimensiones similares a las de un congelador doméstico volará a toda velocidad para chocar de frente con el asteroide Dimorfo. Es la primera vez que el ser humano trate de cambiar la trayectoria de un objeto celeste para protegernos de un impacto brutal, tal vez fatal.

Según Tom Slater, jefe científico de esta misión de la NASA, un choque de un asteroide de ciertas dimensiones con la Tierra tendría una capacidad destructora que nos mandaría de regreso a la Edad de Piedra. Adiós progreso. La agencia espacial informa que hoy se conocen más del noventa y cinco por ciento de todos los asteroides de más de un kilómetro de diámetro —de esos que serían capaces de causar una catástrofe de las mismas proporciones que la que causó la desaparición de los dinosaurios de la faz del planeta—.

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No obstante, parece que a los científicos les preocupan más aquellos cuerpos de dimensiones que ronden a los ciento cuarenta metros, ya que estos tienen una capacidad destructiva similar a la de una bomba nuclear. Es decir, si un asteroide de esas medidas choca con la superficie terrestre, se abriría un hueco de dos mil metros de diámetro. Lo malo es que estos no son menos conocidos que los más grandes, no se tienen tan detectados, apenas se sabe de un cuarenta por ciento de ellos, lo que significa que existe la posibilidad de que miles de proyectiles celestes estén apuntando al planeta.

Esta no es una amenaza menor y ante una situación así lo mejor es estar preparados por si se llega a presentar semejante eventualidad. Algunos podrán creer que se trata de una gran exageración, dirán que la Tierra ha vivido tantos años sin que esa contingencia sea efectiva. Pero, desde la perspectiva de los científicos de la NASA, el hecho de que un asteroide se cruce con la trayectoria de la tierra y penetre en la superficie es tan significativa que ya aprobó dedicar trescientos veinticuatro millones de dólares para hacer pruebas.

La sonda que será enviada por la NASA tiene el nombre de DART, dardo en inglés. Fue lanzada en noviembre de 2021 y se dirige a una pareja de asteroides, que según aprecian los científicos encargados de la misión, es el experimento perfecto para ensayar su plan. Dídimo, gemelo en griego, es una roca espacial de setecientos ochenta metros de diámetro y tiene una pequeña luna a la que bautizaron Dimorfo, que en griego quiere decir la que tiene dos formas.

Dart es pequeña y ligera, mide poco más de dos metros y medio de alto por casi dos de ancho —como un congelador doméstico— y pesa quinientos setenta kilogramos. Su masa es minúscula con respecto a la del asteroide. Pero la velocidad a la que se desplaza la sonda —casi veintidós mil kilómetros por segundo— permitirá que parte de la energía de la colisión con Dimorfo frene al asteroide y modifique su órbita alrededor de Dídimo.

Esta misión es una maravilla del progreso y el adelanto científico. También es un ejercicio de puntería. Es como si un arquero apuntara a un objeto en movimiento que está a once millones de kilómetros de distancia del lugar en donde se encuentra. El trayecto de la flecha —la sonda— durará casi un año: trescientos seis días. Durante ese tiempo, los encargados de la misión estarán haciendo un rastreo al firmamento.

La sonda lleva un sistema que permitirá que DART nos revele el aspecto de Dimorfo tres cuartos de hora antes del impacto. En sus últimos instantes de vida, Dart mostrará la superficie de Dimorfo y después, nada. El impacto está previsto para el lunes por la tarde, por si acaso tienen curiosidad de elevar la mirada y preguntarse lo que está pasando en el cielo.

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