Sábado, 11 Enero, 2025

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Disciplina, disciplina, contra la COVID-19

Opinión

Editor Web

La petición del gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo a la población guanajuatense para que deje de organizar e ir a fiestas y otros eventos sociales, ejemplificando con situaciones como un jaripeo en Cortazar o las bodas en los ranchos con 2 mil asistentes, marcan dos situaciones: por un lado, tensión porque observa que parte de la población no responde a las campañas de concientización en torno al problema de la COVID-19 y por el otro, que está informado de eventos que jamás debieron realizarse.

Su solicitud-reclamo se hace en un contexto de ponderación del entorno inexistente, al momento, de seguridad para la realización de eventos como la Feria Estatal de León, que considera de importancia para la economía quienes participan en el evento como expositores. Desea abandonar pronto el color rojo del semáforo epidemiológico y acceder a un naranja que permita mayor actividad económica y que permita la prospectiva para el desarrollo de la feria, posiblemente en verano.

Sin embargo, hasta ahora las políticas que apuestan a la “buena voluntad” popular para que asuman los menores riesgos ante la pandemia han fracasado. Qué más evidencia que los 171 mil muertos en el orden nacional y casi 10 mil en Guanajuato, sin contar el excedente de muertos que nos aportan las actas de defunción, o las crisis que se viven en los sistemas de salud federal y estatal.

Difícilmente la conducta que no ha respondido a la prevención de la COVID19, en miles o millones de individuos, cambiará. Sin vacunas y con indisciplina social, será difícil llegar a un escenario que garantice que, a pesar de la baja de contagios, estos no detonen en un evento masivo como es la Feria de León. 

El otro aspecto que debe ponderar el gobernador es que en los gobiernos municipales las autoridades responsables de limitar la movilidad social han sucumbido al interés político, la negligencia, la indolencia o la franca corrupción, permitiendo que la gente se concentre irresponsablemente y no se corten las cadenas de contagios.

En el caso de León, por ejemplo, resulta increíble que el presidente municipal, Héctor López Santillana se indigne ante la acusación de corrupción que hace una representante popular de oposición en su Ayuntamiento porque se permitió un concierto de música electrónica en un antro, el Hart, donde no se respetó el mínimo protocolo. Para empezar, en rojo, no debió existir dicho evento. Las redes sociales, desnudaron lo sucedido, no su oficina de fiscalización municipal.

En lugar de exigir que su compañera de Cabildo abra una denuncia ante la Contraloría, él legalmente es el primer responsable en exigir una investigación y sanción a los responsables de haber permitido un evento, uno de muchos, que es un escándalo en las redes sociales y en el orden político. Fallaron sus subordinados, él es el jefe de la administración pública leonesa. Le preocupa más la condición político-partidaria que la salud y vida de los habitantes de León, ciudad, donde, por cierto, han muerto casi la mitad de aquellos registrados como decesos por COVID-19. El alcalde debiera saber que la negligencia también es una forma de corrupción.

Bien podría el gobernador y el secretario de Salud estatal decirle al alcalde leonés, no nos ayudes compadre, con estos hechos, cuando se desea reducir los efectos de la pandemia para que la economía pueda repuntar. Vea usted, en Sapica tienen los santos de cabeza, para poder sacar adelante su edición de marzo.

Para lograr el mundo ideal donde la feria de León se celebre nuevamente, se requiere la disciplina.

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