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También tenemos intereses

Los Estados Unidos no tienen amigos, tienen intereses. Esta sobada frase atribuida a John Foster Dulles, secretario de Estado de Dwight D. «Ike» Eisenhower, 34º. presidente de la Unión Americana, resulta siempre válida cuando de analizar la relación bilateral entre nuestro país y los estadounidenses se trata. Pero también es incompleta si no se entiende cuáles son esos intereses o los intereses de a quién representan los Estados Unidos.

La legislación mexicana para reducir el consumo de productos chatarra y alimentos procesados que son un riesgo para la salud, ya sea mostrando sus contenidos o de cerrando el paso a su venta a menores de edad o en espacios publicitarios, ha causado honda molestia en las empresas que los producen más allá del Río Bravo, que ya cabildean con su gobierno y con el nuestro.

La Cámara Hispana de Comercio de los Estados Unidos (USHCC por sus siglas en inglés) ha venido a asustar con el petate del muerto. Expresó su preocupación por estas leyes, pues afirman que perjudican la confianza de inversión en el país y, a su vez, afectarían el espíritu del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

Ramiro A. Cavazos, presidente y director ejecutivo de la USHCC, al más puro estilo del empresariado estadounidense de la primera mitad del siglo XX, afirma categórico que “los gobiernos estatales no pueden detener sectores empresariales prósperos mientras que paralizan un estímulo económico crucial para México donde la comunidad empresarial ya ha sido fuertemente afectada por el Covid-19. Este tipo de legislación dañará a nuestros miembros empresariales y a sus respectivos socios que operan internacionalmente” en una carta enviada a los gobiernos de ambos países.

Creo que el dirigente empresarial estadounidense ha equivocado el discurso y el momento histórico. Es más, parece al lenguaje que utilizaron hace muchos años los dueños de las tabacaleras estadounidenses cuando ciudadanos de su propio país les demandaron porque los cigarros causaban cáncer y ellos lo sabían, sin advertirlo al público. Por años cabildearon, presionaron e impidieron que sus cajetillas tuvieran la simple leyenda: “este producto causa cáncer”.

Científicos, médicos, movimientos sociales, activistas políticos, lograron al paso de los años que las legislaciones de Europa, Estados Unidos y México inscribieron en sus envolturas el aviso y sus publicidades en horarios infantiles, primero y luego en televisión, desaparecieron. Hoy en día el consumo de tabaco se ha reducido entre la población, aunque se sigue vendiendo pese a ser dañino, porque se les ha dado a sus consumidores la opción de optar, pero informados.

El señor Cavazos, obviamente, no considera en su petición el análisis sobre el incremento de la obesidad y enfermedades entre la población por el consumo de alimentos industrializados; mucho menos el costo que representa para nuestra sociedad el pago de miles de millones de pesos en atender a personas que reciben atención médica por estos motivos, factor, por cierto, que estuvo presente también en el asunto de las tabacaleras. Ya no hablemos de todo lo que sucede detrás de la millonaria industria de procesamiento de alimentos como la producción masiva de carne bajo maltrato animal.

Frente al derecho de los accionistas de las empresas que defiende el señor Cavazos, está el derecho de los consumidores, quienes demandamos alimentos sanos, información transparente y no abusos a costa de vidas. No estamos en el capitalismo más primitivo y salvaje, la libre empresa debe entenderse en un contexto moderno, donde hay reglas que deben proteger a la población, por ética y porque es de muy alto costo atenderles en la salud, cuando el dinero puede atender otros temas.

En México, nuestras empresas, antes que asumir posiciones tan retrógradas, podrían ver un nicho de oportunidad y vender alimentos saludables, hacerlo su fortaleza. En el país y en los Estados Unidos, crece a una enorme velocidad un mercado de consumo muy interesado en su salud.

Aviso oportuno

El castigo que ha impuesto la pandemia de Covid-19 en Guanajuato a través del desempleo que provocó el cierre de empresas, sigue sin paliarse de forma suficiente. Tardará meses en que se recupere lo perdido.

El Instituto Mexicano del Seguro Social reportó que entre julio y septiembre se recuperaron apenas 11 mil 465 puestos de trabajo, de los 50 mil 891 perdidos entre marzo y junio.

Los restantes 39 mil 426 llegarán en la medida de que la actividad económica se sostenga, pero si aumentan los contagios y muertes por la pandemia a finales de año, muchos emprendedores que están tratando de activar podrían cerrar, en definitiva. Por eso la importancia de que se tomen las medidas de sanidad en el sector privado y clase trabajadora, que hagan conciencia, al menos que lo hagan por mantener la esperanza para sus negocios y por los empleos.

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