El defensor de almas
Quién defiende con más garra su estereotipada ideología parece ser lo fundamental en la próxima contienda electoral. “Dios, patria y familia” son las prioridades del aspirante independiente, Eduardo Verástegui; veremos qué curso toma su camino mesiánico rumbo a la silla presidencial.
En 2018, Morena y Andrés Manuel López Obrador representaban la alternancia. Una gran mayoría de los votos que recibió el tabasqueño no se debieron a una cuestión de lealtad sino a la esperanza de un cambio, una ruptura con los partidos canónicos.
El próximo año, la oposición enfrentará el reto de derrocar a Morena. En la preparación de la batalla se han dado alianzas impensables, y momentos inverosímiles como la candidatura independiente del exactor Eduardo Verástegui.
Las posibilidades de que el también excantante gane la contienda son mínimas, sin embargo, su llegada a la competencia y el apoyo que ya recibe, evidenciaron cómo va ganando terreno el sector ultraderechista en la política de nuestro país.
Adiós a la farándula
En los noventa Eduardo Verástegui era sólo un sujeto atractivo que formaba parte del grupo pop Kairo. Cerca del final de esa década protagonizó junto a otras estrellas juveniles del momento la telenovela ‘Soñadoras’, una historia que parecía el resultado de mezclar ‘Requiem for a dream’ con una tragedia shakesperiana y un episodio de ‘Mujer, casos de la vida real’.
Verástegui desapareció por un buen tiempo de los escenarios para volver en la era de las redes sociales, ya no como el galán que acaparaba portadas de revista, sino como defensor de los valores familiares.
Sus comentarios provida, homofóbicos y religiosos han causado controversia en varias ocasiones. Suele suceder que lo que pasa en Twitter se queda en Twitter. La plataforma es semillero de opinólogos y analistas de ocasión, que no siempre llevan su activismo de escritorio a la acción. Sin embargo, Verástegui sí dio un paso más allá.
El pasado 31 de agosto, en su faceta de productor, presentó la película ‘Sonido de libertad’. La cinta habla sobre las redes de tráfico de infantes en América Latina, a través de la ficción busca denunciar una terrible realidad que grupos poderos encubren.
El estreno generó en su primer fin de semana casi 60 millones de pesos. Aunque es loable el propósito de la película, la controversia y morbo que ha despertado sirvieron para que Eduardo se convirtiera en tema de conversación. Y así, una vez que tuvo los reflectores encima, dio el gran anuncio: quiere ser presidente de la República.
“Dios, patria y familia”
Verástegui tiene 120 días, a partir de su registro ante el INE, para reunir las firmas del 1% del padrón electoral. Hasta entonces su candidatura será oficial.
Por lo pronto, ya cuenta con una rúbrica segura, la del empresario Ricardo Salinas Pliego. Recientes publicaciones de ambos confirman una futura colaboración.
En el video con que el activista promueve sus aspiraciones políticas, señala que los partidos políticos buscan “destruir la institución de la familia, destruir nuestros valores y pervertir a tus hijos”. Eduardo se muestra como esa alternativa al cambio que en su momento representó López Obrador.
Pero su discurso pareciera más digno de una secta religiosa que el de un futuro gobernante. Eso de que México es un Estado laico le es indiferente. En el mencionado video acusa a los políticos de sacar “a dios de nuestros hogares, de nuestras escuelas y de nuestras familias”. “Dios, patria y familia” es su lema. “Nos quieren robar el alma”, asegura también.
Conceptos abstractos que son más propios de la filosofía que de la política, conforman los argumentos con que Verástegui espera ganar adeptos.
En otro video se le va a la yugular al PAN y reprocha a sus dirigentes y militantes ser tan malos derechistas. Alude en particular a la ya candidata del Frente Amplio por México llamándola “escopeta Xóchitl calibre 666”, la exhibe en un fragmento de entrevista donde Gálvez se declara “trotskista de origen”. De acuerdo con Eduardo, Xóchitl perpetuará desde la oposición la ideología del actual gobierno (curioso, ya que otras críticas a la panista van en el sentido de que perpetuará las costumbres de la derecha pese a sus tendencias progresistas y revolucionarias).
Quién defiende con más garra su estereotipada ideología parece ser lo fundamental en esta contienda. “Dios, patria y familia” son las prioridades del aspirante independiente, veremos qué curso toma su camino mesiánico rumbo a la silla presidencial.
Realidad y ficción
En 2004, el autor de origen judío publicó ‘La conjura contra América’. Se trata de una novela donde presenta una historia ficcionalizada de Estados Unidos, un universo alterno donde en 1940 contiende por la presidencia un personaje altamente carismático: Charles Lindbergh. El atractivo y encanto de este hombre opacan sus tendencias pronazis y antisemitas.
Cuando en la vida real, Donald Trump ganó las elecciones de 2017 más poderoso del mundo, el libro de Roth fue interpretado como una profecía.
El cine y la televisión suelen parodiar la situación: un monigote célebre de pronto se convierte en la persona más poderosa del planeta. En la serie de HBO, secuela de la novela gráfica ‘Watchmen’, se trata del actor Robert Redford. En otra producción de dicha cadena, ‘Succession’, el millonario Connor Roy decide que quiere ser presidente, al sentirse respaldado por el imperio del que es dueño su padre.
Así, como mera ocurrencia, personajes sin experiencia política, alentados por fanáticos semejantes a ellos y por contactos con dinero e influencias, despiertan un día con ganas de cambiar al mundo.
Así, Eduardo Verástegui ha decidido que quiere velar por nuestras almas, proteger a “los niños en riesgo de ser abortados”, devolver a México los valores familiares.
LO SUPERFLUO: La incursión de celebridades en la política no es un fenómeno nuevo. Al contrario, parece aumentar gracias al impacto de las redes sociales.
LO PROFUNDO: Eduardo Verástegui podrá haber dejado atrás la farándula, pero ahora es la cara y voz de un sector que al tener representación en las urnas, podría cobrar fuerza.