Sí, es grave
“Tolerancia cero”, exigió Jenni Hermoso en sus redes sociales en el caso Luis Rubiales. Visibilizar el hostigamiento, levantar la voz no basta. Se requiere dejar de cuestionar “¿de verdad es para tanto?”, urge combatir la normalización de dinámicas misóginas (que ya abundan en el mundo del deporte).
La escena es incómoda de principio a fin. Luego de ganarle a Inglaterra en la final del Mundial Femenino de Futbol, el pasado domingo 20 de agosto, el equipo español recibió sus respectivas medallas, un abrazo de la reina Letizia, y efusivas felicitaciones por parte de Luis Rubiales.
El presidente de la Federación Española de Futbol (RFEF) estrechó a las jugadoras mientras las besaba cerca del cuello, y al llegar el turno de la delantera Jennifer Hermoso, la besó en la boca.
Todo ocurrió frente a las cámaras de la prensa internacional. Sin embargo, cuando la atleta manifestó su incomodidad ante el gesto no consensuado, y Rubiales intentara defenderse de las acusaciones, la RFEF lanzó un comunicado en el que aseguró “Las pruebas son concluyentes. El sr. presidente no ha mentido”. El organismo anunció, además, acciones legales en contra de Hermoso.
Una mujer enfrentándose a todo un aparato de poder que encubre el acoso y minimiza el machismo, la historia de siempre. La falta de sanciones ejemplares fomenta que ciertos comportamientos escalen a todo tipo de abusos, y fomenta sobre todo la impunidad.
“¿Es tan grave?”
“¿Es tan grave como para que yo me vaya, habiendo hecho la mejor gestión del futbol español?”, preguntó el pasado viernes Rubiales, en la asamblea de la RFEF donde se esperaba anunciara su renuncia. Pero enseguida, con voz firme advirtió cinco veces “¡no voy a dimitir!”. Al enfocar la cámara a la audiencia, sólo los hombres presentes aplaudieron el discurso mientras las mujeres, anonadadas, callaron.
En el transcurso de la semana salió a la luz el testimonio de Tamara Ramos, exempleada de la Asociación de Futbolistas Españoles. “No le hagan caso a esta preñada. Las neuronas se le han ido”, le dijo Rubiales cuando trabajó para él, durante su embarazo. Ramos afirma que el directivo también solía preguntarle el color de su ropa interior y le asignaba tareas personales que nada tenían que ver con sus funciones.
El talento, la eficiencia, la capacidad para guiar a un equipo hacia el triunfo en un mundial, ¿justifican que personajes como Rubiales se salgan con la suya siempre? Pareciera que sí. Cuando se ventila un abuso por parte de alguien con cierto poder, la desgracia es cómo arruinó su carrera, cómo afectó a su familia, cómo un error echa a perder toda una vida. No se habla de que en ocasiones no se trata sólo de un error, de un hecho aislado, sino de una conducta sistematizada que se encubre gracias a la posición del agresor.
Tampoco se habla del daño irreversible a las víctimas. Jenni hermoso confesó en su cuenta de X (Twitter) que tanto su familia como ella fueron amedrentados por la Federación Española de Futbol para modificar sus declaraciones respecto a lo ocurrido el 20 de agosto. La futbolista se negó, se mantuvo firme a sabiendas de que, aunque cuenta con el apoyo del sindicato del que forma parte y de todas sus compañeras, podría truncar su trayectoria en este momento crucial, histórico.
Esto nos recuerda el caso del productor de Hollywood, Harvey Weinstein. Luego de las denuncias de las actrices Asia Argento y Rose McGowan trascendieron muchas más, e historias de carreras sepultadas por no ceder a las exigencias del ejecutivo; un ejemplo: Mira Sorvino, quien estuvo fuera de los escenarios por dos décadas al cerrársele todas las puertas.
Tolerancia cero
Luis Rubiales celebró desde el palco el triunfo de la selección española llevándose la mano a la entrepierna y haciendo un gesto obsceno. Esto, a unos metros de la reina Letizia y su hija adolescente. La euforia del momento justifica siempre este tipo de manifestaciones en el deporte, fue el mismo argumento que usó el directivo para besar a Jennifer Hermoso.
Rubiales emitió una simple disculpa al día siguiente. La RFEF le aplicó sólo una amonestación, el equivalente a un “no lo vuelvas a hacer” dirigido a un niño travieso.
Minimizar es siempre el primer paso rumbo a la impunidad.
Pero la FIFA decidió suspender a Luis Rubiales provisionalmente “de todas las actividades relacionadas con el futbol a nivel nacional e internacional”. El organismo también le ordenó abstenerse de contactar a Jenni.
“Tolerancia cero”, exigió Hermoso en sus redes sociales. Visibilizar el hostigamiento, levantar la voz no basta. Se requiere dejar de cuestionar “¿de verdad es para tanto?”, urge combatir la normalización de dinámicas misóginas (que ya abundan en el mundo del deporte).
En la defensa de las víctimas siempre pagan justos por pecadores. Once integrantes del cuerpo técnico de la selección femenil presentaron su renuncia a la Federación Española de Futbol para solidarizarse con Hermoso y todas las jugadoras que han atravesado por situaciones similares.
Jenni es la máxima goleadora de su país con 51 anotaciones en 101 partidos, juega además para el Club Pachuca en México. Hay que decirlo con todas sus letras, su carrera no brilla como la de Luis Rubiales porque es mujer. Pero brillan su integridad, su valentía, la fuerza para enfrentar a una organización poderosa que tristemente podría retirarla de las canchas.
LO SUPERFLUO: Un hombre, sobre todo uno poderoso, siempre podrá justificar cualquier atropello en contra de una mujer, sobre todo si es su subordinada.
LO PROFUNDO: Cada vez son menos las mujeres dispuestas a tolerar y callar. Por desgracia, al hacerlo deben estar dispuestas a sacrificar su trabajo, su carrera, su futuro.