El presidente necesita vacaciones
López Obrador y su relación con los periodistas
Se pueden decir muchas cosas del presidente López Obrador, pero creo que pocos podrán decir que es un hombre flojo. De hecho, creo que muchos podemos coincidir en que es una persona laboriosa y que disfruta el ejercicio de su posición. Le encanta trabajar. Se levanta temprano, cada mañana está en sus conferencias mañaneras y de ahí se dedica a una serie de actividades que nos llevan a deducir que anda ocupado todo el día. Pero, hasta el más fuerte se cansa y al más energético se le acaba la pila. El cansancio es el mejor consejero de las pifias, de los errores y de las malas decisiones. Hay signos que nos hacen ver que el presidente necesita vacaciones para aclarar el pensamiento y recargar pilas, porque las huellas del desgaste son muy evidentes.
Da la impresión de que el señor presidente sufre de algo que se conoce como síndrome de fatiga crónica. Se trata de un trastorno complicado que se caracteriza por fatiga extrema que dura al menos seis meses y que no puede explicarse por completo por una afección médica subyacente. La fatiga empeora con la actividad física o mental, pero no todo son malas noticias, hay buenos augurios: mejora con el descanso. Alguien debiera decirle al presidente López Obrador que un descanso le vendría bien y que tomar vacaciones sería una buena idea.
Me parece que los asesores de López Obrador no se atreven a decirle que es normal sentirse débil, mentalmente agotado y menos dinámico en algunas ocasiones. Es evidente que el presidente está cansado. La fatiga física va a acompañada de la extenuación mental. Es humano sentirse cansado. Puede ocurrir por una falta de sueño y está claro que los últimos acontecimientos relacionados con su familia no lo han dejado dormir en paz. La falta de sueño provoca que nuestro cuerpo se sienta más débil.
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Además, el cansancio mental se da por una sobrecarga de flujo de pensamiento. Me parece que López Obrador anda rumeando sus pensamientos, le da vueltas y vueltas para ver cómo salvar la cara y darle un giro glorioso a los temas familiares. Que si exponen la mansión de un hijo, que si van por los otros, que si su hermano anda despotricando en su contra en redes sociales, que si al otro ya lo agarraron con las manos en la masa. Son tantos temas que a su vez, desembocan en la producción de estrés. Está claro que al presidente le preocupa estar perdiendo popularidad. Semejantes mortificaciones, con el tiempo, se convierten en un estado de ansiedad muy perjudicial para la salud mental.
Las situaciones de tensión y el encadenamiento de problemas son los principales factores de este agotamiento que, en la mayoría de las ocasiones, se resuelve una vez que los problemas desaparecen. Pero, el señor presidente no se da descanso. Una mañanera y otra también sigue insistiendo con el tema. Se mete en una espiral poco virtuosa que en vez de ayudarlo a recuperar su apreciada popularidad, lo lleva a ir en caída libre a peso completo. López Obrador se metió en un círculo vicioso y se le ve perdido en un laberinto. Perece que va con los ojos vendados tratando de darle de palos a la piñata. No le atina.
Luego, sus fanáticos lo quieren ayudar y en vez de sacarlo de ese circuito de pifias, en vez de servirle de catapulta, lo hunden más. Y, es que nunca como ahora, al presidente le vendría bien un consejo: váyase de vacaciones señor presidente. Todos nos merecemos un descanso que nos ayude a refrescar las ideas, nos ayude a calmar las ansias y nos clarifique el pensamiento.
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La solución más común para acabar con el cansancio mental es controlar los pensamientos y ser conscientes de que la mayoría de los problemas que vemos a nuestro alrededor, se pueden solucionar. Al presidente le falta leer más, ver una buena película, escuchar música, bailar con su mujer, hacer ejercicio o entretenerse en actividades lúdicas que le permitan mantener una buena higiene mental.
Porque, lo que se ve, no se juzga. El tema de la exposición de sus familiares lo tiene nervioso, cansado y desilusionado. Está tan nervioso, que se le entrecorta la voz y anda descontrolado. Unas buenas vacaciones le devolverán esa astucia con la que siempre se ganó el favor de tantos fanáticos que le han creído todo lo que le cuenta. Pero, así como está, le va a ser difícil. Váyase de vacaciones, señor presidente. Descansar es una buena idea.