Entre Karl Marx y Groucho Marx
Ricardo Homs
Este gobierno pretende proyectarse como de izquierda, sin serlo. La bandera de la izquierda —asumida con vocación, congruencia y responsabilidad—, es muy respetable, pues habla de sensibilidad social, solidaridad y compromiso con el prójimo. La nueva izquierda latinoamericana no es más que una conspiración mafiosa para mantener el poder.
Por ello, podemos decir que a Morena le queda grande la promesa de transformar a México.
El problema actual de México no es ideológico. El Foro de Sao Paulo no es más que un club de dictadores obsesionados con el poder, y no un proyecto social de izquierda que pretende desarrollar a Latinoamérica de modo integral.
La estrategia morenista de dividir a los mexicanos entre izquierda y derecha, conservadores y liberales, patriotas y traidores, -entre otras clasificaciones-, parece ser una de las estrategias de la propaganda política desarrollada por Joseph Goebbels hace más de ochenta años, más que una narrativa espontánea conceptualizada por un político contemporáneo.
Existen voces inteligentes y críticas en Morena —comprometidas con su ideología—, y por supuesto lo reconocemos.
Es precisamente a esa minúscula minoría morenista —culta y con visión universal—, a la que debemos ofrecer un verdadero puente de comunicación para construir un gran proyecto de país. Hoy las ideologías ya no nos dividen, sino la obsesiva búsqueda del poder de quienes dirigen a Morena y a este gobierno.
Todo indica que el mundo está pasando por un periodo de transición que nos dirige hacia un nuevo modelo de sociedad y de estructuras políticas.
Utilizando las palabras de Antonio Gramsci, quien dice — palabras más o palabras menos— que un país entra en crisis cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina por nacer, es que podemos visualizar la crisis en que hoy está sumido el mundo y México como parte de él.
Es evidente que el modelo actual de estructura social y política en todo el mundo ha caducado. Por ello el ciudadano está en busca de un nuevo perfil de líderes, que ingresen a la política con visión fresca y ciudadana.
Pensar que ese modelo disruptivo y fresco de propuesta social y política que hoy exige la ciudadanía lo representa la 4T, es una ofensa para quienes sí tienen una visión de futuro.
Por si no lo viste: PRI y Morena aprueban presencia de militares en las calles
La 4T es una versión maquillada de lo más arcaico de la política setentera del viejo PRI, a la que podríamos denominar “pre neoliberal”. Es precisamente en ese PRI autoritario en el que se formó nuestro presidente en sus inicios políticos. Su punto de partida son conceptos arcaicos, propios de este mundo que ya ha caducado.
Entre las estrategias para imponer candados que impidan revertir las decisiones actuales del Poder Ejecutivo, podemos interpretar la militarización del país, que otorga a las fuerzas armadas responsabilidades que exceden con mucho las atribuciones que les confiere la Constitución.
Esto significa imponer a las fuerzas armadas la responsabilidad de garantizar la irreversibilidad de las decisiones de hoy, para que los próximos gobernantes no puedan modificar en el futuro el proyecto político impulsado por el presidente López Obrador. En lugar de hacerlo jurídicamente, se hace a través de convertir al Ejército en albacea del supuesto “legado” de la 4T.
¿Qué presidente de la República intentará en el futuro revertir atribuciones que hoy ya tienen las fuerzas armadas?
PD…
Karl Marx fue el ideólogo del comunismo a partir de su libro “El Capital”. Sin embargo, Groucho Marx fue un actor, humorista y comediante norteamericano de los inicios del cine mudo, filmado en blanco y negro.