Viernes, 10 Enero, 2025

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Entre machos y machistas

Opinión

Cecilia Durán Mena

 

El tema de los machos y machistas es uno de los asuntos sustanciales de la cultura mexicana y aunque sabemos que no es un atributo deseable, se sigue ejerciendo tanto que ha pasado a ser parte del lenguaje y actuar cotidiano. El lenguaje y las actitudes machistas se hacen presentes y no son fruto de un descuido o flor de una distracción. El hecho de que sean de uso tan común no implica que sea un tema correcto, al revés. Asusta cuando nuestros gobernantes son capaces de mostrarse como machos en forma tan descarada. Lo sucedido con la ministra Piña en el marco de la celebración del cinco de febrero es algo que nos llama a reflexionar y los dichos del presidente López Obrador en torno a ella, encienden los focos de alerta. Indignan.

 

Hay que ser claros, no se trata de una descortesía que un hombre no le dé el paso a una mujer o que sea una ocurrencia que AMLO diga que es gracias a él que Norma Piña está en la presidencia de la Suprema Corte de Justica; se trata de algo más grave: es una muestra de machismo. A las cosas hay que denominarlas por su nombre. El macho es un hombre que no ve a la mujer y se pasa primero, muestra una actitud machista que no valora las competencias y la trayectoria de una profesional que llegó a esa posición por merecimientos. Hay que ser claros: la presidenta de la Suprema Corte de Justica no le debe al presidente la silla que ocupa. Pero, él cree que sí.

 Cuando somos conscientes de esta realidad destructiva, estamos en posición de cambiarla; cuando la negamos, abonamos a esta perversión que pone techos de cristal, que postra a más de la mitad de la población en México y se lleva de corbata al resto, que vulnera la identidad de las mexicanas y que pone en peligro de abuso, maltrato y muerte. El Estado debe proteger a sus ciudadanas, no atacarlas, no dejarlas de ver. El presidente la dejó de ver. No se trata únicamente de Norma Piña, sino de todas las mexicanas que no se ven desde el púlpito presidencial. Es grave.

Observando estos comportamientos adivinamos que esta lógica anuncia dos cosas: la identidad individual del titular del ejecutivo y la tolerancia social. Es momento de alzar la voz y decir ¡basta! Ya estuvo bien que la aspiración de ser muy machos se valore como un orgullo nacional. La triste referencia de una idea de México como un país de machos se reafirma con un presidente machista. No queremos eso.  No es exagerar, es hacer un juicio crítico a los machos y a este país machistas. Tal es la relevancia y el ámbito de importancia de lo que pasó con la ministra Norma Piña y lo que refleja el trato que le dieron el pasado cinco de febrero.

Habríamos de comenzar reconociendo que el machismo es un estereotipo deleznable, es una característica que no deseamos porque trae consigo perversidades y destrucción. El machismo y las actitudes machistas son de esas imágenes típicas que, bajo un paraguas, compactan información de una realidad que funciona como espejos a través de los cuales nos reflejamos, nos auto reconocemos y reconocemos a los otros. Erradicar el machismo empieza por observarlo, notarlo y rechazarlo. Estas conductas no son aceptables en ninguna esfera, mucho menos en la persona que lleva la embestidura de presidente de la República y que nos representa a todos los mexicanos.

Eso, por supuesto, no es lo que queremos ser como sociedad del siglo XXI. Esa no es la transformación que las mexicanas buscamos en este país. El machismo y los machos son muestra de lo que existe al interior de algunas de las mentalidades que dirigen nuestros destinos. La gravedad de este tema es que parece un juego, parece que estamos frente a un conjunto de cajas que contienen más cajas y se van depositando de un estereotipo a otro, cualidades, habilidades, defectos, valores, que debiendo ser criticados, anulados y desterrados son ejercidos.

El machismo y los machos nos dañan a todos. Este hecho real, violento y objetivo viene en paralelo con aspectos de tipo cultural, imaginario, de denominación de parte del poderoso. El machismo tiene características salvajes de una naturaleza que quiere dominar y sojuzgar. Esa es la más dura de todas las divisiones. Sabemos que una característica de éxito de la 4T es dividir para vencer. El machismo fragmenta y desgarra el tejido social. No. No queremos seguir entre machos y machistas.

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