Las lecciones de Otis
La madrugada del pasado miércoles 25 de octubre, el huracán Otis, de categoría 5, tocó tierra en Acapulco, Guerrero, destruyendo la ciudad y 5 municipios más (Coyuca de Benítez, Benito Juárez, Atoyac de Álvarez, Xalpatláhuac y Tecpan de Galeana) considerándolos como zonas de desastre por el gobierno.
Se ha argumentado que la tragedia por la devastación que dejó este huracán habría podido evitarse si los pronósticos y avisos de protección se hubieran compartido con la población. Será materia de análisis para los expertos y cuerpos de protección civil si ante la veloz evolución de este fenómeno podría haberse llevado a cabo un desalojo masivo en pocas horas, así como efectuar una revisión de los diferentes protocolos que permitieran estar mejor preparados ante tal eventualidad, que pasó de tormenta tropical a huracán categoría cinco (la máxima en este tipo) en menos de 55 horas, y que a decir del gobierno no pudo ser previsto por ningún modelo matemático ni autoridad meteorológica a pesar de que el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos fue avisando de esta rápida evolución durante todo el martes 24 informando por la tarde que sería un evento catastrófico.
Una vez desatada toda la fuerza de Otis el panorama es desolador. Acapulco, uno de los centros turísticos más emblemáticos del país, habitado por poco más de 800 mil ciudadanos (de los cuales aproximadamente 9 de cada 10 viven de la actividad turística) se quedaron en pocas horas sin nada, lo que produjo una ola de saqueos a tiendas de autoservicio para hacerse de víveres indispensables para sobrevivir, así como de otros enseres (motos, televisiones, electrodomésticos, etc.) que a decir de la población afectada permitirán ser utilizados como insumos para la vida cotidiana, medios de transporte o moneda de cambio ante la falta de empleo y obtención de recursos económicos en el corto y mediano plazos.
En este sentido la implementación de programas de reparto de despensas (que ya se lleva a cabo), empleo temporal, ayuda económica, patrimonial (vivienda, lanchas, botes, automotores) y salud es indispensable, no sólo en el puerto y zona de la costera de Acapulco, a la cual se le ha dado mayor relevancia, sino también a las colonias populares y demás municipios afectados donde la ayuda llega con mayor demora y los daños fueran considerables al contar con viviendas precarias, así como ser objeto del desbordamiento de ríos y deslaves. Hasta el día de hoy la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas, a través del plan DN-III y el Plan Marina, han desplegado poco más de 18,000 elementos, suministrado 73,429 despensas, 700,975 litros de agua, así como haber instalado 6 cocinas y 5 comedores móviles. Al respecto la ayuda, que ha sido suministrada directamente por las Fuerzas Armadas, mismas que han sido objeto de diversos cuestionamientos por supuestos abusos, responde a la lógica de auxiliar, atender y procurar condiciones de seguridad a la población afectada.
Y si bien ha habido un avance en el restablecimiento del servicio y suministro eléctrico, la mayoría de las casas, hoteles y negocios no cuentan con las condiciones para tener luz siguiéndose observando filas para la carga de celulares, compra de combustibles y entrega de despensas. En términos sanitarios, deben cubrirse con cal miles de lugares anegados que eviten la propagación de diversas enfermedades como el dengue, llevar a cabo la recuperación de cuerpos y cadáveres animales, así como contar con espacios para la eliminación de desechos e instalaciones sanitarias (duchas, sanitarios, agua potable).
La recuperación económica tendrá que ver con el financiamiento que desde el gobierno pueda llevarse a cabo para diferentes rubros. En términos concretos, la reconstrucción tendrá que ver principalmente con los seguros y la capacidad económica de los propietarios para reconstruir negocios (hoteles, restaurantes, centros de entretenimiento) y vivienda. Desafortunadamente no todos tendrán la capacidad para hacer frente a estos retos por lo que veremos una transformación radical, en términos de reconstrucción, de las áreas afectadas por Otis.
En materia de seguridad debe preverse que no se den saqueos entre la misma población, situación prevista por los ciudadanos organizándose para su defensa levantando barricadas y guardias permanentes. En términos del crimen organizado, mismos a quien el huracán también afectó sus actividades a partir de la destrucción de bodegas, pérdida de producto, puntos de venta, rutas de tráfico, cobros de piso, trata de personas, entre otros, ha optado por buscar otras formas de financiamiento entre las cuales la rapiña (cajeros, bodegas de bancos, electrodomésticos), control y venta de combustibles, medicinas, comida, agua, seguridad, entre otros, deben ser elementos a considerar.
Si bien muchos factores más quedan fuera de este espacio, y que deberemos revisar, la solidaridad del pueblo mexicano con nuestros hermanos guerrerenses es digna de apreciar y emularse organizándose para el envió de ayuda, búsqueda de personas, remoción de escombros, entre muchos otros, que permitirán, junto a la participación de los tres niveles de gobierno, llevar a cabo la reconstrucción de lo que en una noche se perdió y que llevó décadas en consolidar.
@ottorenecaceres