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Cuando la limosna es tarde, ni los santos la agradecen

Los franceses tienen un dicho heredado de Luis XIV quien solía decir que la puntualidad es la cortesía de los reyes. Efectivamente, estar a tiempo es un reflejo de quienes somos, nos muestra de cuerpo entero ya que deja ver aquello que es importante para nosotros, da cuenta de nuestras filias y fobias, de nuestras simpatías y de nuestros intereses. Por eso, llegar tarde se toma como desinterés y ser puntual habla del cuidado que pusimos para que las cosas estuvieran en tiempo y forma. El tema toma mayor relevancia cuando se trata de una cortesía diplomática. López Obrador se atrasa y queda en un grupo muy desventajoso al no felicitar a tiempo a Joe Biden por su triunfo.

No se entiende la reticencia del presidente mexicano para rendirle una cortesía a quien será su contraparte. Se entiende menos cuando otros mandatarios en el mundo ya lo hicieron. Incluso Nicolás Maduro se le adelantó a López Obrador. Sólo AMLO sabe lo que está pasando por su cabeza. Muchos piensan que este retraso se debe a su propia historia. Sigue mascando el bocado amargo de haber perdido las elecciones contra Felipe Calderón y que muchos jefes de estado suscribieron esta derrota felicitando al ganador de aquella contienda antes de que se dieran los resultados oficiales. Si eso es así, Andrés Manuel se olvida que no lo va a felicitar por cuenta propia sino en el nombre de México como nación.

Otros creen que quiere guardarle cierta cortesía a Donald Trump porque no quiere que, en el tiempo que le resta al presidente de los Estados Unidos, el hombre la vaya a tomar contra México y empiece a ejercer acciones que nos puedan perjudicar. Puede ser que López Obrador le tenga miedo y por ello, en vez de tenerle una cortesía Joe Biden, prefiere reservarse la felicitación. A la larga, estos temores y temblores pueden resultar peor. El próximo presidente de los Estados Unidos no va a ser el actual residente de la Casa Blanca y estos son los momentos para tender puentes de encuentro y no para elevar muros con la nueva administración.

En el fondo, parece que esta desatención si tiene su origen en el temor. Creo que no nace del que todos perciben a primera vista. Me temo que es el miedo que nace de ver lo que le sucede a líderes lenguaraces y bocones. Desde que Donald Trump empezó con sus aspiraciones presidenciales, hizo del cinismo su sello de la casa, no tuvo empacho en prometer lo que jamás iba a conseguir, dividió a su país, elevó la bandera del pleito, del encono, azuzó a su cantera de votantes y se regodeó agitando el avispero. Por supuesto, Trump nunca pensó que iba a terminar todo picoteado. Y, eso debe tener a López Obrador asustado.

Así como nuestro presidente, Trump tiene una base de admiradores que lo siguen queriendo y que lo apoyarán siempre. Pero, quedó demostrado que eso no basta. El soporte de la gente que aguanta a pan y agua, que no ve que llegan los beneficios prometidos, que no encuentra las respuestas que les prometieron, que tienen la capacidad de cuestionar y de ver que el rumbo que les dijeron que iban a segur no es la dirección que se está tomando, avientan la fidelidad por la borda. Imagino que eso es lo que López Obrador está observando y no le gusta.

Y, aunque el presidente de México tiene sus razones para no haber felicitado de forma puntual a Joe Biden —sean las razones que sean y que nada más él conoce en realidad—, lo cierto es que se perdió una oportunidad que no va a volver. Este tipo de circunstancias son únicas y si no se hace lo que se debe en el momento preciso, ya no se puede revertir el tiempo. Ahora, tocará al cuerpo diplomático hilar fino para descoser la tosquedad. No será fácil y aunque muchos piensen que tampoco es para tanto, lo es. Joe Biden será el presidente de los Estados Unidos que es nuestro socio comercial, con quien compartimos la frontera más basta, en donde tenemos tantos intereses que impactan la vida nacional.

Dice el dicho popular que cuando la limosna llega tarde, ni los santos la agradecen. Así es en la diplomacia, cuando las cosas no se hacen a tiempo, hacerlas después implica haber llegado a tarde, y puede ser que sea demasiado tarde. Me preguntó cuáles serán las verdaderas razones del presidente de México para ponernos en esa tesitura. 

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  • Cecilia Durán Mena
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