Los cuatro jinetes que quieren sacudir a México
Si Donald Trump quiere hacer una "invasión suave" en México, ya va a tener al hombre ideal de avanzada en territorio nacional: un exmilitar formado en el cuerpo de élite de las Boinas Verdes que trabajó veinte años en la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Si quiere (¿otra vez?) realizar una operación secreta para llevarse a Estados Unidos a un alto capo de la droga, si quiere enviar un comando de soldados con alto entrenamiento para extraer a una pieza clave del rompecabezas del crimen, si quiere realizar una operación bajo el radar para que un dron lance un misil que destruya un laboratorio clandestino, su hombre en México, Ronald Johnson, tiene la formación perfecta.
Su selección de quien será el embajador de Estados Unidos en México es un mensaje claro, difícil de malinterpretar.
Por primera vez en la historia, a la alineación titular de la política exterior del gobierno de Estados Unidos le corre el tema latinoamericano por la sangre. Me explico. Antes, secretarias y secretarios de Estado vibraban con Medio Oriente. Tenían en esa zona del mundo buena parte de su experiencia, sus contactos y su misión. China fue cobrando cada vez más relevancia. México y América Latina venían muy atrás.
La nueva alineación ha dedicado su vida y su capital político a Latinoamérica. El próximo secretario de Estado es Marco Rubio, uno de los políticos más vocales contra las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Y contra el régimen obradorista en México: Rubio acusó a López Obrador de haber "entregado regiones de su país a los cárteles de droga" y de ser "un apologista" de los tiranos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Ese hombre encabezará la política exterior estadounidense. Lleva como una de sus manos derechas al exembajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, que conoce más a México que muchos mexicanos y lee bien las venas del régimen obradorista: "Ha adoptado básicamente una actitud de dejar hacer a los cárteles". La pinza cierra con el perfil del nuevo embajador, Ron Johnson, ex militar de élite y ex agente de la CIA.
No parecen tener perfil como para permitir que el gobierno mexicano siga siendo alcahuete de narcos, dictadores, fayuqueros chinos y traficantes de personas.
Por años, México se benefició de no ser una prioridad en la bandeja geopolítica estadounidense. Escondidos a media tabla de las prioridades, pudieron hacer y deshacer en corrupción, democracia y seguridad. Robaron, destruyeron instituciones, se coludieron con el narco. Estados Unidos reaccionaba tarde o no reaccionaba. Con la triada Rubio-Landau-Johnson (RLJ), difícilmente se va a repetir esa historia, al menos en los próximos cuatro años. Sobre todo, porque arriba de ellos… está Trump. Vaya cuatro jinetes.