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Más de la evolución del idioma

Opinión

Enrique R. Soriano Valencia - Chispitas del lenguaje

Enrique R. Soriano Valencia

El   idioma   evoluciona   junto con la sociedad. Esto ya lo he comentado   en   varias   ocasiones. Si la sociedad cambia, es natural que el idioma también lo haga pues es el instrumento  para  describir,  atrapar  o  comprender  la  realidad.  Entonces, los hablantes  necesitan  de  vocablos que le refieran, reflejen o describan el entorno.

Pero   con   esa   lógica,   solo   podría  darse  cabida  a  vocablos  nuevos    (neologismos),    acorde    a  los  avances  científicos,  técnicos o comerciales. Sin embargo, el  dinamismo  de  la  sociedad  es  mucho  más  complejo.  Cuando  alguien  dice,  comenta,  trastoca  o se le ocurre un vocablo y le satisface,  se  adopta.  Entonces  un  determinado    grupo    mantiene    vigente esa voz. Y si, por alguna razón,  un  grupo  mayor  la  escucha y refleja totalmente su sentimiento, entonces se adopta.

Así  llega  a  multiplicarse  el  efecto  hasta  que  un  país  o  una  región  termina  por  incorporar  ese  término  y  con  el  paso  se  recoge  en  el  Diccionario,  para  que  los  demás  hablantes  sepan  de qué trata o a qué se refiere la palabra.

Aquí  en  México  para  todos  es   común   y   se   comprende   la   intención  de  güey  (ya  recogida   en   el   Diccionario   oficial).   De  centrarme  en  vocablos  aquí  comunes,  no  se  comprendería  exactamente el punto que deseo destacar.  Por ello,  pongo  como  ejemplo  una  voz  muy  utilizada  en España, poco común en México: flipar.

También  ya  recogida  en  el  Diccionario,  flipar  es  un  vocablo  utilizado  para  cuando  algo  maravilla,  agrada  o  sorprende:  «Flipo con tu nueva moto». Por supuesto,  se  refiere  a  que  le  ha  causado  sorpresa  o  agrado,  o  ambas  condiciones  para  quien  lo enuncia.

El  origen  de  la  palabra  flipar  procede  del  inglés  to  flip  out,  que  se  usa  en  el  habla  inglesa para cuando alguien pierde  el  control  a  causa  de  una  droga.    Las    otras    acepciones    fueron incorporadas con el uso en España.

Por   supuesto,   pasó   por   el   proceso   antes   descrito.   Según   tengo   entendido   empezaron   a   usarlo   muchachos   en   Madrid   y  terminó  por  generalizarse  a  todo  el  país,  pues  satisfizo  este  sentido   de   sorprenderse   emocionalmente  por  algo.  Aquí  en  México   muchas   personas   utilizan   el   verbo   alucinar,   para   asombrarse, pero no está incorporado  los  sentidos  de  maravillarse o disfrutar.  Algunas    de    las    palabras    que  nos  son  poco  usuales  en  México,  pero  que  ya  son  muy  comunes  en  otras  latitudes  de  la  amplia  zona  donde  se  habla  español, son:

1.   Palabro,   se   aplica   para   palabras  raras  o  mal  dichas. 

2.  Asín, se trata de un el vulgarismo, es decir, para la forma incorrecta  de  decir  así. 

3.  Culamen,  es  una  forma  trastocada  mucho  más  vulgar  para  referirse  a  las  nalgas.

4. Descambiar, es un vocablo  muy  práctico,  sobre  todo  cuando se regresa una mercancía y se reclama el dinero.

5. Abracadabrante, es un adjetivo aplicable para   cuando   algo   sorprende   y   desconcierta. 

6.  Vagamundo,  es  claro  el  sentido  del  vocablo  por  las  palabras  que  la  integran  (va-gar   y   mundo);   no   obstante,   en   México no ha desplazado a vagabundo pues sigue muy arraigada.

7.    Friqui  o  friki,  es  un  vocablo  procedente    del    inglés    freaky,    que se aplica a algo extravagante, raro o excéntrico.

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