"Me caía mejor el anterior"
La química entre los políticos y gobernantes suele ser un factor determinante en las relaciones internacionales entre los gobiernos de los países. Hay presidentes o primeros ministros que la tienen y que añaden a la relación entre sus gobiernos una cierta simpatía o coincidencia que facilita y hace fluir las relaciones diplomáticas, y hay otros que nunca la logran y que mantienen una relación simplemente oficial.
Y entre la presidenta de México y el recién estrenado presidente de los Estados Unidos no hay, hasta el momento, esa química que genere algún tipo de simpatía, respeto o reconocimiento. Primero porque no se conocen personalmente y ninguno de los dos ha manifestado, hasta ahora, la intención de conocerse, y segundo porque no existe entre los dos ningún punto de referencia ni política, ni generacional ni personal, y más bien se ubican los dos mandatarios en los extremos de las ideologías de izquierda y de derecha.
Solo una vez, hasta ahora, han hablado vía telefónica y lo hicieron solo de manera protocolaria después de que el ahora presidente de los Estados Unidos fuera declarado ganador contundente de las elecciones presidenciales de noviembre pasado, pero desde esa primera llamada surgieron desencuentros y diferencias en las interpretaciones de aquella plática, algo que volvió a suceder en sus contactos posteriores.
Es decir que, claramente no ha habido hasta ahora conexión o coincidencia entre la doctora Sheinbaum y el magnate Trump, que comenzaron su relación con el pie izquierdo y que no han tenido hasta ahora embajadores o intermediarios que fomenten y acerquen la relación bilateral entre México y Estados Unidos.
Quizás por eso cuando le preguntaron recientemente, en una fiesta en la víspera de su toma de posesión a Donald Trump cuál era su opinión de la presidenta de México, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, el ahora presidente estadunidense respondió con cierto desenfado: "Me caía mejor el anterior".
Los que escuchaban en la mesa donde el festejado Trump dio su breve opinión sobre la mandataria de México cuentan que en aquel festejo, donde hubo varios mexicanos del mundo empresarial y ninguno del mundo político, el nombre de México no era precisamente el más presente en aquella reunión donde prevalecían nacionalidades como la argentina, cubana y salvadoreña.
La anécdota viene a cuento porque hasta ahora es un misterio y una interrogante cómo será la relación política y personal entre al nuevo presidente de Estados Unidos y la presidenta de México, que de inicio estará marcada por las diferencias que existen entre ambos sobre el tono y las prioridades de la relación entre sus gobiernos, pues mientras Trump ha manejado un discurso agresivo y amenazante hacia su gobierno, Sheinbaum no ha variado su ofrecimiento de "diálogo, negociación y coordinación" en las relaciones entre los dos países.
De todos es sabida la extraña relación que se trabó entre Donald Trump y el expresidente López Obrador en la que, por más que el mandatario estadunidense atizara su discurso antimexicano y antiinmigrante, incluso con amenazas de aranceles y sanciones contra México, el gobernante de México no dejaba de referirse a él como "una buena persona" y "un amigo".
Muchos llegaron a compararlos y a considerarlos lo mismo paralelos en la política que opuestos que se atraían, pero lo cierto es que entre Trump y López Obrador sí llegó a darse esa química que los hacía coincidir y hasta ponerse de acuerdo a pesar de sus enormes diferencias políticas e ideológicas.
Tal vez por eso ahora que le preguntaron a Trump de su opinión por la mandataria mexicana, el único referente que encontró fue su cercanía con el expresidente mexicano a quién dice preferir el mandatario estadunidense.
Va a ser interesante ver cómo se desarrollan las relaciones entre el presidente Trump y la presidenta Sheinbaum a partir de los primeros desencuentros y diferencias, y qué tanto entre los dos mandatarios fluye algún tipo de química o si de plano su interlocución se limita a los asuntos oficiales en un contexto que se avizora complicado y tenso para la vieja y compleja relación bilateral entre los dos países.
NOTAS INDISCRETAS…
Toda buena historia merece tener un "final feliz" y la historia de amor y desamor que publicamos en esta columna el pasado 18 de noviembre parece que podrá tenerlo. Nos cuentan los mismos trovadores de aquella romántica historia ocurrida entre la realeza de la 4T, que finalmente el amor triunfará y la princesa y el príncipe podrán recibir juntos al fruto de su amor. Porque el valiente príncipe, acusado en principio de haber faltado al honor y de no cumplirle a la embarazada princesa, al final dio muestra de su honra y su hombría al haberle pedido matrimonio a la futura madre, cuya feliz unión se consumará por estos días y en estos lares. Y es que ante la furia que le cayó al príncipe desde aquel reino imaginario y el descrédito que le provocó en el Palacio Real su intentona de huida al compromiso contraído, el futuro padre recapacitó y arregló sus asuntos maritales para poder estar libre y consumar la unión con su princesa. Así que, como dirían los viejos cuentistas, se casaron y ¿vivieron muy felices?... Paran los dados. Capicúa y se repite el tiro.
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