Sábado, 01 Marzo, 2025

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Promotor de los buenos tratos

Opinión

Gaudencio Rodríguez Juárez

Hace más de 25 años me licencié en Psicología por la Universidad de Guanajuato. Después de egresar, en 1997 comencé a laborar en Amigo Daniel, A.C., un Centro de Asistencia Social donde a la fecha se atienden a niñas y niños menores de seis años en situación de maltrato. Comencé laborando tres días a la semana por tres horas cada día, después tiempo completo. Así durante casi 13 años, los últimos como directivo.

Se trató de una gran oportunidad para también incidir en organismos gubernamentales municipales y estatales para hacer sinergia a favor de la niñez, así como para coadyuvar con organizaciones de la sociedad civil a través de la Red Local y de la Red Estatal de Organizamos a Favor de la Infancia.

Hoy continúo trabajando proporcionando capacitación y profesionalización a los equipos de instituciones públicas y privadas que trabajan en la prevención, atención y protección de niñas, niños y adolescentes en situación de maltrato y de los privados de cuidados parentales que viven en instituciones residenciales, así como incidiendo en las leyes y políticas públicas locales y federales.

El paso por aquel Centro de Asistencia Social me permitió ver el potencial que los seres humanos tenemos para la destrucción, para la violencia contra los de su misma especie, aun siendo estos sus propios hijos o hijas. Estar ahí me conmocionó al constatar que quienes más maltratan a las niñas y niños, son sus propios progenitores, esos de quienes se espera amor fundamental y respeto incondicional.

Recuerdo que al convertirme en padre y tener a mi bebé entre mis manos, no dejaba de pensar en aquellos otros que no tenían los buenos tratos garantizados. Un día me puse a escribir, a manera de urgente ejercicio de catarsis, esos relatos de violencia padecidas por las niñas y niños que atendíamos en el Centro de Asistencia Social, cuyos protagonistas eran sus progenitores, y que a mí me partían el alma. Días después, al releerlo, decidí estructurarlo, profundizarlo y hacer con esos renglones un documento que denunciara esta realidad y sensibilizara a las autoridades y a la sociedad misma.

Era el cuarto o quinto año de mi trabajo profesional con esta población infantil cuando comenzó a rondarme la idea de hacer algo que llegara a más gente, que sirviera de guía a muchos y no solo a unos cuantos.

Primeramente, escribí en un diario de circulación local, después en uno de circulación estatal, y de ahí comenzaron a llamarme otros medios de comunicación para una aportación constante a favor de la niñez, actividad que mango hasta hoy: radio, televisión, revistas, redes sociales, podcast, etcétera.

Comprender que cada interacción positiva o de buen trato que le damos a una niña o niño que ha sido maltratado, a pesar de sus sufrimientos, se queda en su corazón, y que al crecer éste, compara y decide optar por relaciones interpersonales respetuosas y sanas, se convirtió en mi motor para la promoción del buen trato.

¿Qué más hacer?, me pregunté años después ya fuera del Centro de Asistencia Social, ahora laborando como un consultor independiente. “¡Un libro!”, fue mi respuesta gracias a la sugerencia de un par de personas. Así surgió, en 2014, Cero golpes, una guía para madres, padres y cuidadores, un esfuerzo por hacer de las experiencias terribles de las que fui testigo, una posibilidad para la crianza positiva y bien tratante que desde entonces ha servido como fuente de sensibilización a la sociedad, como sustento para reformar el marco jurídico del Estado de Guanajuato y prohibir el castigo corporal en 2015 en su respectivo Código Civil, un texto que ha llegado lejos en un momento socio histórico donde el marco jurídico mexicano exige el respeto a la dignidad de niñas, niños y adolescentes.

Un texto que está a punto de cumplir una década de su llamado ¡a nunca pegar, de ninguna manera, bajo ninguna circunstancia, a ninguna niña o niño! A diez años de su lanzamiento, su contenido está más vigente que nunca. Seguramente, haremos un gran festejo por esos diez años de Cero golpes, o sea, de incidencia en la erradicación del castigo corporal y humillante. ¿Cómo te gustaría que festejáramos?

Gaudencio Rodríguez Juárez

Psicólogo / [email protected]

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