Sábado, 11 Enero, 2025

17 ℃ Guanajuato

Rosario Robles, un fiscal y el presidente

Opinión

Cecilia Durán Mena - Las ventanas

Rosario Robles es una mujer a la que le ha gustado caminar por el filo de la controversia y el escándalo. Es una persona inteligente y pasará a la Historia por haber sido la primera mujer en gobernar la capital de la República Mexicana. Eso lo tendrá en su acervo y también por ese hecho será recordada. Pero, no será lo único. Al ser ella ese personaje que siempre ha estado rodeada de un círculo controvertido de actores políticos, le ha tocado resbalarse y caer en formas estrepitosas. A Rosario le gusta el ruido. Tanto es así, que en los últimos días la hemos visto ocupada concediendo entrevistas desde el Penal de Santa Martha Acatitla.

Rosario Robles siempre se ha confesado estar afiliada a la izquierda. Fue muy afín a Cuauhtémoc Cárdenas —quien la dejó como Jefa de Gobierno cuando el se fue a buscar la presidencia— y cercana a López Obrador cuando fue dirigente del PRD. Pero, las cosas se le descompusieron y su carrera ascendente se vió comprometida. Conoció a Carlos Ahumada con quien mantuvo una relación sentimental y quien la involucra en los video-escándalos en los que se exhibió a René Bejarano —tío del juez que pido su encarcelación— y que en aquellos años lastimaron la carrera presidencial de AMLO. Por supuesto, a partir de ese momento, la relación con el actual presidente y con esas facciones de la izquierda se fracturaron severamente. Robles se alejó del reflector político.

Por eso, cuando el presidente Enrique Peña Nieto dio a conocer el gabinete con el que arrancaría los trabajos de su sexenio, a muchos mexicanos se nos cayeron los ojos al ver a Rosario Robles muy sonriente formando parte del círculo rojo priísta. Dicen que fue un premio que se ganó por entregar los videos comprometedores al expresidente Carlos Salinas de Gortari, al menos eso publicó Ahumada en un libro en el que revela muchos sucesos escandalosos de aquellos años.

Desde luego, en política no hay olvidos. En ese terreno, los juegos son rudos, los más chimuelos mascan tuercas y como dice el dicho mexicano: el que se ríe se lleva. Yo no vi a Rosario risa y risa, pero seguro que estaba muy feliz de formar parte del gabinete peñista en el que, según sus palabras, sirvió en forma leal al pueblo de México. Lo malo es que en esos tiempos hubo muchos robos, muchas estafas y muchas operaciones poco claras. Dice Rosario Robles que ella es inocente y tiene derecho a que así se le presuma. Lo triste es que ha estado involucrada en este tipo de situaciones controvertidas en el pasado, insisto, le gusta el ruido. Claro, es tarea de la Fiscalía General de la República demostrar que ella es culpable de aquello que le imputan.

Para terminar de revolver los asuntos, Alejandro Gertz Manero trabajó con Rosario Robles en los años en los que fue Jefa de Gobierno y hoy trabaja como Fiscal General de la República. La justicia debe ser ciega, por lo tanto, el fiscal Gertz no debe tener memoria— o no debiera— ni tampoco preferencias que le inclinen la balanza a favor de lo designios de su actual jefe. En esa condición, Rosario Robles debe estar tranquila. Pero, a veces a la justicia de este país se le quita lo ciego y por eso ella debe sentirse muy inquieta. ¿Cómo no? Está encerrada en un penal.

En todo este borlote, Robles debe sentirse muy triste. Además de haber tenido una vida política colmada de altos y bajos, al final, siempre le toca bailar en la situación más fea. Al final, en el juego de las sillas, a ella le toca quedarse volando. Encima del desprestigio, ella está en prisión, mientras otros están viendo correr los acontecimientos desde la libertad. Mientras unos viajan, otros cenan en restaurantes de lujo, ella está en Santa Martha Acatitla; en lo que unos usan zapatos hechos a mano y ropa de diseñador, ella se viste con el uniforme del penal.

Nadie podemos afirmar la culpabilidad de Rosario Robles, como no lo podemos hacer de Lozoya ni de Videgaray ni de Peña. Pero, ninguno de los anteriores puede poner cara de blancas palomitas. Todos son políticos con experiencia y con colmillos retorcidos que sabían lo que estaban haciendo y las consecuencias que eso implicaba. Por supuesto, jamás se imaginaron que la lumbre fuera a llegarles a los aparejos. En lo que tiene razón la exjefa de Gobierno, la exsecretria de Estado es en que no la están tratando igual. Eso es evidente. Ya lo ha dicho y así la hemos visto ocupada concediendo entrevistas desde el Penal de Santa Martha Acatitla. Mal y de malas. Los consejos de los viejos dicen que es de sabios saber escoger a los amigos y también a los enemigos. Parece que a Rosario Robles no le dieron estas lecciones.

Temas

  • Cecilia Durán Mena
  • Las ventanas
Te recomendamos leer