La alianza descarada
“Las alianzas son variables, simples coaliciones efímeras, desorganizadas, provisionales, solo con fines de beneficiarse de las ventajas electorales para derrocar un gobierno o para someterlo”
Mucho se habla de la alianza de los partidos políticos para sacar a Morena del régimen de gobierno, pero hasta ahora son escasos los resultados.
Según La Ley General de Partidos Políticos en su artículo 3º. Fracción primera se define a los partidos políticos como entidades de interés público con personalidad jurídica y patrimonio propios, que tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público.
Los partidos políticos, para fines electorales, podrán formar coaliciones para postular los mismos candidatos en las elecciones federales, siempre que cumplan con los requisitos establecidos en esta ley e incluso dos o más partidos políticos podrán fusionarse para constituir un nuevo partido o para incorporarse en uno de ellos. En esta época de libertades y respeto a las minorías y a los derechos de la comunidad LGBT ya no nos parecerá raro imaginar fusionándose en un matrimonio por conveniencia a aquellos amantes que en secreto, por debajo de la mesa o metidos en el closet, compartían el poder; el PRI y el PAN, solo que ahora de una manera abierta y descarada, un tanto cínica, para alcanzar el poder una vez más. Contrario a lo que se esperaba acerca de los principios e ideología de Acción Nacional, que se aleja cada vez mas de su electorado en franco retroceso en todo el país, en un recurso de desesperación, es capaz de unirse hasta con el mismo diablo; como significo el PRI y el PRD, para Felipe Calderón en el 2006, que ni siquiera podía tomar protesta en el Congreso de la Unión, frente a la protesta que le habían montado por el fraude electoral del que los acusaban los ahora aliados.
Como si los ciudadanos no tuviéramos memoria, ahora nos proponen los neo-panistas, la alianza imposible, como el agua y el aceite, a todas luces incongruentes, teniendo como motores a sus operadores electorales, los ex gobernadores. Los ciudadanos que aspiramos a una democracia sustancial si la distinguimos de la democracia política, porque la segunda en ocasiones vulnera los derechos fundamentales alegando el beneficio de la mayoría, sin embargo un derecho sustancial debe gozar plena garantía incluso frente a la mayoría absoluta. Se trata entonces de defender los derechos fundamentales como democracia sustancial, incluso oponiéndola a la democracia política. El derecho no debe legitimarse en mera formalidad del resultado electoral sino que debe corresponder su validez a su esencia.
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“Para un régimen democrático, estar en transformación es el estado natural”, y todas las definiciones de democracia coinciden en que su principal característica, a diferencia de los otros regímenes políticos, es que es dinámica y se encuentra en permanente mutación. Se estableció en el artículo 4o. De la Constitución de Apatzingan de 1914 que el gobierno no se instituye por honra o interés particular de ninguna familia, de ningún hombre o clase de hombres, sino para la protección y seguridad general de todos los ciudadanos unidos voluntariamente en sociedad, estos tienen el derecho a establecer el gobierno que más les convenga, alterarlo, modificarlo y abolirlo totalmente cuando su felicidad lo requiera. Para llevar a los ciudadanos al poder surgieron los partidos políticos, pero actualmente ¿qué son y que representan los partidos políticos? Un partido es una agrupación de personas que profesan la misma doctrina política. Cabe señalar que la vida interna de los partidos políticos está rodeada de misterios, no se obtienen datos precisos, para muestra veamos como parecen ostras celosamente cerradas a abrir y transparentar sus finanzas a la sociedad, que es la que los mantiene, son como los parásitos que se esconden en las entrañas; solo los viejos militantes conocen bien los pliegues de la organización, las sutilezas y las intrigas que se anudan en ella, por ello se dificulta la tarea de investigación.
Autores como Panebianco señalan que es necesario llevar a cabo un estudio a la luz de la teoría comparada de los sistemas de partidos, como un retorno desde la perspectiva de su dinámica organizativa interna. Descarta el perjuicio sociológico de creer que los partidos son manifestaciones en el ámbito político de las divisiones e intereses sociales y el perjuicio teleológico basado en la idea de que los partidos son organizaciones constituidas en función de objetivos específicos, dando definiciones elaboradas en base a metas ideológicas, pero ambas no son los objetivos reales de un partido cuyo fin mínimo es ganar las elecciones para conquistar el gobierno. Lo que verdaderamente distingue a los partidos de otras organizaciones, es el ambiente electoral en el que se desarrollan y la específica actividad de competir por los votos. Y es aquí donde se afirma que van por la ruta equivocada, por lo oportunista y convenenciera que resulta la alianza que proponen, y la ciudadanía ya no se traga esa pifia.
Delimitemos el concepto: Se define al partido político como “un conjunto de hombres unidos para promover, mediante su labor conjunta, el interés nacional sobre la base de algún principio particular acerca del cual todos están de acuerdo. Este concepto que se desarrolla en el siglo XVIII, en el auge de la democracia representativa como ideal, considera que las opiniones y visiones de mundo pueden y deben agruparse en partidos, que así deben discutir en los órganos deliberativos generando el auge de las formas parlamentarias. La democracia al interior de los partidos políticos en México aún tiene varios aspectos por cumplir y deja muchas expectativas en la sociedad, al incorporar a los ciudadanos de manera selectiva y arbitraria para llevarlos a asumir el poder y ejercerlo conforme a su particular ideología, genera una mayor desigualdad, hasta ahora, la teoría de la representación ciudadana resulta una falacia.
Como bien lo exponen autores como Robert Michels y Angelo Pannebianco, los partidos políticos solo se representan a sí mismos y sus muy particulares intereses. Muestra de ello resultan las alianzas entre la izquierda y la derecha, sin ninguna congruencia ideológica, como se demuestra con esta alianza temporalera que demuestra que nuestros políticos no conocen su propia doctrina ni los principios, mucho menos tienen una ideología propia que no sea la del dinero y la conveniencia, y que están dispuestos a sacrificarla en aras de una alianza espuria.
Pero las alianzas como tales no existen y, la que se proponen llevar a cabo, carece de confiabilidad ciudadana al desconocer totalmente con que programa, doctrina, principios o ideología pretenderían gobernarnos, a menos claro, que simulen u oculten acuerdos soterrados.