Volver a las aulas, un reto social
Esta semana se consolidan los preparativos para ensayar el regreso presencial a las aulas, teniendo como marco principal el festejo, otrora feliz y bullicioso, del Día del niño. Hoy nuestros niños, niñas y adolescentes habrán de festejar su día desde las condiciones de un pesado confinamiento sanitario en casa y en familia.
Atrás quedan, por ahora, la fiesta, los juegos escolares, el bullicio del convivio y la alegría de compartir con sus amigos, atrás los más gratos recuerdos de las vivencias infantiles y juveniles de la vida escolar. Esperemos no descuidarnos, para que también atrás queden los sinsabores en que nos tiene esta pandemia y podamos volver al encuentro fraterno del ambiente escolar.
Son los niños el mayor tesoro familiar y bien social, pues ellos representan la preservación de la especie humana y la contribución natural a la existencia del ser en la tierra, razón por la cual se justifica enormemente la prudencia y cuidado que el Secretario de Educación, Jorge Enrique Hernández, le está infundiendo a la decisión de volver a las aulas. Precisamente es el valor de la previsión lo que permite visualizar el mapa de riesgos sanitarios que se cernirá sobre el contexto escolar para no exponer la salud de estos actores y sus familias.
Ahora es cuando urge la celebración de acuerdos y pactos sociopolíticos para procurar la instauración de las mejores condiciones técnico-administrativas para el regreso seguro. Hoy deberán sentarse a la mesa de las responsabilidades, las instancias sindicales, las agrupaciones magisteriales independientes, los empresarios, las asociaciones de padres de familia, las ONG´s defensoras de los derechos de la niñez, los Consejos Municipales de Participación Social y todo aquél que tenga algo que aportar al diseño de un dispositivo metodológico garante de la bioseguridad de la comunidad escolar.
La aparición escatológica de la pandemia conlleva también una lectura de la necesidad humana de la reflexión y mejora de los procesos de su interacción, por lo que debiéramos conciliar intenciones e intereses para enfocarnos en el bien superior de la niñez y el ya urgente regreso a las aulas. La solidaridad de la estructura social necesita madurar, para superar nuestras diferencias y fortalecer las coincidencias en la construcción de un sistema educativo capaz de formar a los ciudadanos y ciudadanas que hagan de este mundo el mejor lugar para vivir.
Sin lugar a dudas que serán muchos los saldos por atender como daños colaterales de la pandemia, pero en este momento es muy acertado que la SEG y su titular se centren en el aseguramiento de la prioridad fundamental: la salud y la preservación de la vida de los actores escolares. Ya vendrá el momento, aunque bien puede correr en paralelo, del abordaje de las condiciones académicas que agobian a nuestros estudiantes y que abonan al ensanchamiento de brechas de aprendizaje.
Lo importante, como paso previo a retomar el dinamismo socio-educativo, es enfrentar con valentía y cautela el riesgo de contagio del Coronavirus al reabrir las escuelas, por lo que ninguna medida y punto de vista es ocioso. El pilotaje muestral permitirá un monitoreo controlado de las variables de riesgo, con la finalidad de sistematizar los mecanismos de control y cuidado, así como la participación de todos para dinamizar la visión holística que permita generar hábitos de higiene, conciencia de autocuidado, contribución responsable, solidaridad social y sentido de éxito colectivo.
La responsabilidad de rescatar la escuela y reactivar la educación no es sólo del Secretario de Educación y su equipo, esta decisión y proceso debe ser responsabilidad y obligación de todos, debe ser la conjunción de familias, instancias sindicales, organismos interesados, medios de comunicación, empresa, gobierno y comunidad escolar.
Una sociedad comprometida con las acciones de gobierno, consolidará el modelo del bien común.