La fortaleza de la Bastilla y la Alhóndiga de Granaditas
En la historia mundial de las revoluciones sociales, destacan dos edificios emblemáticos de la lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los seres humanos. Uno cuyo vestigio queda en el corazón de París, Francia y otro –aún en pie- en el centro histórico de Guanajuato, México.
Veintiún años separan las fechas históricas de las respectivas tomas que el pueblo enardecido hizo, en cada una de estas monumentales fortificaciones. En Francia se verificó el 14 de julio de 1789, año en que Napoleón Bonaparte (1769-1821) cumplió veinte años de edad, al igual que el español criollo americano Ignacio de Allende (1769-1811). Y en la postrimería del movimiento cultural y filosófico de la Ilustración, cuyo concepto ideológico colocó a la razón por encima de cualquier fe.
La Bastilla, fue una fortaleza construida con fines defensivos contra ataques de enemigos del poder instaurado, que luego fue usada como oprobiosa cárcel para encerrar a los opositores al rey. Y, al ser tomada por el pueblo, devino en símbolo de poder para los campesinos, artesanos y siervos feudales, que fueron liderados por los burgueses contra el gobierno del monarca absolutista de Francia, Luis XVI. El agotamiento del sistema feudal, la crisis económica y agrícola, la escases de alimentos, el pago de elevados impuestos, los disolutos privilegios de la nobleza y del clero, catalizaron el comienzo de esta revolución que marcó su tiempo y posteriores acontecimientos verificados en Francia y en otros países de Europa; que fueron vencidos militarmente por Napoleón. Asimismo, fue referente para la lucha independentista de los pueblos dominados por España, Portugal, Inglaterra y la misma Francia. Pues este país, el 23 de agosto de 1791, combatió la sublevación de esclavos negros registrada en la isla Saint-Domingue; lo que hoy se conoce como Haití y que fue el primer territorio en América que proclamó su independencia, en el año 1804.
El proceso revolucionario francés, de 1789 a 1804, comenzó con la toma de la Bastilla, incluyó la época del terror y la guillotina instaurada por el líder jacobino Maximilien Robespierre (1758-1794), la promulgación de tres constituciones, el reordenamiento de la representatividad de los sectores sociales en un gobierno republicano y, finalmente, la toma del poder por Napoleón y su autoproclamación como Emperador. Condición de mando que lo llevó a invadir España y derrocar a su entonces rey Fernando VII. Y, con esta acción militar, indirectamente fortalecer y catalizar la disposición independentista de los pueblos sometidos en América.
Mientras que, en la intendencia de Guanajuato, del virreinato de la Nueva España, fue el 28 de septiembre de 1810 -trece días después del “Grito de Dolores” por la independencia-, que una multitud de aproximadamente cuatro mil personas, que se habían unido a la lucha insurgente, liderada por el Cura Miguel Hidalgo (1753-1811) y el militar Ignacio de Allende, desde el pueblo de Dolores y a lo largo del recorrido por San Miguel El Grande, Chamacuero (hoy Comonfort), Celaya, El Guaje (hoy Villagrán), Salamanca, Irapuato y Silao, venció la resistencia española; comandada por el intendente Juan Antonio de Riaño (1757-1810). Quien, el 23 de septiembre había respondido -con beligerante negativa-, a la carta en la cual Hidalgo le pedía la rendición pacífica.
De la composición porcentual de la multitud agrupada para la toma de la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato, puede estimarse con mayoría indígena, ya que el último censo -realizado en 1793-, registraba a este sector social como el más numeroso. En tanto que, en todo el territorio de Guanajuato, había 397,924 habitantes y en su capital 32,098. (Tomado del ensayo “Ignacio de Allende su tiempo y circunstancia”, Meza, Guadalupe, 2010. Pág. 16./Citado de: SOLER Alonso Pedro, “Virreyes de la Nueva España”, Biblioteca Enciclopédica Popular. Vol. 63. S.E.P. MÉXICO, D.F. 1945. pp. 73 y 94).
A partir de esta cruenta derrota del gobierno virreinal frente a los insurgentes, se puso precio a las cabezas de los principales líderes, se les persiguió, combatió y finalmente fueron apresados en Acatita de Baján, Coahuila; mientras se dirigían a la frontera norte, con la estrategia de conseguir armas, reorganizarse y seguir la lucha.
Luego de haberse cumplido el proceso judicial, fusilado y decapitado a los principalísimos insurgentes, el 14 de octubre de 1811, como escarmiento público, fueron colgadas las cabezas de Miguel Hidalgo, Ignacio de Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez; dentro de jaulas y en cada una de las cuatro esquinas del monumental edificio de la Alhóndiga de Granaditas. Lugar donde permanecieron hasta marzo de 1821.
El triunfo del gobierno virreinal sobre los insurgentes, fue gracias al apoyo que el virrey Francisco Javier Venegas (1754-1838), obtuvo del experimentado General español Félix María Calleja del Rey (1753-1828). Pues el gobernante apenas tenía ocho meses de haber llegado de España para ejercer su cargo -en el cual permaneció de febrero de 1810 a marzo de 1813-, cuando lo sorprendió la sublevación popular, sin un cuerpo militar suficiente para reprimir el movimiento independentista iniciado con el “Grito de Dolores”.
Por su parte, Calleja sumaba experiencia y prestigio en el arte de la guerra activa y como académico en el seno del Ejército español, desde 1773. Institución que lo designó como capitán en la Infantería de Puebla. Lugar al que llegó en el año 1789, para luego desempeñarse al frente de la 10ª Brigada de Milicias de San Luis Potosí. Cargo sobre el cual soportó su estrategia de combate contra los insurgentes y fue capaz de aumentar y adiestrar a sus efectivos durante el transcurso de la lucha armada. Su triunfo contra los sublevados y la defensa de los intereses de la Corona española, le valieron suceder a Venegas y ser el sexagésimo y penúltimo virrey de la Nueva España -de 1813 a 1816-.
Hoy, la Alhóndiga de Granaditas -su museo regional y explanada-, ubicados en el centro histórico patrimonio de la humanidad de Guanajuato y la Plaza de la Bastilla de París, Francia, están destinados al fomento de la cultura y las artes. Ambos sitios, han sido consolidados como escenarios internacionales, donde se celebra la libertad de expresión, la igualdad y el respeto de las culturas del mundo y la fraternidad, cara divisa del porvenir.
Ayer y hoy, la lucha por la libertad, la igualdad y la fraternidad entre los seres humanos, es un palimpsesto cotidiano. ¡Hasta el próximo palimpsesto!