Cuatro generaciones respaldan a ‘El Choclo’
Onofre Lujano
Acámbaro.- Más de cien años de historia tiene ‘El Choclo’ cuyo lema resuena con fuerza ya que dejan “los zapatos bien compuestos”.
Son cuatro generaciones que se han dedicado a la renovación del calzado: desde remiendos, tapas nuevas, pintado, hormas, pegado de piel, e incluso arreglo de chamarras de cuero.
Don Salvador Sánchez Valenzuela, de 76 años de edad, representa la cuarta generación, y refiere que no se puede quejar pese a que con la pandemia bajaron sus ganancias.
Cuenta que el negocio lo inició su bisabuelo, quien se estableció en la avenida 16 de Septiembre, que en ese entonces estaba a orillas de la ciudad.
“Después llegó mi abuelo, Luis Sánchez Barriga, y mi padre, Salvador Sánchez Morales, y ahora un servidor. Mi padre tuvo la renovadora de calzado en la avenida Hidalgo por un tiempo, hasta que nos establecimos en la calle Juárez, donde permanecemos”.
Antes el material del calzado tenían mucha calidad, “sus pieles, suelas y otros materiales duraban y la gente trataba de conservarlos y les daba su ‘manita de gato’, pero lo que vino a desajustar el calzado fue el producto que empezó a llegar de China y la gente ya no los arreglaba y compraban otros zapato pese a que sabían que eran de mala calidad”.
Recuerda que la gente protestaba por este tipo de producto, “porque en todo el país bajó el trabajo, el zapato nuevo de China perjudicó a las grandes ciudades zapateras como Guadalajara, San Mateo Atenco, León y bajó la demanda de zapaterías, las marcas buenas era la Canadá, había otras de Estados Unidos y Brasil que predominaban en el mercado mexicano”.
Comenta que la renovadora de calzado sigue trabajando, aunque con menos demanda, “pero nos mantenemos haciendo los trabajos que más pide la gente como son colocación de tapas, cambio de color de zapatos, plantillas y aflojar sus zapatos a través de las hormas de madera”.
Recordó que fue seminarista en el Estado de México, “iba para papa, pero salí camote”, se ríe, “Dios no quiso que estuviera en su servicio, en el seminario jugué futbol y basquetbol. Cuando me salí entré a un equipo muy bueno, junto con mis hermanos y sobrinos sobresalimos en Acámbaro como deportistas y desde luego todo mundo nos identificaba como los “Choclos”.
AC