Accidentes carreteros
La historia es tan frecuente que parece lugar común. El viernes pasado salimos a las seis de la mañana para asistir a una cita en San Miguel de Allende a la una y media de la tarde. En nuestros cálculos, tendríamos tiempo suficiente para llegar, ver otros asuntos y estar puntuales en nuestro compromiso. No obstante, las circunstancias nos probarían lo equivocados que estábamos. Estábamos cruzando los límites del municipio a la una y media. Jamás habíamos hecho tanto tiempo en el recorrido. La razón: un accidente en la autopista México-Querétaro antes de la caseta de Palmillas. Otra vez, un tráiler volcado.
Insisto en que la anécdota es tan cotidiana que ya se ha vuelto un cliché. Sucede casi todos los días. Un tráiler tiene un accidente que invade todos los carriles y es imposible pasar. Se genera un bloqueo que afecta a todos los usuarios, que lastima a otras personas que van en el camino y que quieren llegar a tiempo, sanos y salvos a su destino. Muchos no llegan, se topan con la muerte. Cada vez es mayor la frecuencia que en una de las autopistas más transitadas del país, nos topemos con ese tipo de accidentes que en el mejor de los casos quitan tiempo y en el peor se llevan la vida de otros.
Los vehículos pesados que circulan por nuestros caminos han causado muchos accidentes. Me asombra ver los datos que publica el Instituto Mexicano del Transporte sobre este tema y que no se haya hecho algo al respecto. Me parece relevante porque los números no mienten y siempre nos dan una justa dimensión de los problemas. En su último reporte, se contabilizaron casi cinco mil vehículos de carga que se vieron involucrados en accidentes. De estos accidentes, la principal causa fue la imprudencia o la intención al volante. No me sorprende.
Anteriormente, los traileros tenían un código de caballerosidad al manejar, ya no. Antes, si llevaban carga pesada, iban muy lento, ocupaban los carriles de la derecha y daban oportunidad a vehículos más veloces de pasar. Hoy, vemos al volante a gente que invade carriles, que no permite rebasar, que te avienta el monstruo que manejan con una falta de cuidado y mala intención. Son muchos los que han abandonado ese código del buen manejo en carretera. Es frecuente ver a choferes que invaden el carril contrario, que aceleran para presionar a los automovilistas y que no guardan distancia prudente. Lo hacen por intimidar y eso causa la mayoría de los accidentes.
Están desde luego, los que manejan trailers en malas condiciones mecánicas. Vehículos que salen a carretera con frenos en mala calidad, en pésimas condiciones elétromecánicas, con llantas desgastadas o ncon todo lo anterior. No obstante, el mayor porcentaje de estos accidentes los genera el conductor quien es el principal detonador de los percances viales.
Los datos proporcionados por el Instituto Mexicano del Transporte indican que los accidentes provocados por vehículos pesados de carga han causado muchas muertes. En el último reporte se registraron casi trescientos cincuenta lesionados y más de mil lesionados, que son las consecuencias más graves. Si a eso se le suman, las pérdidas materiales, el tiempo desperdiciado, los retrasos e inconvenientes, nos podemos dar cuenta de que estamos frente a un problema al que no se le ha puesto suficiente atención.
No entiendo qué sucedió con aquellos caballeros que manejaban trailers. Un trailero era alguien que sabía usar el volante con educación vial, era una persona que, si tenías problemas en el camino, estaría dispuesto a ayudar, un conductor que te avisaba si podías rebasar, cambiarte de carril, en fin, era alguien confiable. Ésos se extinguieron. Hoy, no sé a dónde se fueron estos héroes del camino y en qué momento nos inundaron estos seres que salen a manejar abrazando una imprudencia bestial y que son un peligro en ruedas.
La historia es tan frecuente que es lugar común. Todos tenemos una anécdota sobre la última vez que salimos a carretera y vimos un trailer accidentado. Es tan frecuente, que ya nadie quiere ponerle atención. Hay que meter las manos y parar este problema que crece y crece sin que se le ponga un freno. Es un tema de seguridad y también es un tema de salvaguarda de la integridad de quienes usamos las carreteras en este país.