Claudia y Alma: Pasarela para selfis…
Por la burbuja en que se mueve, es muy posible que Claudia Sheinbaum ni cuenta se dio que, en el mitin de la tarde del miércoles en San Luis de la Paz, Morena exhibió de muchas maneras su desastre en esta entidad y, en particular, en ese rumbo de Guanajuato.
Ya de por sí, la regular dimensión del espacio elegido para el evento confirmó que su caos grupero desatado en todas partes, sumado a su carencia de cuadros propiamente de izquierda y a la débil estructura en los municipios de la zona, no les da para sostener la logística que requiere un evento realmente masivo. Bueno, ni los micrófonos estaban previstos para un grupo musical que subieron a amenizar la larga espera.
Aunque la dirigente estatal, Adriana Guzmán, se mostró muy sonriente y entusiasta, es evidente que, como partido, en Guanajuato no están a la altura de las simpatías ciudadanas que despierta la candidata presidencial, pero no solo muestran agujeros en el armado de esas escenografías políticas, sino en cosas sustanciales como la calidad de los mensajes que ofrecen a los ciudadanos y ciudadanas.
El INE define los 300 distritos electorales del país por la cantidad de votantes, pero muchos contienen en su territorio microrregiones con rasgos propios, es el caso del distrito 01 con sede en esa ciudad. Sin embargo, nadie pareció acercarle a Sheinbaum insumos para que su mensaje, además de las predecibles generalidades, tendiera un puente con las realidades de esa zona.
Claudia, tan flotando estaba, que no pareció enterada de que pisaba los umbrales de la Sierra Gorda, referencia identitaria cuya sola mención le habría dado mayor aterrizaje y, mucho menos, aludió a la Reserva de la Biósfera, aun cuando ella ha mostrado conocimiento en materia ambiental desde sus primero cargos públicos; además, a su lado estaban sus aliados del Verde Ecologista, aunque a decir verdad es improbable que la candidata al senado Virginia Magaña, o el legislador Gerardo Fernández, conozcan siquiera en cual comunidad serrana hay ajolotes o betónica, o estén enterados de la mediocridad institucional en que transcurre esa Área Natural Protegida.
Esta vez, los morenistas tuvieron el acierto de no montar un falso show indigenista, como los que acostumbran los panistas, aunque el abordaje del tema se limitó a lugares comunes respecto a los derechos de los pueblos originarios y a invocar el plan de justicia Chichimeca Otomí, en el que, según confirmó la propia la candidata presidencial, tiene particular injerencia la actriz y senadora Jesusa Rodríguez, avecindada en San Miguel Allende, de quien se esperaría no sustente esa labor en el romanticismo prehispánico coyoacanense.
Igualmente, la candidata a la gubernatura, Alma Alcaraz, se mantuvo en una tónica de fervor antipanista, pero sin anclas concretas, sin asomos de lo que hubiera sido un saludable repaso autocrítico de los saldos de la Cuarta Transformación en el noreste (por ejemplo, formaban parte de la audiencia los protagonistas del escándalo con el programa la Escuela es Nuestra, una cuchillada de la que no se han recuperado los morenistas locales, mientras en un rincón se acomodaban los grillos como Ernesto Prieto Gallardo, uno de los principales responsables de que en 2021 Morena fuera vapuleada en la mayoría de esos municipios).
Teatralidad política…
Tanto Alma como Claudia, siguieron un guion sin sobresaltos, eficaz para conseguir el aplauso de una audiencia de reacciones predecibles ante la sola mención de las pensiones a los adultos, o las becas a los discapacitados, pero de entrada omitieron el trascendental hecho de encontrarse en una ciudad epicentro de la violencia regional y en un municipio ejemplo preciso de cómo, desde el poder, se contribuye a enraizar la delincuencia; aunque en esa trama también la federación tiene su parte, porque si bien el alcalde priista de San Luis de la Paz con licencia, Luis Gerardo Sánchez, ha dejado puertas abiertas al deterioro social, tampoco ha servido de mucho el cuartel de la Guardia Nacional, pues en lugar de considerarse como factor que la contenga, al paso del tiempo ha ido creciendo la certeza de que esa corporación no está libre de corrupción.
Se requiere demasiada ceguera mental para no darse cuenta de que, en cuanto a virtudes y solvencia intelectual, Claudia Sheinbaum supera ampliamente a Xóchilt Gálvez, su principal oponente. No es un asunto de estilos, ni estrictamente de escolaridades, se trata de la enorme distancia que hay entre un pensamiento muy cultivado, estructurado, con principios, como el de la morenista, y un pensamiento deshilvanado, estridente y con frecuentes rasgos de deshonestidad como el de candidata del PAN, PRI y PRD.
Solo que por esa misma solidez intelectual —específicamente dilucidando lo que fue su paso por la región noreste— se hubiera esperado, de la ex jefa de gobierno de la CDMX, un mensaje más conectado con las realidades locales. Se entiende que su prioridad sea machacar y machacar las líneas generales de lo que ofrece al llegar al gobierno y que busca esas sensaciones de estadio enardecido cuando enlista los subsidios gubernamentales y otros que se propone implementar, pero limitar su visita a la pasarela para selfis en las vallas y a la reiteración de sus ofertas globales, eso no es muy distinto a la teatralidad política que ofrece cualquiera de los partidos contendientes.
Alma Alcaraz, por su parte, con el anuncio de la panista Libia García, de que no sostendrá al Fiscal Carlos Zamarripa, recibió un contundente golpe en la narrativa opositora que ha sostenido por años. Tendrá que apurarse a reconstruir su discurso nutriéndolo con insumos más imaginativos que solo satanizar a la derecha.