Sábado, 11 Enero, 2025

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Consulta absurda y olimpiadas del conformismo

Opinión

Leon Ruiz - La mesa del rincon

Desayunarnos este día con una suave pero densa neblina política que pretende, como se ha hecho desde el arranque de esta administración federal, obnubilar al honorable pueblo mexicano y llevarlo a un mundo inexistente y fantasioso con una supuesta consulta popular, es de verdadera estridencia demencial.

Hoy nos levantamos con el acoso infame del vociferar oficial, que pretende emancipar de la realidad a la ciudadanía, para bajo una estela de engaño y adormilamiento social hacerle creer que se está trabajando intensamente por los intereses de la nación. Sin embargo, la figura democrática que este día se inaugura en nuestro país se ha manipulado para tender otra cortina de humo que distraiga al ciudadano de las acciones depredadoras que están destruyendo el patrimonio del Estado.

Bajo este contexto y en el entendido de que ante la presunción de un delito se debe aplicar la ley y someter al proceso correspondiente al responsable, resulta por demás absurdo que una consulta carente de sustento legal pueda someter al estado de derecho que rige el marco legal de nuestra sociedad. Ahora bien, la narrativa obsesiva del presidente de la República y su partido político de darle una connotación subjetiva, muy distante de lo que la letra misma del texto establece y decir que es para enjuiciar a expresidentes, resulta por demás ajena y totalmente alejada de la realidad, o sea que es una vil mentira.

El texto que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ajustó en la redacción de la pregunta que sustenta este ejercicio “democrático”, quedó en los siguientes términos: ¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?, por lo que de este texto se puede apreciar la ausencia del concepto “expresidentes”, reduciendo sus alcances a un simple ¿Quieres que se aplique la ley para que haya justicia?, contexto por demás absurdo y enajenante, por la obviedad ya contemplada en el marco legal que nos rige.

Considerando que nuestro país parece encontrarse en el fondo de la corrupción, la impunidad y la falacia institucionalizada como política gubernamental, podemos creer que nos ubicamos en la cúspide de la transición hacia una nueva era nacional, donde la construcción de un nuevo modelo es obligada en el rubro político, económico, gubernamental y social, por el grado de descomposición en que López Obrador ha colocado al poder.

Asimismo, la consulta es contrastante con la cultura nacional de la negación al fracaso y la filosofía del conformismo nacional, pues no es justo que nos engañemos ante una realidad ineludible de la derrota creyendo que basta con el esfuerzo realizado en una contienda deportiva para justificar un desastroso resultado. El papel de México en las olimpiadas de Tokio 2020+1 no deja de ser reflejo del mediocre trabajo en la administración, promoción y ejecución de las políticas públicas en el fomento del deporte.

No es posible que, ante la descalificación y el fracaso por conquistar una medalla olímpica, el mundo político y mediático del deporte nacional emita felicitaciones engañosas y se cubra con justificaciones autocomplacientes la obligación de asumir una realidad que clama imperiosa por una reflexión y acción profunda que le replantee nuevos mecanismos para detectar talentos deportivos, formarlos y consolidarlos para contiendas internacionales.

Ojalá resulte la pandemia el detonante convulsivo de los diversos paradigmas dominantes, pues el país está llegando al hartazgo del engaño y la cultura conformista, ya es tiempo de que el espíritu de la superación y la exigencia social dé paso al México honesto, legal y progresista que anhelamos.

La adversidad siempre provocará que una sociedad encuentre su destino.

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