Sábado, 01 Marzo, 2025

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El impacto de una pandemia

Opinión

Cecilia Durán Mena

Para algunos, parece una eternidad y otros sentirán que fue ayer que inició el confinamiento por la pandemia de Covid-19. Esa es la elasticidad del tiempo y la precepción que queda uno de nosotros tiene sobre ese tema. Han pasado cuatro años. Son muchos y la memoria puede ser muy débil, no obstante, hay heridas que tardan en sanar. Sucedió lo que no imaginamos: nos encerraron. Los impactos sociales fueron los más dolorosos y, si ponemos atención, siguen punzando.

            Antes de nuestra etapa de confinamiento, el cubrebocas era un utensilio que portaban únicamente las personas relacionadas con el sector salud. Nos obligaron a usarlo y nos especializamos en los tipos que había, los que funcionaban y los que no servían para nada. Hubo quienes vendieron modelos de ceremonia para asistir a bautizos, primeras comuniones, bodas que iban bordados de pedrería, chaquiras, lentejuelas y brillos dorados. De esos ya casi no se ven, pero seguimos viendo personas que traen su KN95 como si ya fuera parte de su atuendo.

            El día que la Organización Mundial de la Salud puso fin a la pandemia por Covid-19 no significó que la humanidad estuviera liberada de sus efectos. De hecho, el mundo modificó sus estructuras sociales y laborales. Nos quedamos con un severo impacto económico, social y sanitario, así como una dolorosa experiencia para las familias mexicanas y del mundo. Muchos nos enfermamos. Muchos perdimos amigos o familiares. Muchos aprendimos a trabajar a distancia, a estudiar fuera de los salones de clase, a habitar nuestros hogares y a que nuestras casas dejaran de ser simples espacios dormitorios.

            Aprendimos de una forma muy fea que la improvisación tiene muy malos resultados. Pésimos, a decir verdad. Hubo daños innecesarios. Claro que es fácil decirlo a toro pasado. Uno de los peores impactos que dejó la pandemia fue una generación que se desconectó. En las aulas, se distinguen aquellos alumnos que entraron a la universidad en la pandemia y que sus primeros semestres fueron con clases en línea. Muchos estudiantes encendieron sus cámaras y dejaron que el conocimiento alumbrara, pero otros prendían sus dispositivos, apagaron micrófonos y pusieron una fotografía para tomar la clase desde la cama, medio dormidos o definitivamente dormidos.

            Por desgracia, mucha de la exigencia académica se relajó. La instrucción era ayudar a los estudiantes para conseguir calificaciones aprobatorias. Claro que lo que se pretendía era no aumentar el estrés en las casas. Se buscaba ser empáticos con las familias que pudieran estar padeciendo un contagio y que estuvieran atravesando un duelo. Y, sí. La exigencia y el rigor académico se debilitaron, tal vez, por las mejores razones. Pero, los impactos están.

            Esa brecha se nota en la calidad del aprendizaje que fue bajo dadas las situaciones. Esa franja de estudiantes adquirió el conocimiento efímero que da para obtener una lacrimosa calificación aprobatoria y una enseñanza se desfalleció con el paso de los días. El impacto no queda ahí, trascenderá a la vida profesional. Me preguntó por los clientes de los abogados que asistieron a clases con la cámara apagada para hacer otra cosa, o por los médicos que aprendieron anatomía mientras estaban distraídos atendiendo otros asuntos.

            No dudo que estas distracciones se hayan debido a temas trascendentes para ciertas personas, no para todas. No dudo de los casos de gente sumamente dedicada que le fue fiel a la dedicación del estudio y que aprovechó esos momentos para concentrarse y sacar adelante todas las tareas. Pero, la evidencia nos muestra que esos casos fueron pocos. Y, si la educación sufrió impactos que seguimos padeciendo, otros negocios aún no se recuperan.

            Las salas de cine ya no se llenan como antes. La gente ya no va a los teatros. El entretenimiento sufrió un impacto del que todavía, cuatro años después, no se recupera. Y, podemos mirar a nuestro alrededor: pequeños proyectos de emprendimiento que no se volvieron a abrir, gente que no ha conseguido el empleo que perdió. Tiempo que ya no regresó. La forma en que quedó el mundo después de esta pandemia no es la misma.

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