Lunes, 02 Diciembre, 2024

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Mario Aburto Martínez

Opinión

Cecilia Durán Mena

Es posible que, a muchos mexicanos jóvenes, el nombre de Mario Aburto no les diga nada. Sin embargo, este personaje quedará marcado en la Historia de México con sangre e intriga. Este obrero michoacano se ganó su lugar en los anales por ser el asesino confeso de Luis Donaldo Colosio, candidato del PRI a la presidencia. Lo asesinó al terminar un evento de campaña en Lomas Taurinas, en Tijuana, Baja California el 23 de marzo de 1994. Este crimen paró la respiración de la nación entera.

Como todos los magnicidios, éste estuvo rodeado de muchas preguntas que aún treinta años después, siguen sin una respuesta contundente sobre lo que sucedió. Tal como pasa en estos eventos, hay cortinas de humo, dichos y desdichas, sospechas. Y también, una generalizada creencia de que la versión oficial no es fiel a la verdad. Hay muchos elementos dudosos. La foto del asesino que capturaron en Lomas Taurinas, el que nos dijeron que detonó el arma a quemarropa y que dio muerte al candidato no se parece a la del hombre que presentaron detenido en la cárcel de Almoloya de Juárez. Eso, pare empezar.

En las calles y por lo bajo, nunca se creyó que el hombre capturado en Tijuana fuera el mismo que se encuentra purgando la condena. Y, entre versiones oficiales, ficcionales y fantasías este crimen ha dado para todo. Para series de televisión, para libros con las visiones de propios y ajenos —en su momento hasta Manuel Camacho escribió el suyo en el que decía que, si él hubiera sido el candidato, en vez de Colosio no se habría derramado sangre—.

Aquel era un México distinto al que vivimos hoy. Que un presidente elevara el dedo seleccionador y apuntara al que sería el candidato del PRI equivalía a que los mexicanos nos enteráramos quién sería nuestro próximo presidente. Es decir, en esos momentos, era casi un hecho que Colosio fuera a ocupar el puesto del Ejecutivo. La urnas significaban un trámite.

Colosio competiría contra el candidato del PAN, Diego Cervantes de Cevallos, y contra el del PRD, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano. Y si alguno tiene curiosidad de revisar la prensa de los días previos al magnicidio, se darán cuenta de que los columnistas del tiempo, como Carlos Ramírez o Miguel Ángel Granados Chapa opinaban que la campaña del candidato del PRI simplemente no prendía.

En aquellos años, la popularidad de Cuauhtémoc Cárdenas crecía y generaba mucha atracción en amplios sectores de la población. “El jefe” Diego llamaba mucho la atención porque siempre ha sido un extraordinario orador. Eran años en los que pensar en sacar al PRI de Los Pinos en forma pacífica resultaba difícil de creer. Pero, luego del magnicidio y con la nominación de Ernesto Zedillo, el Partido de la Revolución Institucional se impuso con un 48.69% de votos. El PAN obtuvo 25.92% y el PRD un 16.59%.

En esos años, yo creo que Colosio hubiera podido llegar a la presidencia y fue el asesinato el que se lo impidió. Esos son los hechos. Y, sea como fuere, Mario Aburto es el asesino confeso de Luis Donaldo. Este doloroso tema se ha manoseado y desaseado mucho. Sigue causando comezón y cualquier cosa, levanta ampolla, aún hoy.  Pues, en estos días corrió el rumor de que, por algún movimiento de sus abogados, este hombre podría quedar libre.

El asunto de Colosio es un tema político que tiene muchas puntas y del que se ha querido sacar raja para conseguir beneficios, más si nos encontramos en periodo electoral. Que el presidente López Obrador sospeche que Mario Aburto no jaló el gatillo que le quitó la vida a Luis Donaldo no me sorprende. Que busque echarle la culpa a alguien más, nos deja de una pieza. Llama la atención que tome un tema que tiene tres décadas y que muchos mexicanos ya ni saben de qué se trata. El hecho es que Aburto confesó haber cometido el crimen y si sale, saldrá un asesino, no un hombre exonerado por intereses políticos.

Por fortuna, la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidió posponer la discusión sobre el amparo otorgado a Mario Aburto Martínez, asesino confeso del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, con el cual podría obtener la libertad este mes. El ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá pidió dejar en lista el asunto para poder analizarlo con más detenimiento. En fin, este hombre seguirá dando de que hablar. Eso parece.

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