El magistrado ‘influencer’
Por Juana Adriana Rocha
No es lo mismo que la actriz Erika Buenfil haya resucitado su carrera bailando en TikTok, a que lo haga un legislador o candidato; decisiones vitales para todos dependen de gente que hoy vemos haciendo circo, maroma y teatro.
“Soy el primer presidente de la Suprema Corte que está en TikTok y he sido criticado por eso”, así inicia la columna de Arturo Zaldívar, titular de la SCJN, publicada por ‘Milenio’ el pasado 8 de noviembre.
El ministro ‘influencer’ recibió el año pasado la placa dorada que otorga YouTube a los creadores de contenido que superan los 100 mil suscriptores.
Cada vez más personajes de la política mexicana se unen a la estrategia de ‘llegar a los jóvenes’ a través de las redes sociales.
¿Pero qué ocurre cuando su participación en estas plataformas se limita a seguir tendencias, buscar la viralización y hacer el ridículo?
La feria de las vanidades
“Las canciones, ‘trends’ y ‘hashtags’ no son trivialidades, son mensajes; recursos simbólicos que sirven para movilizar ideas”, así justifica Arturo Zaldívar su llegada a TikTok (donde ya lo siguen más de 337 mil usuarios).
El canciller Marcelo Ebrard y el senador Ricardo Monreal, son otras figuras que han recurrido a este espacio. Al ritmo de éxitos de Bad Bunny, Ebrard se burla de sí mismo, mientras el morenista hace montajes donde pelea con un sable de luz contra personajes de ‘Star wars’.
El gobernador de Nuevo León, Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez Cantú, fueron pioneros en el afán de ‘caer bien’ a través de contenido que provocó el efecto opuesto.
Los jóvenes no son un sector fácil, como suele pensarse. Causarles gracia no es lo mismo que persuadirlos y ganarse su simpatía, y mucho menos su apoyo.
Las recientes políticas implementadas para certificar cuentas en Twitter, sumadas a la polarización de la plataforma, generaron un éxodo de celebridades, y ahora políticos, que esperan mantenerse vigentes en TikTok.
Pero no es lo mismo que la actriz Erika Buenfil haya resucitado su carrera bailando y haciendo ‘lip sync’, a que lo haga un legislador o candidato; decisiones vitales para el país dependen de gente que hoy vemos haciendo circo, maroma y teatro.
Pero Arturo Zaldívar se siente capaz de evadir la banalidad y dejar un mensaje provechoso.
Veamos si lo está logrando.
¿Y la congruencia?
“¿De verdad le gusta Taylor Swift?”, preguntó la periodista Ana María Lomelí a Arturo Zaldívar. El ministro explicó que llegó a la cantante gracias a los jóvenes que a diario colaboran con él. En uno de sus videos en TikTok, vemos a un sujeto de alrededor de 30 años recomendándole un tema de Swift que critica el sexismo, los dobles estándares en la sociedad.
Su apoyo a la lucha feminista es tema constante en sus publicaciones. Zaldívar se declara aliado del movimiento; en otro post explica la necesidad de un tipo penal único de feminicidio en el país, para evitar lagunas legales que favorezcan la impunidad.
Hasta aquí, todo suena positivo.
Sin embargo, el apoyo a las mujeres no se ha visto reflejado en temas que le atañen muy de cerca. Durante la conferencia mañanera del 11 de noviembre, el subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Ricardo Mejía, exhibió a la jueza Karla Macías Lovera. En respuesta a un amparo, la magistrada guanajuatense frenó la adhesión de la Guardia Nacional a la Sedena, es decir, su intervención en funciones de seguridad pública.
Mejía calificó esta acción como inconstitucional, y anunció que el ejecutivo ya actúa al respecto, sin tomar en cuenta la soberanía del poder judicial.
En apoyo a Macías Lovera, su gremio lanzó un comunicado donde exhortan a Arturo Zaldívar “así como al resto de los ministros y ministras para que resuelvan las acciones, controversias y amparos sobre militarización que están pendientes. Su silencio favorece el ataque a sus colegas”.
Apenas el 10 de noviembre, el titular de la Suprema Corte de Justicia de la Nación llamaba en un tuit a la “hermandad de juezas y jueces constitucionales”. Zaldívar guarda silencio sobre el caso mientras publica porras a los Pumas.
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Controversial y solidario
Además de presumir su gusto por Taylor Swift, Arturo Zaldívar recomienda libros y opina sobre deportes en TikTok. También comparte videos donde manifiesta su apoyo a la comunidad LGBTQ+, su respaldo a la despenalización del aborto, y defiende a los animales. Habla de temas que sabemos controversiales, y su envestidura podría darle credibilidad ante quienes han luchado por ciertos derechos durante largo tiempo.
Pero siempre surge la sospecha: ¿el monstruo del oportunismo se esconde bajo la toga del ministro?
En su columna menciona que “millones de jóvenes exploran y construyen su identidad en esta plataforma, y se involucran activamente en los asuntos públicos a través de ella”. No podemos darle tanto peso a los ‘likes’. Y aunque hay contenido valioso, informativo, cultural, y gente talentosa en TikTok, llámenme anticuada, pero suena peligroso que las nuevas generaciones forjen su identidad en torno a una red social.
LO SUPERFLUO: Hay más de 50 millones de mexicanos, la mayoría jóvenes, suscritos a la nueva plataforma favorita de la clase política.
LO PROFUNDO: En la era del algoritmo recibimos en cadena contenido acorde a nuestras preferencias. Quizá sus valiosas aportaciones nunca aparezcan en el timeline que desean.
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JRP