“En mis tiempos…"
La música siempre ha jugado un papel fundamental en la manifestación de la rebeldía y en la búsqueda de identidad. ¿Qué mensaje nos manda el que la juventud adopte como himnos canciones plagadas de explícitas referencias sexuales como ‘Reggaetón champagne’?
Todos aquellos que nacimos en la década de 1980 y anteriores, identificamos como el ‘Rey del pop’ a Michael Jackson. Sin embargo, las nuevas generaciones tienen un nuevo soberano: el reggaetonero Bad Bunny.
Al menos, así lo llamó recientemente la revista ‘Forbes’, y miles se indignaron. El artículo en cuestión habla del alcance mediático que ha logrado Benito Antonio Martínez Ocasio, la fortuna de 88 millones de dólares que acumuló en 2022 gracias, entre otros factores, a contratos con marcas como Gucci y Adidas; sin embargo, aunque se destaca que el intérprete latino ha encabezado un festival internacional como Coachella, en el texto no se habla de la calidad de sus discos.
Vivimos tiempos en que la cantidad ha desplazado a la calidad en la industria musical. Tiempos en que el reggaetón, un género desde su nacimiento criticado, por una parte, lidera listas y rompe récords, y por otra nos ‘escandaliza’ con su contenido explícito que nos hace preguntarnos, ¿esto de verdad gusta a los jóvenes?
El sexo vende, pero a qué costo
‘Papi quiero perrear’, ‘Me le pego’ y ‘Gatita’ son títulos de los éxitos de Bellakath, celebridad mexicana de 25 años. El sencillo ‘Reggaetón champagne’ obtuvo disco de platino. La letra de la canción, interpretada junto a Dani Flow, ha causado controversia por su letra, que alude sin tapujos a situaciones de carácter sexual (y que no reproduciremos en este medio por temor a la censura).
Hace un par de semanas se viralizó un video donde niños cantan el tema en un evento escolar. Las críticas no se hicieron esperar, los comentarios de los internautas manifestaron preocupación por los contenidos a los que están expuestos los menores.
Desde la aparición de figuras como Daddy Yankee el reggaetón fue terreno de los hombres y se ha asociado a la misoginia, el machismo, violencia y la cosificación que reflejan sus letras y videos. Cuando comenzaron a incursionar en la música urbana mujeres como Karol G se habló de un posible giro al género, una oportunidad de reivindicación. La colombiana lo intentó, con la bandera del empoderamiento femenino.
Se habló de una nueva era del reggaetón. Incluso se dijo que Bad Bunny es diferente. En X leí a varias feministas argumentar que la sexualidad en sus temas implicaba consentimiento.
Pero no podemos obviar un punto importante. Las nuevas generaciones crecieron con las redes sociales y su acceso ilimitado (pese a todo intento de restricciones que impusieron gigantes como Meta) a contenidos inapropiados para menores. La hipersexualización de niños y jóvenes es una realidad y por supuesto repercute en su conducta; asimismo, vulnera un desarrollo sano, altera la percepción de las relaciones interpersonales (fenómeno semejante al que causa la pornografía).
La infancia parece cada vez más breve. La inocencia no es sinónimo de ingenuidad, los pequeños deben recibir la información adecuada por las vías adecuadas y las redes sociales y productos virales, no lo son.
¿Es nuevo?
Si recordamos lo que sonaba en la radio en nuestra infancia y adolescencia, podemos darnos cuenta de que esto no es nuevo. Letras sugerentes o muy directas han existido siempre.
En 1993 ‘el monstruo’ del festival de música ‘Viña del mar’ se rendía ante el rapero panameño El General. ‘Te ves buena’, su más grande hit, no pierde vigencia. Crecimos en la década en que la lambada era el baile prohibido (hoy cualquier coreografía montada por alumnos de secundaria la supera).
¿La edad nos ha hecho unos ‘espantados’, unos moralinos? No, pero sí tal vez un poco más críticos y conscientes de lo que consumimos. La frase “en mis tiempos…” casi siempre antecede un discurso sobre mejores épocas, donde aún había ‘decencia’.
Si se trata de misoginia y violencia, no son tópicos que monopolice el reggaetón; en el regional mexicano, la música ranchera, el pop y el rock, hay letras que remiten a conductas anómalas. Un ejemplo muy simple, ‘Every breathe you take’ (1983) de The Police no es un tema de amor, habla abiertamente de un acosador. Otro: es bien sabido el escándalo en torno a ‘Ingrata’ (1994) de Café Tacuba, canción que incluso decidieron eliminar de su repertorio por hacer referencia al feminicidio (que también abordaron en ‘Las persianas’, de 1992).
¿Hay límites?, cabe preguntarse. La música siempre ha jugado un papel fundamental en la manifestación de la rebeldía y la búsqueda de identidad. ¿Qué mensaje nos manda el que la juventud adopte como himnos canciones como ‘Reggaetón champagne’?
Cantidad / calidad
En 2017 se presentó el álbum debut de Rosalía, ‘Los ángeles’. Se vincula a la compositora con el reggaetón porque mezcla algunos elementos del género en sus composiciones. Rosalía toca varios instrumentos, canta flamenco y ha destacado por la creatividad que imprime a sus discos y shows en vivo.
La española ha demostrado que la calidad aún es posible en las nuevas propuestas musicales, que no todo está perdido. Sin embargo, a la vez apuesta por los hits, por ‘lo que va a vender’.
Y es que la forma en que consumimos lo que escuchamos ha cambiado radicalmente, las reproducciones en Spotify y otras plataformas, las vistas en Youtube y los likes en redes son ahora la medida del éxito. Cantidad sobre calidad, es parte de los nuevos parámetros.
La era de lo viral hace posible que Bellakath tenga discos de platino, ni siquiera por un álbum completo, sino por una canción que nos puede parecer vulgar y cruda, que carece de cualquier tipo de mérito instrumentalmente hablando.
Al final triunfa el “es cuestión de gustos”, y nos quedamos con la duda de qué viene, qué sigue, qué otra cosa nos horrorizará en el futuro mientras decimos nostálgicos “en mis tiempos…”.
LO SUPERFLUO: Las nuevas generaciones mandan en el mercado de todo tipo. Oferta y demanda, quieren malas canciones, malas canciones tendrán.
LO PROFUNDO: ¿Quién piensa en la repercusión de los contenidos que llegan no sólo a los jóvenes sino a los niños?