Esta historia ya la conocemos
El mensaje elevado a Twitter por el subgobernador del Banco de México (Banxico), Jonathan Ernest Heath Constable, pone claridad al gran reto que está enfrentando la economía nacional desde su afectación inmediata en la población: “La noticia de inflación que se da a conocer hoy es definitivamente mala: la tasa subyacente de la primera quincena de julio es la más elevada para una quincena similar desde 1999”.
Es decir, por vez primera desde el siglo pasado, la inflación está superando las expectativas, lo que se traduce en una constante de alzas en bienes y servicios que perjudican, sobre todo, a la inmensa mayoría de la población, que lastimada por los efectos de la pandemia de Covid-19 como la pérdida de sus empleos o cierre de micro, pequeñas y medianas empresas, en condición de carestía enfrentan el deterioro de sus ingresos ante los precios.
El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) dio a conocer ayer que el índice de precios subyacente, que es la inflación sin precios de los bienes y servicios que son más volátiles como la gasolina, presentó un incremento de 0.31% quincenal y de 4.64% anual. Mientras que el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) aumento 0.37% durante la primera quincena de julio, con lo cual la tasa anual se colocó en 5.75%.
Uno de los elementos centrales de la lucha económica de varias generaciones, luego de que salió del poder el estatismo ‘nacionalista’ plagado en corrupción en los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo, fue controlar una inflación desbocada que acabó por hundir en la pobreza extrema a millones de mexicanos, pues el valor de su dinero se hizo pequeñito ante el costo de los bienes y servicios.
Han pasado casi 40 años desde entonces y parece que la lección no fue aprendida, aunque hay que decir que el actual gobierno de México se conforma por los que fueron jóvenes cachorros del echeverrismo y del actualmente llamado jolopismo.
Cuando México viró hacia políticas económicas de restricción del gasto público, desincorporación de empresas paraestatales que hicieron obeso al gobierno, controles de precios y ajustes salariales –lo que más dolió a los trabajadores, a partir de 1982, lo que hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador –en aquel entonces funcionario del gobierno de López Portillo- llama el “inicio del neoliberalismo”, el índice de inflación en México de ese año alcanzó el 100%. La crisis económica estalló, la deuda pública se fue a las nubes. Fue la herencia de ese ejercicio estatista que ahora pretende resucitar Palacio Nacional.
En aquel entonces, como hoy, el gran sueño de esa generación que nadaba en petróleo, era hacer del energético la llave al primer mundo. Una fantasía que nos costó pobreza y dolor a varias generaciones, pues las exportaciones cayeron a la par de los precios del hidrocarburo, depreciándose la moneda de forma acelerada, con una gran deuda adquirida en aras de engrandecer a Pemex, lo que tampoco se hizo.
Si en este momento usted se duele porque le subieron los precios y nos sentimos amenazados por la inflación actual, imagine lo que vivieron nuestros padres cuando todo en un año costaba lo doble y en años posteriores la inflación llegó inclusive a 137% en 1987. La herencia dejada por el populismo de los años 70 llevó a que la moneda se devaluara entre 1982 y 1988 en mil 793.63% en el periodo 1983-1988.
Es cierto, el neoliberalismo impuesto en México para corregir la macroeconomía también dejó su estela de dolor humano. Pero olvidar qué nos llevó a sus fauces, es un grave error. Puede argumentarse que había más factores, pero el desorden en el manejo del gasto público en obras faraónicas, despilfarro, populismo ramplón, estatismo extremo, son la base de todo lo que pasó. Es una historia escrita y vivida por millones.
A veces vale la pena recordar la historia para dimensionar nuestro presente.